El Dorado est¨¢ a 75 kil¨®metros de Bogot¨¢
Excursi¨®n al poblado de Guatavita donde la leyenda situaba el oro buscado por los espa?oles
Guatavita fue la capital religiosa de los muiscas y el epicentro de la leyenda de El Dorado, la ciudad de oro que buscaban los espa?oles en tierras andinas. Dec¨ªa la leyenda que los muiscas arrojaban este metal precioso a la laguna como ofrenda para los dioses y, desde que en 1539 llegaron a la zona los colonizadores espa?oles, grandes expedicionarios se quebraron la cabeza para conseguir sacar ese tesoro.
Hoy, Guatavita es un poblado que se encuentra a 75 kil¨®metros de Bogot¨¢. Para llegar a la regi¨®n se sale por el norte de la capital hasta Sesquil¨¦, y luego hasta el municipio de Guatavita bordeando el embalse de Tomin¨¦. Desde ah¨ª se puede acceder a la laguna en coche particular o en la furgoneta de una agencia tur¨ªstica que ofrece el servicio de ida y vuelta dos veces al d¨ªa por cuatro euros. Cuentan los habitantes de la zona que la laguna se ve de hasta cuatro colores distintos seg¨²n el d¨ªa. Hoy se ve verde, tan verde como el bosque frondoso que la rodea y que se puede disfrutar durante un recorrido de 40 minutos. El precio de la entrada a la Reserva Natural (seis euros para extranjeros, cerrada los lunes) incluye el servicio de un gu¨ªa que acompa?a la caminata por tres amplios miradores a casi 3.000 metros de altura.
La famosa leyenda proviene de los rituales religiosos en honor al sol y a la fertilidad de la Tierra que celebraba el pueblo muisca para nombrar a los caciques. Durante la ceremonia se untaba el cuerpo del heredero, habitualmente el sobrino del anterior para garantizar la pureza de la sangre real, con tierra o con un ung¨¹ento pegajoso, y se cubr¨ªa despu¨¦s con polvo de oro. Sentado en una gran balsa de juncos, rodeado de artesan¨ªas y ofrendas, el elegido se acercaba al centro de la laguna, se sacud¨ªa el oro y arrojaba al agua los objetos dorados y esmeraldas. La figura de oro que representa la ceremonia, conocida como 'La balsa muisca', es el objeto m¨¢s valioso del Museo del Oro de Bogot¨¢, donde puede contemplarse de martes a domingo.
Desde aquellos tiempos hasta hoy el nivel del agua ha descendido notablemente tras los numerosos intentos frustrados por hacerse con los tesoros de la ciudad de oro. En el siglo XVI Gonzalo Jim¨¦nez de Quesada orden¨® a sus hombres que vaciaran la Laguna de Guatavita para sacar su oro del fondo, y en 1830 un desconocido dinamit¨® uno de sus sectores para desaguarla con el mismo objetivo. Pero tras sucesivos fracasos, todos los proyectos terminaron siendo abandonados en su tiempo.
Lo cierto es que la leyenda de El Dorado contin¨²a m¨¢s que presente en nuestro imaginario occidental. En el cine, su b¨²squeda se ha reflejado como un entramado de avaricia en el filme de Carlos Saura en 1988, o como el motivo de las aventuras de Indiana Jones en el Reino de la Calavera de Cristal. Pero, ciencia ficci¨®n aparte, desde el tiempo de los muiscas nadie ha conseguido descifrar el secreto de la ciudad de oro.
Hoy en d¨ªa los pueblos originarios, especialmente los muiscas pero tambi¨¦n los mamos de la Sierra Nevada de Santa Marta, siguen celebrando reuniones y rituales a orilla de la laguna, pues gozan de un permiso especial para transitar por estos lugares sagrados de su cultura.
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