Un ba?o marino de azules en Italia

El mar encerrado en un edificio. Eso fue lo que el arquitecto italiano Gio Ponti logr¨® en Sorrento. Asomado a un acantilado que desciende con dramatismo hasta la bah¨ªa de N¨¢poles, el hotel Parco dei Principi es todav¨ªa el inmueble moderno y sin embargo sensual que pondr¨ªa el broche de oro a la carrera del insigne y polifac¨¦tico dise?ador italiano. El edificio terminar¨ªa adem¨¢s por convertirse en un albergue m¨ªtico, un precursor de los hoteles de dise?o, que no ha cambiado un ¨¢pice en 54 a?os de vida. Frente al Mediterr¨¢neo, con vistas al lejano Vesubio, coronando una cala de la costa de Amalfi, el mundo submarino de conchas, algas, transparencia y colores azules invade los salones, los pasillos y todas las estancias de este hotel que se hace eco de las brisas y el mar en los juegos de cer¨¢micas que cubren suelos y z¨®calos, convirtiendo los pavimentos del edificio en un calidoscopio de tonos a?iles.

Esto no es solo un hotel de cuidada arquitectura y dise?o. Esto es un escenario secreto en el que la invasi¨®n de la tierra por el mar corre paralela a la contraria, la del mar hacia la tierra. El contagio funciona aqu¨ª en ambas direcciones. Y es que el viajero que se hospeda aqu¨ª llega a la playa del hotel atravesando la roca del acantilado. Tambi¨¦n la piscina es de agua salada. Incluso el trampol¨ªn, en medio del agua, recuerda m¨¢s a un puesto de vigilante de la playa que a una plataforma para el salto.

Ponti fue un arquitecto, un artesano, un escultor y un dise?ador incansable que dedic¨® su vida a exprimir todos los campos del dise?o a su alcance. As¨ª, m¨¢s all¨¢ de ser conocido como el padre de la famosa silla Superleggera ¡ªque pesaba 1,7 kilos e ide¨® para la empresa Cassina en 1957¡ª, m¨¢s all¨¢ de haber dise?ado la inolvidable cafetera La Pavoni y adem¨¢s de idear los muebles para los grandes almacenes italianos La Rinascente, el milan¨¦s fue el m¨ªtico director de la revista Domus desde 1928 hasta que muri¨®, en 1979. S¨®lo interrumpi¨® esa labor durante seis a?os, los que dedic¨® a otra publicaci¨®n legendaria, la revista Stile. De este modo, al tiempo que informaba sobre la modernidad, su trabajo busc¨® reivindicar el ideal de una arquitectura mediterr¨¢nea: humilde pero ambiciosa, capaz de entender y potenciar el lugar, interesada en lidiar con el sol para aprovecharlo pero sin tener que sufrirlo. Fue su amigo Bernard Rudofsky ¡ªel autor del volumen fundamental Arquitectura sin arquitectos¡ª quien puso palabras a lo que Ponti llevaba a?os defendiendo. Por eso es importante este hotel ¡ªque el arquitecto italiano ide¨® con m¨¢s de 70 a?os¡ª, porque constituye un legado de lo que Gio Ponti hizo y de lo que quiso decir.

Los acabados del mobiliario y de la propia arquitectura forrada de un relieve rugoso ¡ªque interpreta, pero no mimetiza, el tacto sinuoso de los corales y las conchas¡ª dejan ver en la recepci¨®n y en las barras del bar la mano de los oficios artesanos que los construyeron. Puede que gracias a esa huella todav¨ªa evoquen un mundo on¨ªrico y marino a la vez. Pero, adem¨¢s, todo el trabajo con cer¨¢micas remite a la experiencia del dise?ador cuando, en los a?os veinte, al principio de su carrera, trabaj¨® para la empresa Richard Ginori, especializada en may¨®licas capaces de lograr el intenso colorido del azul cobalto. Desde el a?o 2013 la empresa Gucci es due?a de ese taller de ceramistas florentino que Gio Ponti dirigi¨® durante casi una d¨¦cada.

Por eso a la magia de la propia escenograf¨ªa este hotel suma el recuerdo vivo del autor de la famosa Torre Pirelli, junto a la estaci¨®n de tren de Mil¨¢n, que termin¨® sus d¨ªas dise?ando viviendas en lugares tan remotos como Caracas o Teher¨¢n. As¨ª, es este hotel sencillo y aristocr¨¢tico a la vez, fresco, acu¨¢tico y elegantemente te?ido de azul el que, posiblemente, mejor resuma la densa biograf¨ªa de un hombre que se pas¨® la vida escribiendo sobre arquitectura para defender que, en realidad, son los edificios los que deben contarla apelando a los cinco sentidos de quienes los visitan. Justo eso sucede aqu¨ª. En el legado de Ponti, cuesta decidir si manda la levedad o la riqueza. Y eso invita a so?ar a quienes llegan hasta Sorrento para descansar frente al mar.

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