Palmera de indiano y buen precio

Por la orilla de Santurtzi que mira al abra de Getxo, la vista se fija en un palacete de 1902 con un inconfundible glamouraristocr¨¢tico. A su vera hay una palmera delatora de su querencia por lo indiano. Una veranda neocl¨¢sica pone de relieve su emplazamiento mar¨ªtimo, tras cuyos cristales ser¨ªa gozoso y nost¨¢lgico ver zarpar los ¨²ltimos vapores de la generaci¨®n del 98. Sus torreones, con altas mansardas, no ocultan el europe¨ªsmo ilustrado de esta costa particularmente urbanizada en los d¨ªas de la revoluci¨®n industrial. Bilbao queda a escasos veinte minutos de aqu¨ª.

Precio m¨ªnimo de una noche en el hotel este a?o a trav¨¦s de Booking: 48,99 euros. No parece mala opci¨®n, as¨ª es que nos deslizamos por la rampa del garaje que conduce al anexo de nueva planta sobre el que descansan en realidad las principales instalaciones del hotel. Buenas noches, nuestra tarifa hoy es de 49 euros la habitaci¨®n doble, se?alan en recepci¨®n. Conforme, nos quedamos.

A diferencia de otros sitios con viajeros incautos, el precio que se aplica aqu¨ª es el que es, no el que figura en tablilla. ?Trae coche? Entonces le debemos cobrar 13,50 euros m¨¢s por el garaje. Y otra pregunta: ?Va a desayunar con nosotros ma?ana? S¨ª, claro. Entonces, por avisarnos el d¨ªa antes, nuestra tarifa de descuento es de ocho euros.

Ciertamente, el acceso al hotel no puede ser m¨¢s amigable. Como tampoco el deambular de la clientela por sus vericuetos interiores, decorados con esa asepsia minimalista de todos los NH. Solo 24 de sus 87 dormitorios se enclavan en el hist¨®rico palacete, a la saz¨®n bien cuidados y mejor ambientados. Lo dem¨¢s es moderno, pero envejecido por la tralla del negocio. Huele a humedad en algunos pasillos. Se ven desconchones en las paredes, al igual que en el mobiliario. No demasiado, pero s¨ª inconvenientemente. En invierno puede incluso hacer fr¨ªo. En verano, el gris son las hormigas.

Un laberinto de pasillos, rellanos y escaleras producto del ensamblaje de ambos edificios parecen no conducir a ninguna parte, lo que acrecienta la sensaci¨®n de claustrofobia en d¨ªas oscuros. Apretado en un rinc¨®n del palacete original, el comedor tiene una planta trompicada, llena de escalones y recodos donde dif¨ªcilmente se engastan las mesas. Morfolog¨ªa ideal para el juego de los ni?os, que molestan con sus correteos al resto de los comensales, para sonrojo del azorado servicio. En compensaci¨®n, se cena bien. Y se desayuna mejor.

L¨¢stima que el paso incesante del tren de cercan¨ªas, desde las seis de la ma?ana hasta las once de la noche, afecte a un sector de habitaciones y provoque la mayor¨ªa de las quejas que recibe el hotel en sus encuestas de satisfacci¨®n.

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