Un lugar propicio a la felicidad
Ginebra atrajo tanto a Borges que all¨ª vivi¨® sus a?os finales. En la Fundaci¨®n Martin Bodmer hay manuscritos del autor argentino y de escritores como Goethe o Rimbaud
La ciudad de Ginebra parece un cuaderno escrito por Jorge Luis Borges. Te asomas a la ventana del hotel Bel Esperance y contemplas los tejados del colegio donde estudi¨® el maestro. Delante hay un ¨¢rbol donde cantan varias especies de p¨¢jaros y enumeras los idiomas que aprend¨ªa aquel adolescente cuya familia, hace cien a?os, se hab¨ªa refugiado de la guerra: franc¨¦s, lat¨ªn, alem¨¢n. Lo imaginas ya anciano cuando regres¨® a Ginebra, dirigi¨¦ndose de nuevo hacia la puerta donde hoy estudian otros muchachos. Y nos detenemos ante el escudo de 1558 que sella la entrada de la escuela Jean Calvin: ¡°Post tenebras lux¡±. Pero todav¨ªa no sabemos cu¨¢nta luz nos va a regalar este viaje.
Caminamos por el centro de la ciudad en un laberinto de calles pulcras y poderosas. Dejamos a un lado la catedral donde predic¨® Calvino y desde cuya torre se domina el coraz¨®n de la ciudad, que se derrama hacia el lago Leman, gigante azul rodeado de monta?as tras las que despuntan los Alpes. En la Gran Rue del casco viejo, esquina con la Rue Du Sautier, nos topamos con la casa donde vivi¨® Borges en sus ¨²ltimos a?os. Una placa nos avisa en franc¨¦s: ¡°De todas las ciudades del planeta, de las diversas e ¨ªntimas patrias que un hombre va buscando y mereciendo en el decurso de los viajes, Ginebra me parece la m¨¢s propicia a la felicidad¡±. El original pertenece a Atlas, escrito por Borges dos a?os antes de morir, un texto que termina con las siguientes palabras: ¡°S¨¦ que volver¨¦ siempre a Ginebra, quiz¨¢s despu¨¦s de la muerte del cuerpo¡±. Lo hab¨ªa entendido bien su compa?era de entonces, Mar¨ªa Kodama, y estamos comenzando a entenderlo tambi¨¦n nosotros. Por lo que seguimos nuestro camino hacia el cementerio de los Reyes, pasando por el parque des Bastions, entre fichas de ajedrez de tama?o humano que mueven los ginebrinos sobre un tablero trazado entre la hierba, como si pasear formara parte del inextricable juego de vivir. La literatura de Borges parece impregnar todo el barrio y, para darnos la raz¨®n, en una de las calles aleda?as nos recibe Rodrigo D¨ªaz en su librer¨ªa Albatros, dedicada heroicamente a literatura espa?ola e hispanoamericana, en cuyas estanter¨ªas hojeo uno de mis libros favoritos de Borges, El otro, el mismo. La tumba de su autor est¨¢ al fondo del cementerio, tras ¨¢rboles frondosos y otros monolitos entre los que prefiero el erigido para Robert Musil. En la l¨¢pida de Borges, Mar¨ªa Kodama responde al cortejo que el escritor le dedic¨® en uno de sus relatos m¨¢s bellos, Ulrica: ¡°De Ulrica a Javier Ot¨¢rola¡±. De Ulrica sale tambi¨¦n una de las inscripciones en ga¨¦lico: ¡°?l tom¨® su espada, Gram, y coloc¨® el metal desnudo entre los dos¡±. Siete guerreros custodian el amor imposible de la muerte con otro verso en ingl¨¦s antiguo: ¡°Y que no temieran¡±. Inspirados por el ¨ªntimo jard¨ªn, caminamos hasta la ribera donde juntan sus aguas el R¨®dano y el Arve. Miramos el magn¨¦tico encuentro recordando a Manrique y las palabras que Borges escribi¨® sobre este lugar, La Jonction: ¡°Todo lo que ata?e al agua es po¨¦tico y nunca deja de inquietarnos¡±. Pero tambi¨¦n puede ser una fiesta de confianza. Nos acercamos para comprobarlo al Jet d¡¯Eau, cuyo chorro se proyecta desde el puerto a 140 metros de altura, dibujando fabulosas formas que se arrojan de cabeza hacia el lago como juguetonas y l¨ªquidas criaturas.
Milanos y cuervos
Rodeando el lago, seguimos nuestra ruta hacia la colina de Coligny, donde se levanta una m¨ªtica mansi¨®n: Villa Diodati, alquilada por Lord Byron en el extra?o verano de 1816 para su solaz y el de sus amigos, en el que, bajo continuas tormentas, se concibieron El vampiro, de William Polidori, y Frankenstein, de Mary Shelley. Precisamente antes del verano la ciudad ha inaugurado una estatua del Monstruo en la misma plaza (de Plainpalais) donde, seg¨²n la novela, cometi¨® el primero de sus cr¨ªmenes. Milanos y cuervos sobrevuelan los jardines de adelfas de Villa Diodati, habitando los siglos e indic¨¢ndonos el camino de uno de los mejores museos del mundo, la Fundaci¨®n Martin Bodmer.
Bajo sus jardines que miran al lago se conserva una prodigiosa historia de la lectura. Papiros egipcios del Libro de los Muertos y el primer libro salido de una imprenta: la Biblia de Gutenberg; copias a mano de la Divina comedia contempor¨¢neas a Dante, la Oratoria de Cicer¨®n anotada por Petrarca, las primeras ediciones de Macbeth, El Quijote, La vida es sue?o, Fausto, Los cuentos de Ise, Las flores del mal, Moby Dick o Santuario, y, por supuesto, El Aleph y Ficciones. Aqu¨ª la literatura universal permanece viva y esenciada en maravillosos fragmentos de papel, donde los maestros perdidos siguen presentes en su caligraf¨ªa: versos aut¨®grafos de Goethe, Rimbaud, Verlaine, una hojita donde Keats escribi¨® su Oda a la melancol¨ªa, los cantos de Novalis en su letra genial y g¨®tica, una carta de Nietzsche donde firma ¡°El Anticristo¡±. Por fin, para cerrar el c¨ªrculo, nos encontramos, inesperada, la letra diminuta de Borges. Es el cuaderno que el maestro quiso estrenar con un ensayo dedicado al Ulises de Joyce, cuya primera edici¨®n, encuadernada en imponente cuero azul, duerme cercana. En la solapa del cuaderno de Borges est¨¢ impreso el que fue uno de sus poemas favoritos: If, de Kipling. Leemos: ¡°Si puedes emplear el inexorable minuto / recorriendo una distancia que valga los sesenta segundos / tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella¡±. Y sabemos que permanecemos en ese minuto, disfrutando justo de ese privilegio, en un lugar donde se narra y se canta el mejor legado del ser humano.
??Ernesto P¨¦rez Z¨²?iga es autor de la novela La fuga del maestro Tartini (Alianza).
Gu¨ªa
Informaci¨®n
??Oficina de turismo de Ginebra (www.geneve-tourisme.ch; +41 22 909 70 00).
??Fundaci¨®n Biblioteca Martin Bodmer (www.fondationbodmer.ch).
??Turismo de Suiza (www.myswitzerland.com).
{ "active": true, "code": "188057", "elementType": "offerExtension", "id": 12, "name": "GINEBRA", "service": "tripadvisor" }
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.