Medell¨ªn, acupuntura urbana
La ciudad colombiana destaca por su audaz integraci¨®n de las barriadas pobres mediante infraestructuras p¨²blicas. El Orquideorama y la Biblioteca Espa?a se han convertido en un atractivo tur¨ªstico
Con fama de marchosa, Medell¨ªn se extiende a lo largo del r¨ªo del mismo nombre, jalonada por cerros donde se apilan las casas m¨¢s pobres. La ciudad natal de Pablo Escobar, el narco m¨¢s famoso de Colombia, ha inspirado dos recientes series, la estadounidense ¡®Narcos¡¯ y la colombiana ¡®El patr¨®n del mal¡¯, una de las favoritas de Mario Vargas Llosa. A Escobar todav¨ªa se le recuerda en ¡®souvenirs¡¯ y numerosas visitas guiadas (www.pabloescobartour.com.co), tal es el t¨¦trico fil¨®n dejado por el capo.
Pero la capital de Antioquia (de 2,4 millones de habitantes) ha pasado p¨¢gina radicalmente, y ha conseguido reinventarse y convertirse en un referente de la transformaci¨®n urbana en Latinoam¨¦rica. Primero con un metro ¨Cel ¨²nico del pa¨ªs- orgullo de sus habitantes, donde no se encuentra un papel tirado en el suelo ni una pintada en sus vagones. M¨¢s tarde, con un plan para llevar la cultura a los barrios inseguros; ahora, con un proyecto ¨CParques del R¨ªo- que pretende integrar el r¨ªo en la ciudad con un gran espacio verde, al estilo de Madrid R¨ªo. Se recomienda recorrerla en metro y con bicis p¨²blicas, que funcionan con la misma tarjeta. No es ya un destino peligroso, aunque hay que tener cuidado al anochecer. Sus habitantes, los paisa, lo recogen en el dicho ¡°no des papaya¡±, es decir, no des oportunidad a que te roben: no hay que llevar la cartera a la vista ni transitar por ciertas zonas por la noche.
9.00 Vistas desde el cerro
El matem¨¢tico Sergio Fajardo, alcalde de 2004 a 2007, fue el pionero en la transformaci¨®n de las zonas golpeadas por el narco, ubicadas en lo alto de los cerros y en periferias fuera de control. Su plan de urbanismo social consisti¨® en construir en el coraz¨®n de esas zonas bibliotecas y centros sociales. La idea, un urbanismo que aspira a alcanzar desde lo micro la gran escala, al modo de la acupuntura urbana que el arquitecto Jaime Lerner aplic¨® como alcalde de Curitiba (Brasil), se financi¨® con los beneficios de un organismo municipal de servicios, las Empresas P¨²blicas de Medell¨ªn. Un buen ejemplo del cambio urbano es Santo Domingo, adonde se puede subir en telef¨¦rico -incluido dentro de la red de metro. El mirador que lleva el nombre del barrio muestra una panor¨¢mica magn¨ªfica de Medell¨ªn. A unos pasos se encuentra la Biblioteca Espa?a (1, pinche sobre el n¨²mero para ver el mapa ampliado) uno de estos centros transformadores, construido con dinero de la cooperaci¨®n espa?ola y obra de Giancarlo Mazzanti. Es un edificio negro, de formas geom¨¦tricas, que redefine el paisaje de la monta?a. A 15 minutos en telef¨¦rico est¨¢ el parque Arv¨ª (2) (www.parquearvi.org), una gigantesca zona verde ideal para hacer senderismo o ver mariposas.
Luego tomamos el metro hasta la parada de Universidad para llegar al Jard¨ªn Bot¨¢nico (3) (www.botanicomedellin.org), donde no hay que perderse el Orquideorama, un icono de la arquitectura reciente latinoamericana, obra de los estudios Plan B y JPRCR, que explora la relaci¨®n entre arquitectura y organismos vivos: est¨¢ formado por m¨®dulos que imitan a los ¨¢rboles, coronados por hex¨¢gonos al estilo de los panales de abejas. En palabras del arquitecto colombiano Diego Barajas, ¡°es un espacio de gran valor a nivel constructivo, de creaci¨®n de atm¨®sferas, espacial y sobre todo social, ya que se convierte en un s¨ªmbolo que reactiva el sentido de pertenencia a la ciudad¡±.
