NH Collection Palacio de Oquendo, a las puertas del C¨¢ceres monumental

Un escudo en m¨¢rmol con las armas de Ovando, Flores, C¨¢rdenas y Guti¨¦rrez informa de que el palacio que ocupa este hotel perteneci¨® desde el siglo XVI a Rodrigo de Ovando, hijo del comendador mayor de la orden de Calatrava y conquistador de La Hispaniola (hoy, Hait¨ª y la Rep¨²blica Dominicana). Durante los siglos posteriores, la propiedad pas¨® a manos de destacadas familias extreme?as, como los Mayoralgo, los marqueses de Castro Serna y los marqueses de Oquendo. Hasta que, en 1990, la marquesa de Camarena se lo vendi¨® a la cadena Meli¨¢, que procedi¨® a su reforma para convertirlo en el primer hotel de lujo en C¨¢ceres. Desde hace algo m¨¢s de una d¨¦cada figura adscrito a la divisi¨®n de lujo de la cadena NH.

Aparte de la fachada, adornada con almohadillones, el palacio alberga un elegante patio renacentista con un vano g¨®tico trabado en la fachada original, retranqueada sobre la actual a trav¨¦s de unas b¨®vedas latericias. Hay movimiento en su interior, bien de turistas con el plano de la ciudad desenfundado para emprender la visita del casco monumental de C¨¢ceres, bien de ejecutivos en reuniones de negocios, que compiten por sentarse los primeros en los cartesianos butacones situados junto a la escalera. Para los ¨²ltimos se han dispuesto tres salones sin el m¨ªnimo atisbo palaciego, funcionales e iluminados seg¨²n criterios corporativos.

Las habitaciones siguen en esa l¨ªnea impersonal, aunque acendrada, de dimensiones apretadas, donde solo caben como elementos decorativos la blancura de los propios edredones, unos libritos colocados sobre las mesillas de noche en maderas claras y los cosm¨¦ticos asc¨¦ticos del ba?o. Ni se?as del antiguo palacio, salvo en los dormitorios superiores, en uno de los cuales cabe disfrutar de una curiosa b¨®veda de tercelete.

Revisten cierto encanto las habitaciones abuhardilladas, especialmente si el hu¨¦sped se inventa la forma de asomar la cabeza por las claraboyas para volar sobre los tejados de la ciudad. Otras, sin embargo, no ofrecen ninguna vista a nada. Las m¨¢s, extienden sus ventanales y balcones a la plaza de San Juan, junto a la muralla ¨¢rabe.

Lo ¨²nico realmente inc¨®modo del hotel es la falta de aparcamiento. Las calles aleda?as est¨¢n abarrotadas o est¨¢n prohibidas al tr¨¢fico, por lo que no hay m¨¢s remedio que desplazarse al exterior del recinto hist¨®rico y pagar 10 euros por un garaje concertado. Es el precio de dormir en un palacio y habitar una de las ciudades m¨¢s monumentales de Espa?a.

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