Brindis con pomada menorquina en Ciudadela
Tiendas de queso, vino y sobrasada que salen al paso del visitante. Terrazas muy apetecibles, conciertos en una cantera de mar¨¦s y playas id¨ªlicas a 10 kil¨®metros
La hermana peque?a de Mallorca pas¨® casi un siglo, el XVIII, en manos de los brit¨¢nicos, soberanos de la isla a partir del Tratado de Utrecht, de 1713 (cuando tambi¨¦n obtuvieron el dominio sobre Gibraltar). Menorca ¡ªla isla m¨¢s septentrional y oriental del archipi¨¦lago balear¡ª volvi¨® a ser espa?ola en 1802. Ese remoto pasado extranjero quiz¨¢s explique que para muchos turistas espa?oles su antigua capital, Ciudadela (la actual es Mah¨®n), siga siendo un peque?o secreto viajero. Nos adentramos en la elegancia de sus callejuelas, descubrimos el peso de su rica historia y la belleza de las playas que la rodean.
9.00 Desayuno con ¡®llonguets¡¯
El equivalente del Caf¨¦ Comercial de Madrid, solo que en m¨¢s peque?o y con sabor mediterr¨¢neo, es el Bar Imperi (1) (plaza des Born, 7). Un sitio de los de siempre, con decoraci¨®n entre cl¨¢sica, r¨²stica y acogedora, con sus veladores de m¨¢rmol y sillas de madera. Muy buenos bocadillos o llonguets, con un pan que se deshace en la boca y que encantar¨¢ en su versi¨®n de sobrasada con queso. Zumos naturales, ensaimadas y el cl¨¢sico cacaolat para empezar el d¨ªa con buen pie.
11.00 Dunas y un mar turquesa
Se hicieron famosas por acoger el rodaje de una conocida marca de cervezas, pero las playas v¨ªrgenes de Algaiarens (2) ya eran antes muy apreciadas por los viajeros m¨¢s exigentes. Situadas en la zona norte de la isla ¡ªm¨¢s escarpada, rocosa y salvaje que la sur¡ª, disponen de dos aparcamientos no muy lejos de la arena y se puede llegar sin problemas desde Ciudadela, a unos 10 kil¨®metros, tanto en coche como en bicicleta. Aguas limpias color turquesa, dunas protegidas, arena fina y blanca y pocos agobios de gente.
14.00 Justo encima del puerto
Despu¨¦s de un chapuz¨®n volvemos al epicentro de la ciudad, a la plaza des Born (3), coronada por el obelisco que recuerda el pavoroso asedio turco de 1558 y la defensa del terru?o que hicieron los habitantes de Menorca. A pocos metros del ayuntamiento y encima del puerto se encuentra el restaurante Cas C¨°nsol (4) (plaza des Born, 17), con una terracita ideal para tomarse una pomada, bebida t¨ªpica a base de ginebra de Mah¨®n y limonada o un vino menorqu¨ªn, como el Binifadet blanco. Para comer: sardinas al estilo marroqu¨ª, carpaccio de salm¨®n o timbal de cordero son algunos de sus platos m¨¢s celebrados.
17.00 La ac¨²stica de la piedra
A las afueras de Ciudadela (Cam¨ª Vell, kil¨®metro 1) se encuentra la cantera de Lh¨ªtica, un paisaje entre artificial y natural que resulta sobrecogedor. Excavaciones profundas sobre el mar¨¦s (dunas fosilizadas) en una cantera que oper¨® durante dos siglos, antes de su cierre en 1994. Conocidas tambi¨¦n como Canteras de S¡¯Hostal (5), el recinto conforma todo un parque tem¨¢tico que, adem¨¢s de las grandes paredes ganadas al terreno, cuenta con un vasto paisaje vegetal en forma de jardines y huertos, as¨ª como un espacio laber¨ªntico surgido de la especial morfolog¨ªa del lugar y un parque de esculturas. En verano se celebra en su interior el festival Pedra Viva, con eventos de m¨²sica, teatro, cine y danza que este a?o arrancaron el 6 de julio y se extienden hasta el 7 de septiembre. El 31 de agosto se podr¨¢ escuchar el efecto ac¨²stico que tiene un ¨®rgano de iglesia en la gran cantera.
