En coche y con el perro
Lecciones de historia entre M¨¢laga y Madrid, en un viaje familiar con paradas en Ja¨¦n, Santa Elena y La Mancha
El viaje en el tiempo es posible, lo experimentamos continuamente: viajar de M¨¢laga a Madrid, por ejemplo, y llegar solo una hora despu¨¦s de haber salido, o dos si elegimos el tren, eliminados los 530 kil¨®metros de distancia, el espacio. Nos obsesionamos con borrar lo intermedio, algo pr¨¢ctico para trayectos largos o para viajes de negocios, pero no siempre lo ideal para viajes de placer. ?Para qu¨¦ tanta prisa? Y los precios, que esa es otra. ?Por qu¨¦ no vamos de paseo en el coche de pap¨¢ (o mam¨¢, Miliki)? Con la ventaja a?adida de que el coste de gasolina es casi el mismo si somos uno o cinco. En el coche, adem¨¢s, entra el perro. Guau.
Antiguamente se hac¨ªa. Corrijamos el pasado a?adiendo cinturones de seguridad y una escala para descansar y disfrutar. No necesitamos semanas de vacaciones, basta con salir de M¨¢laga un viernes por la tarde y el s¨¢bado llegaremos a Madrid para comer.
En el mapa de carreteras, Ja¨¦n es un punto gordo, la escala perfecta. A mitad de camino entre M¨¢laga y Ja¨¦n, ideal para estirar las piernas, Santa Fe (Granada). All¨ª los Reyes Cat¨®licos establecieron el campamento a la espera de que Boabdil, ¨²ltimo rey musulm¨¢n de Granada, se rindiese, e Isabel, que en su tienda recibi¨® a Col¨®n, se cambiase de blusa. Aprovechemos para refrescar conceptos geogr¨¢ficos de los peques apoy¨¢ndonos en la muralla de Sierra Nevada. El pico de la izquierda es el Mulhac¨¦n, el m¨¢s alto de la Pen¨ªnsula. De nuevo on the road, ya estirados, conducimos por un paisaje que ha cambiado: un ca?¨®n que presagia la agresiva belleza de Despe?aperros. En seguida, derramada bajo el castillo g¨®tico de Santa Catalina, Ja¨¦n. Los olivos de alrededor nos recuerdan el poema de Miguel Hern¨¢ndez Andaluces de Ja¨¦n, cuyos derechos son propiedad de la Diputaci¨®n. Los derechos de nuestros recuerdos son propiedad de Jarcha.
Soportales del sur
En el centro de Ja¨¦n hay hoteles que admiten perros, y ni?os, as¨ª que dejemos las cosas en nuestra habitaci¨®n con wifi y televisi¨®n, donde los dibujos animados vencer¨¢n a los noticieros, y dirij¨¢monos al casco antiguo. El epicentro de nuestro recorrido ser¨¢ la catedral, la simetr¨ªa de sus torres rompiendo la escala de la plaza cuyos edificios descansan en soportales de otras latitudes, y es que en Ja¨¦n tambi¨¦n hace fr¨ªo, y llueve. Entre los soportales se abre el desorden de callejones salpicados de tabernas ilustres. Carteles de corridas y barras con solera, tapas contundentes, habas crudas con bacalao y servilletas arrugadas en los bajos de la barra. En la taberna El Gorri¨®n, la m¨¢s antigua, con m¨¢s de 125 a?os de historia, nos tomaremos el ¨²ltimo vino (Cola-Cao para los ni?os) y unas conservas, dej¨¢ndonos impregnar por la historia y por las voces. Si damos un paseo hasta la iglesia de la Magdalena, la m¨¢s antigua de Ja¨¦n, construida sobre una mezquita que se edific¨® sobre un templo anterior, qu¨¦ man¨ªa de arrasar, antes de llegar encontramos el palacio de los condes de Villardompardo, del que fuera virrey del Per¨², un edificio renacentista que alberga el Museo Internacional de Arte Naif y en cuyos bajos se halla uno de los pocos vestigios ¨¢rabes de esta ciudad que fue la capital de una de las taifas: los ba?os ¨¢rabes, construidos en torno al a?o 1000 y formados por varios departamentos entre b¨®vedas, arcos de herradura y las ocho puntas de las estrellas del techo que serv¨ªan de respiradero.
Tras el desayuno, pan con aceite, por supuesto, ascenderemos a la antigua fortaleza ¨¢rabe. El castillo medieval de Santa Catalina, tal como lo vemos ahora, se construy¨® despu¨¦s de la conquista de la ciudad por Fernando III el Santo, enterrado en la catedral de Sevilla. Su hijo Alfonso X ¡ªimaginamos que antes de ser Sabio¡ª coloc¨® sobre la tumba una corona de oro que fue confiscada por otro rey, Pedro I, aduciendo que no estaba segura (Pedro I el Listo, ?no?). Lo mejor del castillo es la panor¨¢mica que disfrutamos de la ciudad. Lo importante es que Ja¨¦n ha dejado de ser un punto gordo en el mapa para convertirse en una calle adoquinada que nos lleva a los soportales frente a la catedral, una taberna antigua y un castillo, m¨¢s dos batallitas de las importantes.
De nuevo en el coche ¡ªhay que llegar a Madrid¡ª, podemos hacer una parada a unos ochenta kil¨®metros, en Santa Elena, y visitar el Museo de la Batalla de Las Navas de Tolosa, asombrarnos con las armas de los combatientes (?cerca de cien mil entre ambos bandos!) y asomarnos al campo de batalla pedregoso, moteado de ¨¢rboles, donde se produjo la contienda, en julio de 1212, cuando la cruzada del papa Inocencio III y Alfonso VIII ali¨® a diferentes reyes cristianos que derrotaron a los almohades (con ese nombre es que se dormir¨ªan, pap¨¢). Vaya ganas de luchar con el calor del verano en Ja¨¦n: entre Santa Elena y Ja¨¦n, tambi¨¦n en julio, en 1808, en Bail¨¦n, el ej¨¦rcito espa?ol al mando del general Casta?os infligi¨® la primera gran derrota para un ej¨¦rcito de Napole¨®n, quien conden¨® al hasta entonces su general favorito ¡ªDupont, al mando del ej¨¦rcito franc¨¦s¡ª a no vestir m¨¢s el uniforme.
Desde Santa Elena, Madrid est¨¢ a poco m¨¢s de dos horas, al otro lado de la recta infinita de La Mancha, donde en la ¨²ltima parada breve miraremos los molinos de viento. Parecen gigantes, pap¨¢.
? Pablo Aranda es novelista y autor de Los soldados (El Aleph) y Fede quiere ser pirata (Anaya).
Gu¨ªa
El viaje
Informaci¨®n
? El viaje completo por carretera entre M¨¢laga y Madrid recorre 531 kil¨®metros, y de un tir¨®n dura unas cinco horas en coche. Entre M¨¢laga y Ja¨¦n hay 205 kil¨®metros. Entre Ja¨¦n y Santa Elena, 80. Y entre Santa Elena y Madrid, otros 257 kil¨®metros.
? Turismo de M¨¢laga (www.malagaturismo.com).
? Oficina de turismo de Ja¨¦n (www.turjaen.org).
? Castilla-La Mancha (www.turismocastillalamancha.com).
? Ayuntamiento de Santa Elena (www.santaelena.es).
? Turismo de Andaluc¨ªa (www.andalucia.org).
? Turismo de Madrid (www.esmadrid.com).
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