Seis escapadas muy berlinesas
De la residencia estival de Max Liebermann, en Wannsee, a un chapuz¨®n en el lago M¨¹ggelsee, pistas veraniegas en las cercan¨ªas de la capital alemana
Lujosas mansiones, palacios barrocos, pl¨¢cidos bosques, lagos enormes, historias de esp¨ªas¡ e incluso un campo de concentraci¨®n nazi. Los alrededores de Berl¨ªn se merecen dedicarle un d¨ªa para conocer otra cara distinta de la capital alemana. Basta con subirse a un tren. Desde el cojunto palaciego de Postdam, hasta barrios residenciales y pueblos encantadores, seis planes por las cercan¨ªas de Berl¨ªn para viajar durante un d¨ªa a la vieja Prusia.
1 Postdam, esplendor prusiano
Postdam, la antigua sede de la realeza prusiana, es la excursi¨®n m¨¢s popular desde Berl¨ªn. Est¨¢ solo a 25 kil¨®metroas del centro y se llega f¨¢cilmente en tren (U-Bahn). Capital de la corona de Brandeburgo, sus espl¨¦ndidos jardines y palacios son patrimonio mundial desde 1990 y salieron pr¨¢cticamente intactos de la II Guerra Mundial. Tras el concflito, los aliados eligieron el palacio de Cecilienhof para la hist¨®rica Conferencia de Potsdam, en agosto de 1945, donde se decidi¨® el destino de la Europa de posguerra.
El palacio y el parque de Sanssouci nacieron del sue?o de un rey con buen gusto, Federico II (Federico El Grande), y el trabajo de los mejores arquitectos y artistas de la ¨¦poca. Del complejo, residencia de verano del monarca, destaca el Schloss Sanssouci, donde ¨¦ste pod¨ªa estar sans souci (¡°sin preocupaciones¡±). Este edificio rococ¨® ubicado en lo alto de unas terrazas cubiertas por vides es el que atrae m¨¢s visitantes. Dentro, se visitan la Konzertsaal, sala de conciertos donde el propio rey ofrec¨ªa recitales de flauta, o la ¨ªntima Bibliothek (biblioteca), con un techo dorado, donde el rey buscaba entretenimiento entre 2.000 tomos encuadernados en piel. Tambi¨¦n se puede contemplar la Marmorsaal, elegante sala de m¨¢rmol blanco de Carrara dise?ada con el Pante¨®n de Roma como modelo y una excelente galer¨ªa de pintura -la Bildergalerie-, que alberga obras de Caravaggio, Van Dyck o Rubens. Y al salir llama la atenci¨®n la Ruinenberg, un conjunto de falsas ruinas cl¨¢sicas recortadas en la distancia, muy del gusto est¨¦tico de la ¨¦poca.
En Postdam hay otros edificios extraordinarios e interesante, como las Neue Kammern (C¨¢maras Nuevas), construidas por Knobelsdorff en 1748 como invernadero (m¨¢s tarde fue reconvertido en palacio de invitados) y rezuma opulencia rococ¨® en cada cent¨ªmetro. O el Orangerieschloss, inspirado en una villa renacentista italiana (1864); el Belvedere auf dem Klausberg, inspirado en el palacio de Ner¨®n en Roma, o el Neues Palais (palacio Nuevo), ¨²ltimo encargo de Federico el Grande, de dimensiones apabullantes, una c¨²pula central y un fastuoso exterior y un lujoso interior al gusto de la ¨¦poca. El rey raras veces se aloj¨® en ¨¦l, ya que prefer¨ªa la privacidad del Schloss Sanssouci y solo se utiliz¨® con fines representativos. Solo el ¨²ltimo k¨¢iser alem¨¢n, Guillermo II, lo us¨® como vivienda (hasta 1918).
2 El horror convertido en museo: Sachsenhausen
Los horrores del III Reich se reviven en los restos de uno de los campos de concentraci¨®n nazi m¨¢s antiguos de Alemania, en las afueras de Berl¨ªn. Sachsenhausen fue construido por prisioneros en 1936 y se convirti¨® en prototipo para otros campos de concentraci¨®n. En 1945 hab¨ªan pasado por ¨¦l unas 200 000 personas, inicialmente opositores pol¨ªticos, pero m¨¢s tarde tambi¨¦n gitanos, homosexuales, jud¨ªos y (despu¨¦s de 1939) prisioneros de guerra de Europa del Este, mayormente de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Tras la guerra, los sovi¨¦ticos hacinaron en el campo a unos 60.000 prisioneros alemanes, de los que casi una cuarta parte murieron por malnutrici¨®n y enfermedades. En 1961 se convirti¨® en monumento conmemorativo.
