Blanes, un paseo azul marino
A la sombra de palmeras y pl¨¢tanos, el malec¨®n de la localidad gerundense, de m¨¢s de 800 metros, es un constante ir y venir
El entorno ¡ªpura Costa Brava¡ª en el que se enmarca Blanes (Girona) no hace sino acrecentar el bienestar que desprende su paseo mar¨ªtimo. Aqu¨ª los viandantes han ganado la partida a los ba?istas, y tambi¨¦n a los conductores, que se ven constre?idos al parking subterr¨¢neo. A lo largo de sus 835 metros, el curioso puede admirar 108 pl¨¢tanos y 94 pinos blancos, adem¨¢s de los 75 metros cuadrados de pit¨®sporos.
La avenida se fragmenta en tres tramos. El tipismo de las barcas marca el arranque del paseo de Cortils i Vieta, con la roca Palomera, que recibe con mar de fondo el impacto de olas. El paseo fue realizado hace dos d¨¦cadas por el estudio Fuses Viader: ¡°La idea fue obtener un espacio de plaza continuo y libre de amueblamiento urbano para utilizarlo de forma flexible¡±. El pavimento de piedra natural de Alcover (Tarragona) sustenta bancos estilizados que act¨²an de baranda respecto a la arena (la madera es la misma de las p¨¦rgolas de los bares). Y 65 palmeras washingtonias alineadas crean agradables sombras.
Uno de los espectadores sedentes no es otro que el bot¨¢nico alem¨¢n Karl Faust. Girada al norte, su estatua mira fijamente al jard¨ªn bot¨¢nico Mar i Murtra (www.marimurtra.cat), del que fue creador y fil¨¢ntropo.
Los lunes, mercadillo
Con solo atender al flujo de paseantes se adivina el d¨ªa de la semana y hasta el tiempo atmosf¨¦rico. Es f¨¢cil percibir la calidad de vida en este espacio p¨²blico: esa zona del paseo donde se instala el mercadillo de los lunes; el ascensor al club n¨¢utico; la se?al que advierte a los automovilistas del tr¨¢nsito de camareros¡
A la altura del Carrer Ample se erige el poste que revela uno de los espacios vitales del novelista Roberto Bola?o, quien pasaba ina?gotables horas de lectura bajo el rumor de este su ¡°mar magn¨ªfico¡±. Giramos la cabeza hacia el castillo de San Juan, dominador de esta bah¨ªa radiante. Da gusto respirar profundamente viendo el ir y venir de los barcos. Y tambi¨¦n degustar los calamares del caf¨¦ Terrassans.
En el monumento al Sardanista ¡ªdonde tocan coblas algunos domingos¡ª arranca el paseo de Pau Casals. A una banda, las ¨¢reas de juegos infantiles (una de ellas panor¨¢mica) y el club de vela reci¨¦n equipado con espacio de fitness y spa; a otra, el centro expositivo Casa Saladrigas (1920) y la ermita de la Esperanza, rato de quietud entre exvotos de sabor marinero.
En el tramo final, bautizado como paseo de Mestran?a, el monumento al escritor Joaquim Ruy?ra encamina a la lonja. La flota pesquera regresa de 16.00 a 18.00. A esas horas el cuerpo estar¨¢ sediento, y la sed junto al puerto nos lleva a L¡¯hivernacle, un espacio chill-out que exhibe obra del artista local Quim Serrano.
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