Pasiones rusas en San Petersburgo

La casa de un escritor no es una simple morada. Aquellos para quienes la literatura es algo m¨¢s que evasi¨®n, distracci¨®n o, en el peor de los casos, un lujo incomprensible, conocen perfectamente la emoci¨®n de visitar el lugar donde alguien ha escrito p¨¢ginas desde las que nos ha asaltado esa turbaci¨®n que solo despiertan las palabras.

Si hay una ciudad donde se concentran algunas de las casas-museo de escritores m¨¢s interesantes, ¨¦sa es sin duda San Petersburgo. Es conocida la legendaria devoci¨®n literaria del pueblo ruso. No por casualidad es la patria de Tolst¨®i, de G¨®gol, de Ch¨¦jov, de Pasternak y de muchos otros gigantes de la edad contempor¨¢nea. Lo que tiene de particular San Petersburgo es el cruce de la literatura con la herida del exilio. Hasta all¨ª podemos peregrinar para redescubrir la huella de Vlad¨ªmir Nabokov, de Anna Ajm¨¢tova, de Joseph Brodsky o de Fi¨®dor Dostoievski.?

La sombra de un padre terrible

Podemos empezar el recorrido por la huella de Dostoievski. El vestigio de su paso por la ciudad es m¨²ltiple. En la calle Kuznechny est¨¢ su ¨²ltima residencia, donde vivi¨® entre 1878 y 1881, a?o de su muerte. Se trata de un peque?o pero confortable apartamento que se ha mantenido igual que estuvo en vida del escritor, lleno de sus objetos personales (paraguas, sombreros, libros¡­).

En su despacho, intacto, model¨® el fango que dio vida a los tres hermanos Karamazov, esas 500 p¨¢ginas dram¨¢ticamente informadas por la sombra de un padre terrible y la duda sobre la presencia de Dios. Si nuestras preferencias, en cambio, se inclinan por Crimen y castigo, entonces deberemos desplazarnos al barrio de Sennaya. En la calle Kaznacheskaya, el genio moscovita vivi¨® hasta en tres pisos. En uno de ellos formaliz¨® la terrible historia de Rodion Raskolnikov. Cerca, en la esquina de la calle Stolyarny, se ubica el supuesto ¨¢tico de Rodion, identificado ante su fachada con una estatua de su creador.

Un ni?o y las mariposas

Sin abandonar las inmediaciones, podemos dirigirnos al Museo de Nabokov, en la calle Bolshaya Morskaya, a un tiro de piedra de los jardines del Almirantazgo y de la famos¨ªsima avenida Nevski (4,5 kil¨®metros de colorista apoteosis comercial). En el palacio del siglo XIX que alberga el museo naci¨® en 1899 el autor de Lolita. Su padre fue un burgu¨¦s ilustrado, dirigente del Partido Liberal Dem¨®crata, que tuvo que exiliarse, con toda su familia, tras el triunfo de Lenin en 1917. Nabokov nunca volvi¨® a este lugar, que calificaba como su ¨²nica casa en el mundo.

En Habla, memoria, su extraordinaria autobiograf¨ªa, rememora las vivencias del ni?o petersburgu¨¦s que descubre, en ese tiempo m¨¢gico anterior a la revoluci¨®n, los lepid¨®pteros, la pol¨ªtica, la literatura y la atracci¨®n por el otro sexo como diferentes estadios simult¨¢neos de una personalidad fascinante. El libro transcurre en los largos inviernos en esta casa y, sobre todo, en los veranos infantiles en la propiedad familiar de Vira, a 75 kil¨®metros al sur, en pleno campo.?

Anna Ajm¨¢tova y Brodsky

El exilio, en su modalidad interior, propici¨® el sufrimiento un¨ªsono deotros dos grandes literatos: Anna Ajm¨¢tova y Joseph Brodsky. Entre los barrios de Smolny y Liteyny, m¨¢s all¨¢ del palacio de Invierno (sede del Ermitage) y del Jard¨ªn de Verano, est¨¢ el museo de Anna Ajm¨¢tova, en el ala sur del palacio de Sheremetyev. Aqu¨ª vivi¨® esta c¨¦lebre poeta rusa entre 1924 y 1952, desarrollando una ingente obra clandestina bajo el acoso del estalinismo. El precio de la entrada incluye la recreaci¨®n del Estudio Americano de Joseph Brodsky, otro intelectual al¨¦rgico a las unanimidades del sistema sovi¨¦tico.

Brodsky (premio Nobel de Literatura en 1987) vivi¨® en Leningrado entre 1940 y 1972, cuando emigr¨® a Estados Unidos. Su padre, de origen jud¨ªo, ostentaba la inquietante etiqueta de ¡°cosmopolita desarraigado¡±, que para Stalin era un feroz insulto. En Am¨¦rica public¨®, en 1986, Less Than One (Menos que uno), una colecci¨®n de ensayos donde se incluye la dolorosa invocaci¨®n de la vida familiar en los 40 metros cuadrados del apartamento en la avenida Liteyny, que ahora espera convertirse en la m¨¢s genuina casa-museo del poeta ruso m¨¢s grande del siglo XX.

Como dijo Milan Kundera, ¡°la memoria no filma, la memoria fotograf¨ªa¡±. Y en San Petersburgo se encuentran algunos de los daguerrotipos esenciales del convulso rastro literario de nuestro tiempo.

Joan Gar¨ª es autor del libro ¡®L¡¯¨²nica passi¨® noble¡¯ (editorial Onada).

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