Placeres capitales en Venecia

El tiempo nos hace prisioneros y cada paso que das es un paso menos, por eso te recomiendo una vez en la vida regalarte el privilegio de poder pecar y disfrutar de alguno de los placeres perfectos que ofrece Venecia y la belleza. Los pecados que se convierten en placeres capitales.

Puedes gastarte los ahorros que no sabes si tendr¨¢s tiempo de gastar, irte de luna de miel o, como dec¨ªa Truman Capote (otro asiduo del Palazzo Dandolo), tener un amigo rico, pero procura no morir sin comer, beber o amar en uno de estos rincones de la Seren¨ªsima.

Ya lo dijo Peggy Guggenheim: una vez que la ciudad te ha mirado nadie puede salvarte. Regresar¨¢s a ella una y otra vez. Volver¨¢s con una u otra excusa a la isla de los Comedores de Loto. Nada te prepara para el hechizo veneciano y nada puede apartarlo de ti, ni siquiera las hordas de turistas de un solo d¨ªa que forman un torrente humano por la Strada Nuova. Incluso en lo m¨¢s t¨®rrido del Carnaval o en lo m¨¢s alto de la temporada alta, Venecia puede ser solo tuya. Si miras hacia arriba, en lo m¨¢s alto de este poema de piedra est¨¢ el oasis perfecto para escapar no solo de la vulgaridad y de la crisis, sino tambi¨¦n de la realidad, porque esta isla est¨¢ fuera del mundo y te transportar¨¢ a otro universo en el que la vida real parece un sue?o.

Nuestra ruta por los mejores de los pecados capitales comienza en el edificio que se ha convertido en uno de los s¨ªmbolos de Venecia: el Palazzo Dandolo, sede del hotel Danieli, o, mejor dicho, de Il Danieli, porque el Danieli no es un hotel, sino que se ha convertido en un mito. En su hall con chimenea y en un baile de m¨¢scaras, Onassis encontr¨® la mirada de Mar¨ªa Callas y en una de sus habitaciones con vista a la isla de San Giorgio se consum¨® su amor por primera vez, pero no por ¨²ltima. Proust, que hab¨ªa le¨ªdo durante a?os sobre Venecia, describi¨® el sonido de las campanadas desde sus ventanas. Il Danieli es el lugar perfecto para la vida eterna y para sumergirnos en los tres pecados: comer, beber, amar. Empezaremos por el menos prohibido.

01 COMER

Nadie deber¨ªa morir sin haber gozado del restaurante con las mejores vistas y quiz¨¢ la mejor cocina de Venecia. El Terrassa del Danieli domina la plaza del Agua, que se extiende de la Salute a la isla de San Giorgio. Su chef, Gian Nicola Colucci, mezcla los sabores de Oriente y de Occidente con platos que recuperan la cocina de los dogos venecianos. Por algo el Danieli est¨¢ a pocos pasos del puente de los Suspiros y del palacio Ducal, en un extremo de la Piazza di San Marcos. Si atravesamos la piazza por la acera del caf¨¦ Flori¨¢n, escondido en una callejuela diminuta encontraremos el hotel Europa Regina, uno de los secretos bien guardados de Venecia. Su terraza, mirando a la Salute, puede ser el refugio perfecto en Carnaval, cuando las multitudes invaden la ciudad por unas horas. Aqu¨ª est¨¢ otro de mis pecados de gula favoritos, por obra y gracia del chef Alberto Fol, alma del restaurante La Cusina, que recorre Italia recuperando viejas recetas como un arque¨®logo del apetito. Su pasta povera al guazzetto di frutti di mare puede convertir a un anciano en joven y a un amargado en hombre feliz, al menos el tiempo en que dura el vino y la luna sobre la iglesia de Santa Maria della Salute. Y la ¨²ltima sorpresa para el paladar y la pecadora lengua est¨¢ al otro lado de la laguna, pero comienza en el embarcadero de San Marcos. All¨ª, en un buen d¨ªa de verano, puede o¨ªrse jurar en veinte lenguas, pero todos los pesares quedan atr¨¢s si subimos a una g¨®ndola como hizo Casanova y nos alejamos de nuevo del gent¨ªo para escondernos en la isla de la Giudecca en otro lugar m¨ªtico de Venecia: el hotel del Orient Express, el Cipriani, donde se alojan los viajeros que quieren entrar en la leyenda del tren Venecia-Simplon, el refugio de las estrellas de Hollywood durante la Mostra de Venecia.