En la puerta de entrada, como en Auschwitz, puede leerse la c¨ªnica frase Arbeit Macht Frei ("El trabajo os har¨¢ libres¡±). Despu¨¦s, se puede entrar en diferentes barracones y edificios dispuestos en forma de abanico: la c¨¢rcel, la enfermer¨ªa o la zona de recuento, muestran las condiciones del campo y los horribles experimentos realizados por los prisioneros. Hay muchas exposiciones, pero impresionan especialmente la horca original de la zona de recuento, los instrumentos de tortura y los dibujos tallados en las paredes por los prisioneros. La muestra m¨¢s terrible trata sobre la zona de exterminaci¨®n, la Estaci¨®n Z, separada del campo. Consist¨ªa en una trinchera de ejecuci¨®n, un crematorio y una c¨¢mara de gas.
En un extremo del campo, un edificio nuevo y dos de los barracones originales albergan otra muestra sobre el campamento especial sovi¨¦tico, que recorre el per¨ªodo 1945-1950, cuando Sachsenhausen se convirti¨® en el Speziallager n? 7, un campo sovi¨¦tico para prisioneros de guerra alemanes.
3 El pedigr¨ª medieval de Spandau
Otro de los barrios berlineses que invita a una excursi¨®n en el tren de cercan¨ªas es Spandau, una agradable mezcla de zonas verdes, r¨ªos, industrias y ¨¢reas residenciales pr¨¢cticamente rurales presididas por un centro medieval famoso por su ciudadela. Spandau prosper¨® como ciudad independiente durante casi ocho siglos y no pas¨® a formar parte de Berl¨ªn hasta 1920. A¨²n hoy muchos residentes dicen que ¡°van a Berl¨ªn¡± cuando se desplaza a cualquier otro barrio de la ciudad.
La ciudadela de Spandau, del siglo XVI y una de las fortalezas renacentistas mejor conservadas del mundo, est¨¢ en una peque?a isla del r¨ªo Havel. Con su foso, el puente levadizo y los bastiones en punta de flecha es un verdadero un manual de arquitectura militar. El complejo funciona como museo, centro cultural y refugio invernal para miles de murci¨¦lagos. Desde lo alto de la torre Juliusturm se contemplan buenas vistas y en verano acoge el Citadel Music Festival.
Un paseo por Spandau debe pasar por la iglesia g¨®tica de San Nicol¨¢s y una casa g¨®tica, original del siglo XV, que adem¨¢s de ser una de las joyas del centro hist¨®rico acoge, en? la planta baja, la oficina de turismo. En el piso superior se cuenta, estancia a estancia, c¨®mo se ha vivido en Spandau a lo largo de los siglos. Destacan la sala de estar, de la ¨¦poca Biedermeier, y la cocina de finales del siglo XIX. Tambi¨¦n conviene deambular por las callejuelas medievales de Kolk, un barrio encantador que fue el primer asentamiento de Spandau, como atestiguan sus torcidas casas de entramado y un tramo de 78 metros de muralla.
El Museo de historia de la aviaci¨®n militar, a unos 10 kil¨®metros al sur de Spandau, est¨¢ ubicado en un aer¨®dromo militar usado tanto por los nazis como por la Royal Air Force. Aviones antiguos, cazas, bombarderos, helic¨®pteros y sistemas de armamento cubren la pista, entre ellos biplanos de la I Guerra Mundial, un MiG-21 ruso, un Messerschmidt ME-163 Komet y un Antonov An-14 de la ¨¦poca de la RDA.
4 Arte, arquitectura y bosque en Grunewald
Calles arboladas con mansiones y jardines adornan la zona m¨¢s lujosa de Berl¨ªn, sobre todo en los alrededores de la estaci¨®n de cercan¨ªas de Grunewald, que esconde jardines, palacios y varios museos de arte.
Tras la Segunda Guerra Mundial, esta zona qued¨® situada dentro del sector estadounidense, ubicaci¨®n que se refleja en instituciones como el Museo Aliado y el enorme consulado de Estados Unidos. Al extenso bosque de Grunewald acuden sus habitantes -y del resto de Berl¨ªn- para disfrutar del aire puro, caminar entre lagos por sus numerosos senderos que llegan hasta el r¨ªo Havel y en los que no es dif¨ªcil cruzarse con ciervos y otras especies.
Los amantes del arte se acercan a Gunewald para ver por ejemplo el Bru?cke Museum, dedicado a El puente (Die Br¨¹cke), el primer grupo de pintores modernos de Alemania creado en 1905 por Karl Schmidt-Rottluff, Erich Heckel y Ernst Ludwig Kirchner. El Puente rechaz¨® las t¨¦cnicas academicistas y experiment¨® con colores estridentes y perspectivas violentadas que allanaron el camino a los expresionistas alemanes y el arte moderno en general.