20.00 Deambulando por una ciudad coqueta
Uno de los mayores atractivos de Ciudadela son sus calles y el caracter¨ªstico toque que la piedra mar¨¦s otorga a sus paredes. En cuanto uno se sale de las arterias principales, se encontrar¨¢ solo en un d¨¦dalo de rincones de poder cinematogr¨¢fico. Empezaremos desde la calle de Ma¨®, que desemboca, tras pasar por la plaza Nova, en la calle de Josep Maria Quadrado (6), que quiz¨¢ inspir¨® a Josep Pla uno de sus libros m¨¢s delicados: La calle estrecha. Tiendas de quesos de Mah¨®n, vinos menorquines y sobrasadas asaltan al viajero en una recoleta arteria que conduce hasta la rutilante catedral (7). Vale la pena acceder al interior: raras veces un templo cristiano, cuya construcci¨®n comenz¨® en el a?o 1300, es tan luminoso. Despu¨¦s podemos virar a derecha o izquierda y simplemente perdernos por los preciosos recovecos de esta ciudad discreta que no presume de sus encantos. Si enfilamos hacia la derecha, llevemos nuestros pasos hacia la pintoresca plaza del Mercado, donde se encuentra el Mercat des Peix (8), bien surtido de productos del mar, verduras y embutidos. A su lado, una serie de terrazas, como la del Bar Ulises, muy simp¨¢ticas para tomar una cerveza antes de cenar. Si optamos por la derecha de la catedral y tomamos la calle de Cal Bisbe, podemos ir hacia el l¨ªmite de la ciudad amurallada, de origen medieval, y desde la calle de Sa Muradeta descender hacia el puerto (9).
21.00 Cabracho en la cueva
En una mezcla entre locales dise?ados para el turista y otros con encanto destaca el restaurante Des Port (10) (Marina, 23). En activo desde el a?o 2000 (en el pasado fue un matadero y una discoteca), se ha labrado en estos a?os una merecida fama gracias al trabajo que realizan en torno a las recetas locales, mediante la indagaci¨®n en libros medievales sobre la cocina menorquina y catalana. Trabajan con pescado fresco que capturan ellos mismos para elaborar platos deliciosos como el cap roig (cabracho), en un plato sencillo pero de gran sabor que aporta la carne del pez, aunque su precio no es barato (en torno a 30 euros). Entre los atractivos de Des Port, la propia decoraci¨®n del lugar, ya que est¨¢ construido en el interior de una cueva (aunque, si hay sitio, el ambiente portuario de la terraza merece mucho la pena). Pertenece al grupo Recibiaria, que incluye tambi¨¦n a Ses Voltes (11), espacio gastron¨®mico situado en el n¨²mero 32 de la citada calle estrecha de Josep Maria Quadrado y que cuenta con una fenomenal terraza sobre los tejados de Ciudadela y la plaza Nova a precios muy razonables.
23.00 Una copa mediterr¨¢nea
Para amantes de los c¨®cteles gentrificados, Moriarty Gintonin Club (12) (Carrer¨® del Palau, 5) es un buen lugar para terminar el d¨ªa. No solo por la calidad y variedad de sus copas (recomendable la caipiroska de fresa), sino por el se?or¨ªo del local, de paredes altas de piedra que parecen contener toda la esencia del Mediterr¨¢neo. Otra opci¨®n en la misma zona (en torno a la plaza des Born) es La Margarete (13). Un lugar animado en el que se puede conversar y bailar; lo primero, en el agradable jard¨ªn interior, y lo segundo, ya en el bar, donde se pincha buena m¨²sica en un ambiente cosmopolita.
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