F¨²tbol entre las vacas

Miguel Alcantud tiene debilidad por ?frica. El director viaj¨® a Mal¨ª para prepapar Diamantes negros,pel¨ªcula que acaba de estrenar y con la que gan¨® el premio del p¨²blico del ¨²ltimo Festival de M¨¢laga.

?C¨®mo es Bamako?

Cuando aterric¨¦ me llam¨® mucho la atenci¨®n el olor de la ciudad. Huele muy fuerte todo el rato y los olores se van mezclando. Es dif¨ªcil diferenciarlos. Bamako me parece un poco hostil, algo sucia y complicada. La gente est¨¢ muy encima del turista. Dentro de ese caos no te puedes perder el Gran Mercado.

?Por qu¨¦?

Todo se potencia y encuentras puestos de lo m¨¢s diversos. En los de los hechiceros, por ejemplo, hay desde cabezas de mono para realizar conjuros hasta cualquier tipo de hierba. En cuanto sales un poco y llegas al campo es totalmente distinto.

?Qu¨¦ cambia?

Ves los colores del pa¨ªs y otro ambiente. Yo pensaba que Mal¨ª era un pa¨ªs des¨¦rtico, y resulta que es verde y arcilloso. Hay un pueblo, Siby, al sureste de la capital, que es precioso; est¨¢ lleno de casitas de adobe y la gente es maravillosa.

?Y la gastronom¨ªa?

Su propuesta culinaria no es demasiado variada, pero me gust¨® mucho el sabor del capit¨¢n, un pez del N¨ªger. La costumbre manda comer con la mano derecha; la izquierda es impura. Yo soy zurdo.

?C¨®mo se las arregl¨®?

Con bastantes problemas. Primero porque te abrasas los dedos al coger la comida. El protocolo manda que hagas una albondiguilla con el arroz, la coloques en la palma y te la lleves a la boca. Con mi poca soltura con la diestra, acababa con la cara llena de arroz y la mitad de la comida en el suelo.

Costumbres...

Cuando se saludan emplean una retah¨ªla largu¨ªsima que puede durar un minuto. Es un intercambio de frases tipo: ¡®?Qu¨¦ tal el d¨ªa?¡¯, ¡®La familia, ?c¨®mo est¨¢?¡¯... En una escena rod¨¢bamos parte de ese saludo. Los artistas malienses no eran capaces de empezar por la mitad. Cada vez que repetimos comenzaban desde el principio.

?Recuerda alguna otra?

Cerca de Kalabankoro, un sitio ideal para perderte con el coche, salpicado de casitas y campo, encontramos un lugar muy curioso: un campo de f¨²tbol rodeado de una monta?a de basura. En el verde no solo hab¨ªa jugadores, sino tambi¨¦n vacas. Los chavales estaban jugando, y para llegar a la porter¨ªa ten¨ªan que esquivar no solo a los contrincantes, sino tambi¨¦n a las reses. ?frica pura.

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