M¡¯Ar de Ar Aqueducto, pureza portuguesa

Ante este monumento del siglo XV, alineado frente al acueducto de ?vora, conviene reconocer que la arquitectura hotelera portuguesa atesora a veces muchos quilates de refinamiento. Lo pone de manifiesto el cuidado con que se ha acometido la restauraci¨®n del antiguo palacio de los Sep¨²lveda, el minucioso rescate de sus techos abovedados, el relieve de sus tres ventanas manuelinas, en la fachada principal, y la transformaci¨®n en salas de conferencias de su esplendorosa capilla, secundadas por las alas del Col¨¦gio de S?o Man?os, donde recib¨ªan educaci¨®n los hu¨¦rfanos de la nobleza.

Su actual uso tur¨ªstico no resta magnificencia a ning¨²n aspecto de la obra, pese a la modernizaci¨®n de su estructura y al minimalismo ortodoxo de las cajas construidas para el aposento nocturno. En la tradici¨®n de los Siza Vieira y Souto de Moura, el arquitecto Jo?o Nuno Laranjo ha perseguido la simpleza tect¨®nica y la pureza de l¨ªneas con un respeto casi reverencial a la horizontalidad del acueducto. Lo ha secundado, con la misma admiraci¨®n pl¨¢stica, el estudio Branco sobre Branco de las interioristas Paula Laranjo y Vera Moreira, a cargo de la decoraci¨®n y la conceptualizaci¨®n de todas las dependencias.

Pese a sus monumentales dimensiones, el hotel se puede resumir en un spa, un restaurante, un bar muy estiloso y 64 habitaciones segmentadas en tres categor¨ªas. Apabullantes por sus cielos altos, sus puertas tajadas de suelo a techo, su racionalismo extremo. En los cuartos de ba?o, aparte de una ba?era y una temperatura del agua regulable con mucha precisi¨®n, se regalan los sentidos con una ducha verdaderamente diluvial. Buena parte de los dormitorios miran a este castillo circular de pilastras j¨®nicas construido en 1537 para conducir el agua hasta la Pla?a do Giraldo.

Si bien es cierto que el desayuno de buf¨¦ puede desmerecer, el ofrecimiento de especialidades regionales en un comedor de b¨®vedas con atm¨®sfera neutra y sedosa es casi una invitaci¨®n a pasarse el d¨ªa entero desayunando. La cena promete mucho m¨¢s al paladar, con platos tradicionales reinterpretados y una sinfon¨ªa de espumas tan delicada como contenida.

Lo dem¨¢s es aire para respirar, saborear, mirar, tocar, escuchar¡­ Ser recibido por una plantilla con buen gusto, y la buena educaci¨®n.