La niebla como personaje
Tras el a?o de Dickens, las huellas del escritor que fij¨® la imagen de Londres siguen atrayendo a sus incondicionales
Para aquellos que creen que la literatura no tiene el poder de transformar la realidad, les recomiendo visitar Londres, cuyo rostro no puede entenderse sin la obra de su m¨¢s grande novelista. El a?o 2012 pasar¨¢ a la historia como el de los Juegos Ol¨ªmpicos, pero tambi¨¦n como el a?o de Dickens. El novelista que mejor am¨® y odi¨® el Londres victoriano y que acab¨® transform¨¢ndolo con su pluma.
Igual que es dif¨ªcil imaginarse unas Navidades sin Mister Scrooge y su inolvidable Cuento de Navidad, es dif¨ªcil reconocer Londres sin Dickens. Y tampoco es posible imaginar mejor gu¨ªa para cualquier escapada a la capital brit¨¢nica. Ya en vida de Dickens, sus contempor¨¢neos afirmaban que era posible encontrarle en cualquier rinc¨®n de la ciudad, que es la verdadera protagonista de todas sus novelas, la ciudad a la que logr¨® cambiarle el rostro de la miseria. Pues Dickens luch¨® contra el Londres de su infancia toda su vida.
Sin embargo, el autor de Grandes esperanzas ni siquiera naci¨® aqu¨ª, sino en la vecina Portsmouth un 7 de febrero de 1812. Con dos a?os lleg¨® a Londres, y la ciudad se convirti¨® en el escenario de su vida y su obra. Una ciudad maloliente donde los ni?os de la calle, como Oliver Twist, se jugaban la vida. Dickens, que en su infancia vivi¨® en la c¨¢rcel con su padre, que estaba preso por deudas, fue toda su vida un campe¨®n de los pobres, y con la escritura y el ¨¦xito de Oliver Twist consigui¨® que la Inglaterra victoriana se volcase en encontrar una soluci¨®n para los ni?os abandonados y hu¨¦rfanos que no ten¨ªan la suerte de ser personajes de un autor benevolente como ¨¦l.
Nuestra visita comienza tom¨¢ndonos una pinta en la Charles Dickens Coffee House, cerca del Covent Garden, en el 26 de Wellington Street, en la esquina con Tavistock Street. En este lugar estuvieron las oficinas de All the Year Round, la revista que Dickens fund¨® en 1859 y en la que trabajar¨ªa hasta su muerte en 1870. Charles incluso vivi¨® aqu¨ª en un apartamento en 1860 tras separarse de su esposa, Catherine, hecho que fue un esc¨¢ndalo en su tiempo.
Mientras imaginamos la atm¨®sfera del lugar en la ¨¦poca en la que la revista publicaba por entregas Historia de dos ciudades, podemos dejarnos invadir por los deliciosos olores de los buenos restaurantes de la zona, que contrastan con los del Londres victoriano donde cualquier desplazamiento era un atentado para el olfato, como describe Dickens en su ir¨®nico art¨ªculo Omnibuses, escrito para el Morning Chronicle y publicado el 26 de septiembre de 1834.
Por fortuna, nosotros podemos abordar uno de los famosos autobuses rojos de dos pisos, modernos dinosaurios que alegran el paisaje de Londres y que nos conducen al literario barrio de Bloomsbury, donde el Museo Dickens atesora cientos de objetos del escritor en una preciosa casa victoriana cercana al Museo Brit¨¢nico. Dickens vivi¨® aqu¨ª entre 1837 y 1839 y aqu¨ª escribi¨® algunas de sus obras. Los fantasmas de la peque?a Dorrit y de David Copperfield nos llevan de la mano mientras atravesamos las calles que huelen de pronto a cerveza fermentada. La propia niebla de Londres es un personaje dickensiano: adjetivo que rinde tributo al autor m¨¢s famoso del siglo XIX. Se me ocurre que el mejor elogio que puede dar la posteridad a un escritor es que su nombre se convierta en un adjetivo. Dickensiana es la niebla en la que transitan f¨ªsica y moralmente los personajes de Charles Dickens mientras esperan obrar con rectitud y merecer el cielo del autor omnisciente. Dickensianos son los muelles del T¨¢mesis en los que los pilluelos luchan por un mendrugo de pan como lo hizo Oliver Twist y como no estuvo muy lejos de hacer el ni?o Charles.
La vida de Dickens podr¨ªa llevarnos a trav¨¦s de todo Londres, pero nos lleva al Strand, escenario de algunas de sus novelas y el lugar donde todo comenz¨®. Aqu¨ª est¨¢ la iglesia donde se casaron sus padres, y en el cercano T¨¢mesis encontramos el puente de Hungerford, cerca del cual estaba la f¨¢brica en la que Dickens trabaj¨® con 12 a?os, una experiencia que marcar¨ªa su vida y obra. Quiz¨¢ nunca hubiera llegado a ser escritor si no fuera porque su penoso trabajo se desarrollaba, para su gran verg¨¹enza, cerca de la ventana; la historia de la literatura tuvo la fortuna de que el padre de Dickens pasase por all¨ª y viese a su hijo trabajando. Conmovido, decidi¨® continuar con su educaci¨®n. Tambi¨¦n cerca est¨¢n los magn¨ªficos edificios de los Tribunales cuyo trabajo Charles satiriz¨® en Casa desolada, una de sus mejores (aunque no de sus m¨¢s populares) novelas.
Y todo termin¨® para ¨¦l y termina para nosotros en la abad¨ªa de Westminster, donde no solo se han prodigado bodas reales, sino entierros de genios. Las volutas g¨®ticas son renglones que tratan de alcanzar el gris del cielo. Y Londres rinde tributo a las palabras de sus grandes hombres con el silencio de su claustro m¨¢s ilustre. En el Poet¡¯s Corner reposan los restos de Dickens y de otros eminentes hombres de letras como Geoffrey Chaucher, Thomas Hardy y Rudyard Kipling. Una muestra del respeto de los ingleses por su literatura. Al fin y al cabo, P¨¦rez Gald¨®s no hizo menos por Madrid que Dickens por Londres y su nombre y su obra han sido olvidados por los madrile?os. Una naci¨®n que defiende su literatura es una naci¨®n que se reivindica a s¨ª misma.
Gu¨ªa
Visitas
? Museo de Charles Dickens (0044 20 7405 21 27). 48 Doughty Street. Abre a diario, de 10.00 a 17.00. Precio de la entrada, adultos, 9,35 euros.
? Charles Dickens Coffee House (0044 20 7379 77 27). Wellington Street (Covent Garden).
? Abad¨ªa de Westminster. Abre de 9.30 a 16.30 (los mi¨¦rcoles, hasta las 19.00, y los s¨¢bados, hasta las 14.30). Entrada, adultos, 21 euros.
Informaci¨®n
? Eugenia Rico es autora de la novela Aunque seamos malditas (Suma de Letras).
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