La Ruta 66 ib¨¦rica
Tres d¨ªas en moto para recorrer la V¨ªa de la Plata, un trazado de origen romano entre M¨¦rida y Astorga que surca el oeste espa?ol
En este viaje, la carretera no es un medio, es el fin en s¨ª mismo. Y los pueblos y ciudades del camino se presentan como excusas para realizar una parada. Sucede que son muy buenas excusas: Salamanca, Zamora, Oviedo, Plasencia, C¨¢ceres, M¨¦rida, Astorga... Forman la V¨ªa de la Plata, que podr¨ªa ser el equivalente ib¨¦rico a la Ruta 66 de Estados Unidos, un mito de asfalto para moteros que cruza el pa¨ªs de costa a costa.
La de la Plata recorre el oeste espa?ol de Norte a Sur, una herencia romana para comunicar M¨¦rida con Astorga que hoy es, entre otras cosas, uno de los caminos que lleva a Santiago de Compostela. Se materializa en la carretera nacional N-630, que va desde Gij¨®n hasta Sevilla. M¨¢s de 800 kil¨®metros transcurren desde las verdes curvas asturianas hasta los bosques de olivos andaluces, pasando interminables y desiertas rectas castellanas y extreme?as donde se pierde la vista.
La recorremos en moto sin concesiones a las autov¨ªas (en la medida de lo posible), con paradas cortas, de una hora, por lo general. Y, como la ruta es el viaje, perdonamos algunas de las ciudades emblem¨¢ticas del camino para visitarlas en mejor ocasi¨®n. Con este plan, la V¨ªa de la Plata se recorre en unos tres d¨ªas, aunque podr¨ªa dar para tantos como el viajero quiera demorarse. Eso s¨ª, resultar¨ªa dif¨ªcil disfrutarla en menos de esas 72 horas.
Un puerto delicioso
La N-630 va paralela a la autov¨ªa A-66, que invita constantemente a recurrir a ella. Casi siempre se puede evitar, pero no sin esfuerzo, sobre todo a la salida de las poblaciones, cuyos carteles no parecen concebir que se escoja una nacional teniendo al costado una v¨ªa m¨¢s r¨¢pida para llegar al destino. Sin embargo, en el tramo asturiano del viaje, la autov¨ªa engulle a la nacional durante algunos kil¨®metros. No quedar¨¢ m¨¢s remedio que plegarse a ella. Ocurre, por ejemplo, al llegar a Mieres, donde, tras un precioso recorrido de 20 kil¨®metros de curvas, que discurren desde Oviedo entre monta?as y t¨²neles, no queda otra que tomar la A-66 (o dar rodeos por comarcales) hasta que la nacional vuelve a desdoblarse a la altura de Campomanes.
Volvemos a la nacional tras otros 20 kil¨®metros, los ¨²nicos por autov¨ªa de los m¨¢s de mil que marcar¨¢ el contador cuando lleguemos a Sevilla: a los 817 kil¨®metros de la N-630 sumamos algunos desv¨ªos, las entradas y salidas a las ciudades ¡ªque no siempre se hacen por el mejor camino¡ª y, por qu¨¦ no reconocerlo, alguna vuelta extra en rotondas para asegurarnos de la ruta a seguir.
Abandonamos Asturias por el puerto de Pajares, una delicia para el motero si no llueve. Tanto en un d¨ªa soleado como en otro en el que las nubes cubran algunas laderas, el paisaje es espectacular, y las curvas, ideales para las dos ruedas. En t¨¦rminos ciclistas, la monta?a se sube por la parte m¨¢s dura, con desniveles que alcanzan el 17%. Si hay que poner un pero a los 40 kil¨®metros que hay entre la subida y la bajada del puerto es que est¨¢n muy concurridos. Ya tendremos tiempo para ir solos por la carretera, pero si se puede evitar el tramo de Pajares durante el fin de semana, el disfrute ser¨¢ probablemente mayor.
El palacio de Gaud¨ª
Conforme nos acercamos a Le¨®n, el paisaje comienza a cambiar. Los verdes se tornan en amarillos y los caracoles de la carretera se hacen l¨ªneas rectas cada vez m¨¢s largas. Otro de los requisitos autoimpuestos del viaje es conducir con la luz del sol. La llegada a Le¨®n, sobre las ocho de la tarde, nos deja el resto de la noche en las animad¨ªsimas terrazas que abundan en el casco hist¨®rico de la ciudad.
