Bajando a la mina, tomando aspirina

Pre?ados de carb¨®n, en la superficie de los valles mineros asturianos pelea la exuberante vegetaci¨®n con los vestigios de un glorioso pasado industrial: minas que van quedando en el olvido, construcciones oxidadas y v¨ªas de ferrocarril que son como un esqueleto mec¨¢nico de las comarcas. Las cuencas mineras, las de los r¨ªos Caudal y Nal¨®n, tienen a sus espaldas un pasado de duro trabajo, luchas, huelgas y, a veces, cierta prosperidad. Y por delante, con el fin de la miner¨ªa, fuente de su econom¨ªa, un futuro incierto, tal vez negro como el negro mineral. Por eso hay quien quiere potenciar la arquitectura industrial y los valores tur¨ªsticos, naturales o gastron¨®micos de esta zona, cuyos centros urbanos m¨¢s importantes son Mieres y Langreo.

Si uno entra en las cuencas por el sur, procedente de la meseta, la primera poblaci¨®n importante con la que se topa es la de Pola de Lena. All¨ª se encuentra Santa Cristina de Lena (1). Aupada en una colina y rodeada de hermosas monta?as, es uno de los m¨¢s importantes ejemplos del prerrom¨¢nico asturiano (junto con otros como Santa Mar¨ªa del Naranco (2)?o San Miguel de Lillo (3),?en Oviedo, con los que guarda similitudes), un estilo arquitect¨®nico ¨²nico. No existe referencia a esta construcci¨®n en los documentos de la ¨¦poca, ni se conoce su finalidad (?iglesia?, ?capilla de la realeza?), pero se considera la ¨²ltima del periodo ramirense, el de mayor auge del arte asturiano, durante el reinado de Ramiro I (842-850), y es patrimonio mundial (visitas llamando al 985 49 05 25). La c¨¦lebre naturaleza asturiana, exagerada, frondosa y verde oscuro, se encarama aqu¨ª a las monta?as. Para conocerla de cerca est¨¢ el parque natural de Ubi?a (4), en Lena, reserva de la biosfera de la Unesco. O el parque natural de Redes (5)?(Prau la Feria, s/n. Campo de Caso; www.parquenaturalderedes.es/), en el que, adem¨¢s de flora y fauna, encontramos la Casa del Agua, el Museo de la Apicultura, y el de la Madera y la Madre?a, ese calzado aut¨®ctono, fabricado en madera, que permite caminar por senderos embarrados y caminos sin asfaltar. Otra forma de conocer la zona es pedalear en el anillo ciclista (6), que recorre seis municipios: Aller, Lena, Mieres, Morc¨ªn, Ribera de Arriba y Riosa.

Hubo un tiempo en que los grandes empresarios, motivados por su piedad cristiana, quisieron dar una vida decente a sus trabajadores. El poblado minero de Bustiello (7)?(a unos 12 kil¨®metros de Lena), terminado de construir en 1925 por el marqu¨¦s de Comillas para sus obreros de la Sociedad Hullera Asturiana, es el ep¨ªtome de este paternalismo industrial. En esta jaula de oro viv¨ªan los mejores mineros (y los m¨¢s obedientes). La iglesia, en lo m¨¢s alto; despu¨¦s, las casas de los ingenieros, y, abajo del todo, las de los trabajadores. En la taberna no se serv¨ªa alcohol y solo pod¨ªa leerse la prensa del marqu¨¦s. Esta curiosa y perversa utop¨ªa se recrea en el Centro de Interpretaci¨®n de Bustiello. La experiencia se puede completar bajando a la antigua mina del Pozu Espinos.

