El nuevo lujo r¨²stico

Todo lo que tocan los arquitectos del estudio RCR, Rafael Aranda, Carme Pigem y Ram¨®n Vilalta, lo convierten en¡­ planchas de acero cort¨¦n. Con este material, tra¨ªdo de un desguace de barcos en Bangladesh, tocaron la gloria al ser finalistas del Premio de Arquitectura Contempor¨¢nea Mies van der Rohe en 2009 por sus trabajos en la bodega Bell Lloc, situada en los altos de Palam¨®s, no lejos de su Olot natal. El propietario de la misma, Curt Engelhorn, bisnieto del fundador de la farmac¨¦utica Basf, no escatim¨® recursos de su inmensa fortuna para que estos arquitectos, tan laureados en Europa, tuvieran carta blanca en su proyecto de enterrar una bodega por debajo del propio vi?edo y lograr as¨ª las condiciones de humedad y temperatura requeridas para la elaboraci¨®n de unos vinos tan singulares como la propia arquitectura.

Porque lo de menos aqu¨ª es residir en la vieja mas¨ªa que sirve de casa madre, adosada a una ermita del siglo XVII y colindante con un castillo medieval, en medio de un soberbio pinar que ardi¨® el a?o pasado aunque parece recuperarse hoy con una saludable fronda. Dentro se han habilitado seis habitaciones para el hospedaje: Sams¨®, Lledoner, Xarel.lo, Moscatel, Malvasia y Garnatxa. Todas con nombre de uva y ubicadas en la planta superior. Abajo, cuentan con un peque?o comedor rough luxe¡ªcomo lo describe el due?o y que podr¨ªa traducirse como lujo r¨²stico¡ª y un porche de lo m¨¢s apetecible en verano, con vistas lejanas al mar Mediterr¨¢neo.

Pepi y ?ngel cuidan el lugar como si fuera suyo. Lo advierten en un cartel situado junto al camino de acceso: ¡°Llamad al timbre cuando entr¨¦is a la finca, subid por la rampa, girad a mano izquierda y aparcad bajo los toldos¡±. Desde ese instante, todo est¨¢ en sus manos. El rito de bienvenida, la cama, el aseo, el recreo y la comida, tan sencilla como casera y honrada. S¨ª, inolvidable, con tomates de la propia huerta y un cordero criado en la finca.

Entre tanto, un paseo por el vi?edo y la correspondiente visita a la bodega distrae a los hu¨¦spedes durante una buena parte del d¨ªa. Porque el trabajo de RCR es un verdadero goce para los cinco sentidos. La vista, en tres etapas: luz exterior, penumbra en la aproximaci¨®n a trav¨¦s de las planchas y oscuridad en el subsuelo. El tacto, en dos: fr¨ªo en el acero y c¨¢lido en las margas subterr¨¢neas. El o¨ªdo, en una: un silencio al abrigo de la brisa y los p¨¢jaros. Y, esencialmente, el gusto y el olfato. La naturaleza de un buen vino.?

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