En el bosque, la Casa de Cristal
La Glass House de Philip Johnson, cerca de Nueva York, le sirvi¨® al arquitecto como escaparate de su medi¨¢tica trayectoria
Cada a?o, del 1 de mayo hasta al 30 de noviembre, la Glass House (casa de cristal) de Philip Johnson se abre para recibir la visita de grupos reducidos. A 45 minutos en tren desde Nueva York, la casa es un hito de la arquitectura. Hay proyectos que parecen aglutinar una ¨¦poca. Construcciones que son un reflejo de estructuras sociales complejas donde lo visible compite con lo que no es tan evidente. La Glass House de Philip Johnson es uno de esos casos.
Situada en New Canaan, Connecticut, el trayecto en tren desde Grand Central (la estaci¨®n central de Nueva York) evoca un momento en el que vivir en Manhattan no era tan deseado como hacerlo en las afueras. Subimos hacia el Norte dejando atr¨¢s la densidad urban¨ªstica para adentrarnos en los frondosos bosques de Nueva Inglaterra, donde poblaciones como New Canaan eran vistas como remansos de paz. La parcela de la Glass House ocupa una superficie de casi veinte hect¨¢reas con diversos edificios y paisajes. A lo largo de medio siglo, Johnson fue a?adiendo los diferentes pabellones que articulan un espacio h¨ªbrido donde las visitas de amigos se confund¨ªan con las de sus clientes (la obra final era casi un show room), donde los diferentes estilos se suced¨ªan para configurar un cat¨¢logo de aproximaciones arquitect¨®nicas de buena parte del siglo XX.
Todo comenz¨® en 1945, cuando, tras haber pasado parte de su juventud viajando por el mundo para visitar a arquitectos como Le Corbusier o Gropius (y de paso coquetear en Alemania con los nazis), decide comprar un terreno de dos hect¨¢reas en New Canaan. Primero construir¨ªa la Glass House, una vivienda cuyos muros son de cristal, casi un reality televisivo donde poder observar la cotidianeidad del arquitecto. Por supuesto, la privacidad de esta casa, lo mismo que la de su modelo original (la Villa Farnsworth de Mies van der Rohe), quedaba garantizada por la amplia parcela donde estaba situada, alejada de cualquier mirada indiscreta. Pero la r¨¢pida difusi¨®n de la vivienda en las revistas y programas televisivos, as¨ª como en reportajes de moda donde se reflejaban las fiestas que Johnson daba con frecuencia, la convirtieron en un escenario medi¨¢tico donde la construcci¨®n era solo un punto m¨¢s en la larga lista de debates que parec¨ªa provocar.
Rico heredero
Y es que desde que el padre de Philip Johnson le dejase en herencia unas acciones de la Aluminium Corporation of America (cuyo valor se dispar¨® con los a?os), su riqueza econ¨®mica le permiti¨® no solo poner en pr¨¢ctica algunas de sus ideas en arquitectura, sino tambi¨¦n entrar en un ¨¢mbito social de artistas, pol¨ªticos, empresarios y famosos. No hay m¨¢s que ver su agenda (disponible en el centro de visitantes de New Canaan), en cuyas fichas se mezclan los nombres de Andy Warhol, Mies van der Rohe, Jackie Onassis o los Rockefeller, todos ellos invitados a sus famosas fiestas.
Tras la Glass House decidi¨® construir el pabell¨®n de invitados o Casa de Ladrillo, casi un reflejo exacto de la anterior, pero con muros ciegos. Un lugar en el que la decoraci¨®n de paneles m¨®viles con celos¨ªas, la moqueta y las luces tamizadas pretend¨ªan configurar un interior intemporal. En 1955 se construy¨® la piscina circular, y a partir de este momento Johnson fue adquiriendo una a una las fincas vecinas, modulando el paisaje a su gusto, generando una postal id¨ªlica donde cada ¨¢rbol forma parte de un plan global (Johnson se comunicaba con los jardineros a trav¨¦s de walkie-talkies para organizar las talas y as¨ª obtener su vista perfecta), salpicado por construcciones como el lago artificial y su pabell¨®n, influido por los arcos del Lincoln Center neoyorquino.
Informaci¨®n
- The Glass House (www.theglasshouse.org; +1 866 811 41 11). Rutas guiadas desde 23,50 euros.
Poco a poco, su paisaje se convirti¨® en un inmenso plat¨® donde no s¨®lo recib¨ªa a sus amigos junto a su pareja, David Whitney (juntos desde 1960 y hasta la muerte de ambos en 1995), sino donde pasaba a homenajearles: la moqueta del estudio realizada por Robert Venturi y Denise Scott-Brown, la Ghost House (casa fantasma) de alambre en referencia a Frank Gehry, la instalaci¨®n de Donald Judd, las obras de Stella, Schnabel y muchos m¨¢s en las galer¨ªas de pintura y escultura, o la torre en homenaje al bailar¨ªn Lincoln Kirstein. Al mismo tiempo, configur¨® otros espacios, como la mastod¨®ntica entrada en 1980 (casi un Richard Serra), el edificio Da Monsta de 1995 (con influencias param¨¦tricas) o las rehabilitaciones de las t¨ªpicas casas de Nueva Inglaterra de la finca. Todas ellas articulan un espacio para mostrarse, para habitar y para generar una arquitectura capaz de ampliar los debates disciplinarios.
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