02 BEBER

Sin salir de la Giudecca ni del Cipriani, es obligatorio acudir al Cips Club a la puesta de sol para degustar un Bellini, el c¨®ctel m¨¢s famoso de Venecia: una mezcla de zumo fresco de melocot¨®n, prosecco e ilusi¨®n. Su inventor es el barman m¨¢s famoso de la historia, el legendario Giuseppe Cipriani, fundador del Harry¡¯s Bar. Fantaseemos: un Bellini mientras vemos las nubes escarlatas sobre la Punta della Dogana tal y como podr¨ªa estarlo tomando George Clooney, habitual del Cipriani y creador ¨¦l mismo de unos cuantos c¨®cteles.

Y si queremos subir m¨¢s alto en la escala del pecado, debemos volver a la orilla del gozo, al inefable Palazzo Dandolo, donde podemos beber un vino y ver el atardecer de bronce sobre la laguna en el reci¨¦n abierto Wine Bar del Danieli, en el que el jam¨®n ib¨¦rico abraza al Barolo y otros grandes vinos italianos, algunos incluso crecidos en las islas de la laguna.

Y el otro ¨¢ngulo de este tri¨¢ngulo de las Bermudas de Venecia, en el lugar donde desaparecen los problemas, es la terraza del Europa Regina, ya entrada la noche y con las luces de los palacios encendidas sobre el Gran Canal. Debes probar el alcoh¨®lico y humilde spritz, un aperitivo t¨ªpicamente v¨¦neto que altera la percepci¨®n de nuestros sentidos como si la belleza de Venecia no nos emborrachara lo suficiente.

03 AMAR

Pero el amor es el rey de los pecados, el pecado del que todos quisi¨¦ramos pecar y que no a todos nos es concedido. Ya dijo san Agust¨ªn que el peor pecador es el que no peca porque no puede. Eros es el pecado de los dioses y el regalo con que los dioses castigan nuestros pecados.

El Danieli es el templo oficial del amor en Venecia, y de entre sus historias de amor m¨ªticas cabe recordar la de la escritora George Sand y Alfred de Musset. Decididos a vivir su amor en Italia, echaron una moneda al aire para decidir entre Roma o Venecia. Diez veces mostr¨® la moneda la cara de Venecia. Despu¨¦s de un mes hospedados en la habitaci¨®n n¨²mero 10, con vistas a la laguna y al Palazzo Ducal, Alfred cay¨® enfermo y tuvieron que llamar a un m¨¦dico italiano que salv¨® su vida, pero acab¨® con su amor. Sand y el apuesto m¨¦dico se volvieron locos el uno por el otro bajo el hechizo del Danieli.

Y tambi¨¦n en el Danieli el poeta Gabrielle d¡¯Annunzio conoci¨® a Eleanora Duse, la legendaria actriz de teatro italiana. Cuando ella se lo tropez¨® en el hall, exclam¨®: ¡°He visto el sol¡±. D¡¯Annunzio hab¨ªa escrito una obra llamada El triunfo de la muerte en la que una pareja se amaba apasionadamente en una suite del Danieli, y como todo lo que un verdadero poeta cuenta ha sucedido, est¨¢ sucediendo o va a suceder, D¡¯Annunzio se vio condenado a vivir lo que hab¨ªa escrito.

Y nuestra condena es so?ar con Venecia y volver una y otra vez a ella. Como tener miedo de la oscuridad cuando uno ha visto las estrellas.

??Eugenia Rico es la autora de El camino del diablo, Premio Llanes de Viajes 2014.

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