La viuda de Gagarin

Luis Garc¨ªa Montero adora viajar a C¨¢diz. ¡°No se me ocurre un lugar mejor a d¨®nde ir¡±, cuenta. Pero el poeta, que recita en Madrid, dentro de Veranos de la Villa, en el montaje Noche de desconcierto (10 de agosto en los Jardines de Sabatini), recuerda un viaje a Praga en los ochenta.

?A qu¨¦ fue?

Iba con una comitiva de intelectuales al Consejo Mundial de la Paz. Ese a?o, 1983, la cita era en Praga y denunciaba la proliferaci¨®n de armas nucleares.

?Con qui¨¦n viaj¨®?

La delegaci¨®n espa?ola estaba formada por Rafael Alberti, Armando L¨®pez Salinas, Juan Antonio Bardem, entre otros.

?Cu¨¢l fue su primera impresi¨®n?

Una sensaci¨®n familiar. Aunque estaba en un pa¨ªs bajo r¨¦gimen comunista y completamente diferente de Espa?a, me recordaba a la ¨¦poca franquista. Me pareci¨® un contrasentido; no lo entend¨ªa.

?Qu¨¦ visit¨®?

Nos hicieron la t¨ªpica visita oficial a una f¨¢brica. En ella descubr¨ª el concepto obrero del mes, que premiaba al trabajador que mejor hab¨ªa desempe?ado sus funciones. Me pareci¨® deprimente; una t¨¦cnica para domesticar a los trabajadores. Actualmente me encuentro una foto del empleado del mes en el s¨²per de Rota, en C¨¢diz.

?Algo menos pol¨ªtico?

Est¨¢bamos un poco fascinados por la faceta comunista del pa¨ªs. Vimos pocas cosas, pero recuerdo la belleza de la ciudad. Dos ejemplos: el impresionante barrio jud¨ªo o el puente de Carlos, del siglo XIV. Pero yo estaba a lo m¨ªo. Me atra¨ªan m¨¢s los personajes con los que me cruc¨¦.

?Famosetes comunistas?

Un poco. Estaba, por ejemplo, la viuda de Gagarin, el cosmonauta ruso que se convirti¨® el 12 de abril de 1961 en el primer ser humano en viajar al espacio en la nave Vostok 1. Un mito. Pero tambi¨¦n me cruc¨¦ con Yasir Arafat.

?Tuvo alg¨²n incidente?

Alberti realiz¨® una intervenci¨®n en el encuentro y critic¨® tanto los misiles nucleares azules, en referencia al capitalismo, como los rojos, hablando de los comunistas. Cuando baj¨® del estrado, le dije que esas palabras iban a tener consecuencias.

?Las hubo?

Al embarcar de vuelta, en el aeropuerto no encontraban la referencia de su billete. Alberti se puso nervioso. ¡°Te avis¨¦¡±, le dije. ?l empez¨® a decir que como no le dejaran salir ser¨ªa un esc¨¢ndalo. Fue un fallo de coordinaci¨®n. Al final, le dieron el billete. Regres¨¦ con una idea muy clara: ning¨²n tipo de ilusi¨®n social se puede organizar al margen de la democracia.?

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