12.00 Las gordas en su ciudad
Otra vez en metro, nos dirigimos hasta Alpujarra para ver la estaci¨®n de ferrocarril de Antioquia (4), que recuerda el pasado ferroviario de la ciudad, hoy extinto. All¨ª hay un viejo modelo de tren como los que un¨ªan Medell¨ªn con Bogot¨¢. Seguimos paseando por el centro hasta llegar a la Iglesia de la Veracruz, uno de los pocos edificios coloniales que quedan en pie en la ciudad, de deslumbrante color blanco y con techos de madera negra. A la salida esperan 23 enormes estatuas de Fernando Botero: sus famosas gordas, un gato gigantesco, un hombre a caballo con cabeza enana. El artista don¨® estas obras a su ciudad natal y se ubican en una plaza que lleva su nombre (5). Aqu¨ª se encuentra tambi¨¦n el Museo de Antioquia, con muestras de arte precolombino. Enfrente, el Palacio de la Cultura, de los a?os treinta del siglo XX, que hace piruetas con el estilo ecl¨¦ctico y se asemeja a una catedral italiana. La entrada es gratuita y tiene un mirador que permite una buena vista del centro.
13.30 De compras en el juzgado
Para reponer fuerzas, nada mejor que la bandeja paisa: una bomba cal¨®rica que incluye chorizo, carne de res, huevo frito, arroz y frijoles, entre otras cosas. Un buen lugar para probarla es en La Hacienda (6) (carrera 49, #52-98, www.restaurantehacienda.com). Justo al lado est¨¢ el Sal¨®n Astor (Cra. 49 #52-84, www.elastor.com.co), panader¨ªa tradicional donde sirven la tambi¨¦n t¨ªpica torta negra colombiana. No muy lejos est¨¢ el paseo peatonal Carabobo (7), atestado de todo tipo de comercios, de ropa a calzado y de DVD piratas a collares. Si entra sed, en esa calle se puede pedir a cualquier vendedor ambulante un refrescante guarapo, un zumo de ca?a muy dulce y con un toque de lim¨®n. En esta zona se encuentra el Palacio Nacional (8), un antiguo edificio de justicia convertido ahora en un sorprendente centro comercial, de estilo neocl¨¢sico. Luego tomamos un taxi hasta el cerro Nutibara, para ver la reproducci¨®n de un pueblito paisa (9).
16.30 Apuestas y atardeceres
En el parque Berr¨ªo (10) nos recibe la curiosa estatua de un buzo. La plaza es un hervidero de puestos de comida, tenderetes de adornos y apuestas. Merece la pena contemplar el espect¨¢culo de quienes apuestan con cobayas: uno de estos roedores permanece encerrado hasta que lo sueltan y puede esconderse en una de las 20 casitas disponibles. Gana quien deje su dinero sobre el escondite elegido. Cerca, los murales del parque Berr¨ªo y la iglesia de La Candelaria, la m¨¢s vieja de la urbe. Un poco m¨¢s all¨¢, el parque Bol¨ªvar, con una estatua del libertador redecorada como si fuera un p¨¢jaro. Aqu¨ª se ubica la catedral metropolitana (11), la m¨¢s grande del mundo construida con ladrillos. Conviene evitar el lugar cuando anochece. En otro parque, el de San Antonio, la escultura de Botero que representa a un p¨¢jaro result¨® da?ada en 1995 tras la explosi¨®n de una bomba que mat¨® a 23 personas. El artista don¨® una r¨¦plica de la escultura, que permanece, en homenaje a las v¨ªctimas, junto a la que result¨® desfigurada. Al atardecer, nos dirigimos en taxi al mirador del cerro Las Palmas (12), donde contemplaremos la ciudad iluminada desde las alturas. Una delicia.
20.00 Noches marchosas
Para la cena nos acercamos a la zona El Poblado, donde se concentran bares, discotecas y restaurantes. En Mondongos (13) (www.mondongos.com.co), siempre lleno, sirven buena comida colombiana; La casa de Beto (14) (Carrera 42 #9-53), tambi¨¦n colombiano, es m¨¢s econ¨®mico; Tabun (15) (www.eltabun.com) ofrece comida de Oriente Pr¨®ximo. Despu¨¦s hay que perderse en la animada vida nocturna de la ciudad, con fama en todo el pa¨ªs. En el parque Lleras (16), Medellin Beer Factory tiene cervezas locales; Mi Habana pone m¨²sica cubana, a veces en directo; y La Octava (17) es una discoteca de ambiente joven donde tomar una copa.
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