Los Arcos, aqu¨ª el lujo consiste en comer bien

Qu¨¦ atractivo tendr¨¢ un hotel de factura com¨²n, en un edificio que no se deja mirar desde la calle, aderezado de obsolescencias ornamentales, con unas instalaciones m¨¢s bien limitadas, alejado del centro hist¨®rico de la ciudad y embutido entre una gasolinera y la sede provincial de la polic¨ªa nacional? De entrada, el asador denominado La Cocina de Segovia, un restaurante citado en la gu¨ªa Michelin como uno de los altares del cochinillo segoviano y galardonado con el Blas¨®n de Oro que otorga la Junta de Castilla y Le¨®n.

Pocas mesas muy bien atendidas entre arcos neomud¨¦jares de ladrillo, ¨®leos de cierto renombre, cotizadas piezas cer¨¢micas y una iluminaci¨®n equilibrada. Aqu¨ª se organizan todos los a?os con ¨¦xito de p¨²blico unas jornadas del arroz (a finales de octubre) y otras del bacalao (en junio) a 36 euros el men¨² de degustaci¨®n.

Solo por comer vale la pena recorrer los 10 minutos de avenida que separan al hotel del acueducto. O el cuarto de hora que hay desde la Plaza Mayor y la catedral segoviana. As¨ª lo intuy¨® el empresario local Paco Escorial, empleado de una cafeter¨ªa en la calle Real antes de probar fortuna en el Pa¨ªs Vasco y acertar con el complejo tur¨ªstico Almerimar, en El Ejido (Almer¨ªa), tras derribar un hotel obsoleto en medio de un campo de golf de 27 hoyos.

Su hotel segoviano est¨¢ a cargo de Juan Pablo Zahonero, responsable de la gesti¨®n del d¨ªa a d¨ªa. L¨ªneas puramente funcionales, grandes espejos de cabeceros y revestimientos parietales de madera brillante, en la l¨ªnea de los establecimientos urbanos utilitarios, con m¨¢s sentido del resguardo que del gusto. Camas impersonales, poco envolventes, de embozos cursilones. Aire acondicionado ruidoso. Est¨¦tica obsoleta y gastada. Espacios ajustados. Aunque en limpieza y mantenimiento no tienen parang¨®n en toda la ciudad. El minibar expende agua y refrescos a discreci¨®n, sin recargo en la factura.

De nuevo, los arcos triunfales deben buscarse en el ¨¢mbito del comedor, donde sus desayunos de buf¨¦ gratifican con creces a quien paga los 11 euros de vell¨®n. Con regal¨ªas para el coraz¨®n que, como dir¨ªa Pascal, la raz¨®n no entiende.