Marbella sin Cocteau
De la ruta del escritor franc¨¦s por la ciudad malague?a apenas queda una cafeter¨ªa y el recuerdo de alg¨²n fiest¨®n
En esas piedras de la playa, blancas y planas, o en las servilletas de los bares: hac¨ªa un dibujo y las iba regalando por ah¨ª¡±. Eso me cuenta Germ¨¢n Borrachero, antiguo director del Museo Cortijo de Miraflores, que hac¨ªa Jean Cocteau cuando bajaba a desayunar a un bar o a la cafeter¨ªa Fa¨ªna de la plaza, con las mangas de la chaqueta bien estiradas sobre los pu?os de la camisa vieja. La cafeter¨ªa Fa¨ªna es la actual cafeter¨ªa Marbella, un local con terraza entre palmeras y de los pocos que quedan en pie de aquellos lejanos sesenta, cuando las suecas se coc¨ªan como ladrillos al sol de la playa marbell¨ª. La Costa del Sol, en los sesenta, acababa de ser descubierta por los tangerinos que hab¨ªan saltado el charco despu¨¦s de la independencia de 1957, gente como Pepe Carleton o el actor Arthur Corber, dispuestos a transplantar el hedonismo y la juerga de aquel Tangerine Dream. Y encontraron eso y m¨¢s: sol, arena y espetos, y los terrenos y chumberas de Ricardo Soriano, en venta al mejor postor, como nos cont¨® Juan Bonilla en La Costa del Sol en la hora pop.
Esto eran los sesenta, pero Cocteau ya hab¨ªa visitado Espa?a antes en muchas ocasiones. En una de ellas, en 1954, le brindaron un toro en la corrida de toros del Primero de Mayo en La Maestranza de Sevilla, sobre la que escribi¨® un largo texto con dibujos de toreros que dedic¨® a Luis Domingu¨ªn y a Luis Escobar y donde dice: ¡°De Perpi?¨¢n a Gibraltar, o se es cursi o flamenco (La corrida del 1 de Mayo, en la editorial Demipage, con pr¨®logo de Antonio Olano). Cuando ven¨ªa a Espa?a se alojaba casi siempre en casa de los Neville y pasaba los d¨ªas en continua actividad, yendo a los toros, o de tertulia, o a ver flamenco de madrugada hasta caer mal¨ªsimo con un c¨®lico nefr¨ªtico-fren¨¦tico que Pastora Imperio quiso curarle con un pa?uelo impregnado en su fluido (sic). Empeor¨®. Volvi¨® a Francia de la manita siempre atenta de Francine Weisweller, su amante plat¨®nica, que fue quien lo trajo por primera vez a Marbella en abril de 1961.
Marbella y su mar de papel de aluminio; Cocteau ten¨ªa 72 a?os, restos de vida p¨¢lida. Le hab¨ªan invitado a Marbella con la intenci¨®n de convencerlo para que viniera a vivir al Cortijo Blanco, unos terrenos donde se quer¨ªa montar un Pueblo de Artistas para gente como Mingote, Alberto Closas, Conchita Montes o el mismo Cocteau, proyecto que nunca lleg¨® a cuajar. Cocteau se aloj¨® en Casa Ana, la casa de Anna Bismark, ya desaparecida, y casi enseguida empez¨® a pintar los paneles de La Maroma, la tienda de la inefable Ana de Pombo, cuatro frescos pintados con cola de conejo y arena de la playa que a?os m¨¢s tarde adquiri¨® la familia Coca. La Maroma era un sal¨®n de t¨¦, boutique, punto de encuentro y dem¨¢s asuntos que se encontraba en pleno centro y que, a pesar de las debidas bendiciones de monse?or Bocanegra desapareci¨® tragada por el furor de los sesenta. ¡°Los espa?oles encierran a sus bellezas entre rejas para que no abandonen jam¨¢s su pa¨ªs¡±, escribi¨® en franc¨¦s en una esquina de la tienda. Cocteau volvi¨® a Par¨ªs para regresar a Espa?a pocos meses despu¨¦s, en agosto del mismo a?o, cuando fue retenido en el aeropuerto de Madrid y expulsado a Francia por haber firmado un manifiesto a favor de la amnist¨ªa de los presos espa?oles. Cuando consigui¨® aterrizar le recibieron Edgar Neville, Conchita Montes, Ana de Pombo y ¡°todos los j¨®venes poetas¡±, como escribir¨ªa ¨¦l mismo en una carta a un amigo. Se aloja en Malib¨², la casa de Edgar Neville en El Rodeo que despu¨¦s comprar¨ªa Sean Connery, donde le acompa?an los Neville y su burrita por todas las fiestas de la noche marbell¨ª, fiestas en Las Ca?as, la casa de la duquesa de Alba, fiestas en el m¨ªtico El Camello de Oro de Pepe Carleton, aquella bo?te protogay en Santa Petronila tambi¨¦n desaparecida (?ad¨®nde se fue el camello? ?D¨®nde se meti¨® el oro?). Fiestas en la casa de Luis Escobar y tremendos fiestones en El Martinete, el chalet de Antonio el Bailaor, donde a¨²n se conserva en el fondo de la piscina un dibujo que el pintor realiz¨® para su amigo y que Antonio hizo reproducir en mosaico. Las fiestas en El Martinete eran de esas de puertas abiertas y habitaciones cerradas, cuartos oscuros y marihuana fresca, donde empezaban La Chunga y Antonio y acababa bailando todo el mundo sobre las mesas.
Un rinc¨®n con olivos
Alterna con bailaores como El Taroque, con toreros como Luis Miguel Domingu¨ªn, con ?ngel Caffarena. Pinta cer¨¢micas, sale de paseo por la tarde. ¡°Cuando Cocteau hablaba se callaba todo el mundo¡±, me cuenta Germ¨¢n. ¡°Eso s¨ª: solo hablaba de ¨¦l mismo; el resto le interesaba poco¡±. Y dedica largos d¨ªas de escritura al sol implacable del verano andaluz: escribe El cord¨®n umbilical (ahora traducida al espa?ol, con pr¨®logo de Alfredo Taj¨¢n), una suerte de epitafio o de ¨²ltimo suspiro que termin¨® en el oto?o de 1961. ¡°C¨®mprame un terreno que tenga olivos, donde yo pueda construirme un rinc¨®n¡±, le escribi¨® a Ana de Pombo un mes antes de morir. No pudo ser. Cocteau muri¨® en octubre de 1963, horas despu¨¦s de la muerte de Edith Piaf. Pronto se cumplir¨¢n 50 a?os: en octubre de este a?o 2013 se abrir¨¢ una fundaci¨®n con su nombre en Marbella, me cuenta Germ¨¢n, ¡°con todas las pinturas, dedicatorias y dibujos que hay que rescatar¡±, con las piedras pintadas y desaparecidas debajo de la marea urban¨ªstica que sepult¨® Marbella y el sol y que hundi¨® la costa despu¨¦s de hacer pop.
Gu¨ªa
Comer
? Cafeter¨ªa Marbella. Miguel Cano, 1? (en la esquina del Parque de la Alameda).
? Churrer¨ªa Ram¨®n (952 77 85 46). Plaza de los Naranjos.
? Restaurante La Moraga Ib¨¦rica (952 81 74 48). Ram¨®n Areces s/n. Puerto Ban¨²s. Marbella.
Informaci¨®n
? Oficina de turismo de Marbella (952 77 14 42; www.marbellaexclusive.com; www.marbella.es).
? Esther Garc¨ªa Llovet es autora de Las crudas (Ediciones del Viento).
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