La segunda jornada tiene como primer destino Astorga. La N-630, que adquiere el sobrenombre de V¨ªa de la Plata, no pasa por esta ciudad, pese a ser el punto final de la original ruta romana. Para llegar a Astorga habr¨¢ que desviarse del camino por la N-120. Y si la carretera es el viaje, en este caso una v¨ªa bacheada no ser¨ªa motivo para cambiar de itinerario si no fuera por la muy buena excusa que nos espera a 56 kil¨®metros de Le¨®n. Un tramo plagado de caminantes con destino a Santiago que nos lleva a Asturica Augusta, ciudad amurallada con un palacio dise?ado por Gaud¨ª que se suma a su catedral. Si hay tiempo, una parada en el cercano Castrillo de los Polvazares sirve para hacernos disfrutar de la preservada arquitectura popular de este pueblo de arrieros.
Seguimos siendo infieles a la N-630 para llegar otra vez a ella en Benavente, una ciudad con encanto maltratada por el autom¨®vil, especialmente su plaza mayor, inexplicablemente convertida en aparcamiento de zona azul.
El camino hasta Zamora es el ¨²nico del recorrido que no va acompa?ado por la autov¨ªa alternativa. En este tramo, la expresi¨®n ¡°ancha es Castilla¡± es literal. Empujados por 620 cent¨ªmetros c¨²bicos, devoramos kil¨®metros de asfalto sin trazar una curva. Aunque as¨ª descrito puede no parecer el para¨ªso para el motero, que suele buscar la diversi¨®n cuando la carretera se retuerce, recorrer campos de trigo y girasoles salpicados por peque?as zonas boscosas en una carretera solitaria dan para disfrutar de las dos ruedas sin girar el manillar.
Una de las caracter¨ªsticas de la N-630 es que atraviesa la zona menos poblada de Espa?a. Si sumamos esto a la alternativa de la autov¨ªa, nos encontramos con un desierto de asfalto donde se olvida que existen otros veh¨ªculos adem¨¢s del nuestro. Pasamos Salamanca y la autov¨ªa sigue invit¨¢ndonos a entrar cada tanto. En la parte del tramo que hay hasta B¨¦jar casi dan ganas de dejarse llevar por ella, ya que la nacional se convierte en una v¨ªa de servicio de la A-66 con un escueto l¨ªmite de velocidad de 60 kil¨®metros por hora que llega a desesperar. Al encontrar unas vacas transit¨¢ndola, entendemos su justificaci¨®n. La recompensa a la fidelidad llega cerca de B¨¦jar. Justo cuando nos hart¨¢bamos de las rectas, el asfalto vuelve a curvarse para dejarnos en esta ciudad empinada.
Belleza abandonada
Y aqu¨ª empieza probablemente el tramo m¨¢s bonito del camino, que llega aproximadamente hasta M¨¦rida. La monoton¨ªa de la carretera desaparece y encontramos m¨¢s vegetaci¨®n, m¨¢s curvas, m¨¢s subidas y bajadas. A un centenar de kil¨®metros de Salamanca nos desviamos a Herv¨¢s. Recorremos una carreterita de 3.000 metros para llegar a este peculiar pueblo jud¨ªo del Valle del Ambroz. All¨ª hacemos nueva noche. Carlos, que regenta el Albergue V¨ªa de la Plata ¡ªno pod¨ªamos ir a otro¡ª, un coqueto edificio junto a las v¨ªas del tren que otrora era una estaci¨®n, nos recomienda hacer un peque?o desv¨ªo a pocos kil¨®metros de Herv¨¢s para ir a Granadilla. Al d¨ªa siguiente seguimos su consejo para encontrar un pueblo abandonado en 1955, cuando se construy¨® el embalse de Gabriel y Gal¨¢n, que hoy tiene a sus pies. Desde 1985 se est¨¢ rehabilitando con escuelas-taller para su conservaci¨®n, por lo que es probable que en la visita se encuentren a j¨®venes trabajando bajo el castillo. Abandonamos Granadilla por la carretera por la que llegamos, una mezcla de comarcal con camino forestal que presenta un par de kil¨®metros casi sin asfaltar muy duros para la moto. Basta con bajar la velocidad.
El resto del camino extreme?o de la N-630 es variado y divertido. Combina rectas que recuerdan a las castellanas con preciosos bosques, curvas entre colinas y pasos por pantanos. Las tres ¨²ltimas paradas de la jornada dar¨ªan, cada una, para pasar al menos un d¨ªa en ellas: C¨¢ceres, M¨¦rida y noche en Zafra.
Ya solo quedan unos 148 kil¨®metros de ruta. Llevamos ya un rato viendo olivos que se mezclan con plantaciones doradas. Conforme nos acercamos a la capital andaluza empezamos a cruzarnos con otros veh¨ªculos, algo casi irritante despu¨¦s de disfrutar de un camino sin compa?¨ªa. Hemos recorrido ocho provincias: Asturias, Le¨®n, Zamora, Salamanca, C¨¢ceres, Badajoz, Huelva y Sevilla, donde termina el recorrido. Otra buena excusa para quedarse unos d¨ªas si el viajero quiere alargar el viaje.
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