Mieres (unos 42.000 habitantes) es, junto a Langreo (unos 44.000), la ciudad m¨¢s poblada de las cuencas mineras, una especie de capital. Su ajetreada historia la convierte en centro neur¨¢lgico de las luchas mineras, desde la revoluci¨®n de 1934 hasta la huelga de 1962: la huelgona, que desde el pozo mierense Nicolasa se contagi¨® a toda Asturias y, de ah¨ª, a Espa?a. All¨ª hay una estatua en homenaje a todos los mineros muertos del mundo y otra dedicada a un escanciador de sidra. En Mieres (8)?se puede disfrutar por doquier de platos asturianos como la fabada, el pote, el cachopo (filetes de ternera rebozados con jam¨®n y queso, de moda en la regi¨®n) en lugares como El Cenador del Azul (Aller, 51), L¡¯albar (Teodoro Cuesta, 1) o Casa Flora(San Juan, 7).

Si Mieres es la cabeza de la cuenca del Caudal, a 8,5 kil¨®metros, Langreo (9)?cumple un papel similar en la del Nal¨®n. Aqu¨ª est¨¢ el famoso pozo Mar¨ªa Luisa (10), uno de los seis todav¨ªa en activo, cuatro de cuyos mineros muertos se recuerdan en la famosa canci¨®n Santa B¨¢rbara bendita. En Langreo hay m¨²ltiples museos sobre lo que aqu¨ª antes daba de comer a la gente y ahora no tanto. En el Ecomuseo Minero Valle de Samu?o (11)?uno puede montarse en un tren minero, peque?ito y amarillo, y adentrarse en la monta?a hasta la primera galer¨ªa del pozo San Luis. Luego, en superficie, se conocen el resto de instalaciones, de estilo modernista, y c¨®mo eran las dif¨ªciles relaciones laborales en la mina. Armando Palacio Vald¨¦s public¨® en 1903 la novela La aldea perdida, donde narra c¨®mo un id¨ªlico para¨ªso campesino se convirti¨® en un duro escenario industrial. En su pueblo natal, Laviana (12),?a 15 kil¨®metros de Langreo, una Casa Museo y Centro de Interpretaci¨®n recuerdan su figura y se documenta el traum¨¢tico cambio.

El Museo de la Siderurgia (13)?(MUSI. Ciudad Tecnol¨®gica de Valnal¨®n en Langreo) ocupa lo que era una enorme torre de refrigeraci¨®n, ahora pintada en vivos colores, de una antigua f¨¢brica sider¨²rgica. El museo fue reinaugurado el pasado diciembre y cuenta el proceso de fabricaci¨®n del acero y el origen de la miner¨ªa en las cuencas desde mediados del siglo XIX, cuando se empez¨® a explotar el carb¨®n masivamente. Como complemento, visita a un barrio obrero y a una de sus viviendas, o la ruta La m¨¢quina y el tiempo, centrada en locomotoras de vapor. La l¨ªnea ferroviaria que conectaba Langreo con el puerto de Gij¨®n, fundada en 1846, fue la cuarta creada en Espa?a y la primera de car¨¢cter industrial. Otra exposici¨®n, cedida por la empresa Bayer, cuenta la historia de la aspirina, pues, actualmente, Langreo es el ¨²nico productor mundial de ¨¢cido acetilsalic¨ªlico. Mientras que en El Entrego se puede visitar el Museo de la Miner¨ªa y la Industria (14)?(MUMI. El Trabanqu¨ªn, s/n), un acercamiento m¨¢s al mundo de la extracci¨®n subterr¨¢nea.

Pitu de caleya, merluza del pinchu a la sidra o rag¨² de pix¨ªn son algunos de los platos de Casa Adela?(15), en la cercana Lada. Otros restaurantes para comer en Langreo son La Toscana (Ram¨®n Bautista Claver¨ªa, 10), atenci¨®n a su premiado cachopo; la sidrer¨ªa Olimar (Gregorio Aurre, 33), recomendable su arroz con bogavante, o?Casa Olivo (Celestino Cabeza, 14), donde destacan las fabes con almejas o el lechazo. Despu¨¦s de la comilona, paseo por la ribera del Nal¨®n para observar el gran puente atirantado (16), dise?ado por Javier Manterola, e imaginar mejores tiempos vividos en esta tierra; cuando, dec¨ªan, el Nal¨®n bajaba negro, te?ido del negro carb¨®n.?

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