Otro de los museos de la zona es el Kunsthaus Dahlem, un centro privado instalado en el estudio del escultor de la ¨¦poca nazi Arno Breker que expone obras creadas en las dos Alemanias entre la II Guerra Mundial y la construcci¨®n del Muro de Berl¨ªn, en 1961. Su exposici¨®n inaugural, hasta junio de 2017, presenta obras de Gerhard Marcks, Bernhard Heiliger, Jeanne Mammen y Hans Uhlmann en salas de altos techos con enormes ventanales. La visita puede combinarse (con entrada com¨²n) con el cercano Bru?cke-Museum.
El tercero de los monumentos que hace que merezca la pena esta escapada a los suburbios es el Berlin Brain, una obra maestra de la arquitectura con forma de cr¨¢neo, dise?ada por Norman Foster, que alberga la Biblioteca de Filolog¨ªa de la Universidad Libre de Berl¨ªn. El interior consta de cuatro plantas dentro de un recinto con forma de burbuja y ventilaci¨®n natural, revestido de aluminio y paneles vidriados. Una membrana interna de fibra de vidrio transl¨²cido filtra la luz diurna, mientras que las dispersas aberturas transparentes permiten moment¨¢neas vistas del cielo.
Y para quienes disfruten con las historias de esp¨ªas, la visita obligada es el Museo de los Aliados. All¨ª est¨¢n, por ejemplo, la garita original del Checkpoint Charlie, un avi¨®n utilizado en el abastecimiento a¨¦reo de Berl¨ªn y un t¨²nel de espionaje reconstruido. El museo cuenta las dificultades de los aliados durante la Guerra Fr¨ªa, pero tambi¨¦n los acontecimientos que desembocaron en el derrumbe del comunismo y la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn, del que se ve un fragmento en el patio.
5 Wannsee, entre bosques y lagos
Una de las escapadas m¨¢s refrescantes puede estar en el barrio de Wannsee, que con buen tiempo resulta ideal para alejarse del bullicio urbano. Se puede navegar por el lago, caminar por el bosque, visitar una isla encantadora, realizar un circuito por un palacio prusiano o broncearse en el Strandbad Wannsee, un centro de recreo con una playa de arena de un kil¨®metro de largo. En la ribera oeste del lago hay tambi¨¦n un par de lugares interesantes vinculados con los nazis y con el pintor Max Liebermann. Desde Berl¨ªn se llega en tren de cercan¨ªas y en autob¨²s y desde Spandau por ferri.
Lo m¨¢s interesante de Wansee es el parque de Pfauninsel, un aut¨¦ntica inmersi¨®n en la naturaleza, tal como promovi¨® la corte de Federico Guillermo II en el siglo XVIII al convertir esta peque?a isla en un id¨ªlico lugar de recreo, perfecto para dejar atr¨¢s los asuntos de Estado y retozar con sus amantes en un palacio blanco, como de cuento de hadas. Llev¨® hasta all¨ª pavos reales, construy¨® una lecher¨ªa con forma de monasterio g¨®tico y cre¨® un ambiente relajado y rural. Hoy es una reserva natural, en la que no se permite fumar, ni ir en bicicleta o nadar, pero s¨ª el picnic (no hay restaurantes).
El recuerdo del siniestro pasado nazi lo encontramos en la Haus der Wannsee-Konferen, una majestuosa villa cerca del lago donde 15 oficiales nazis de alto rango se reunieron,?en enero de 1942, para ultimar los detalles de la Soluci¨®n Final: la deportaci¨®n y el asesinato sistem¨¢tico de jud¨ªos europeos en Europa del Este. Las 13 salas de la exposici¨®n, instaladas en las mismas estancias donde tuvieron lugar las discusiones, ilustran tan tr¨¢gica reuni¨®n y profundizan en las pol¨ªticas y persecuciones raciales que desembocaron en ella y en la cuesti¨®n de hasta qu¨¦ punto los alemanes corrientes eran conocedores de aquel genocidio.
Para olvidarnos de estos horrores podemos visitar el palacio de Glienick, elegante, cl¨¢sico, decorado con chimeneas de m¨¢rmol, ara?as de cristal, exquisitos muebles y rodeado por un bonito jard¨ªn. Este palacio es el resultado del viaje del pr¨ªncipe?Carlos de Prusia (1801-1883) a Italia y de su pasi¨®n por ese pa¨ªs. Solo ten¨ªa 21 a?os cuando regres¨® a Berl¨ªn con el sue?o de construir su propia villa italiana. Contrat¨® al omnipresente Karl Friedrich Schinkel para convertir una finca con jard¨ªn en un elegante complejo cl¨¢sico.
Tambi¨¦n es muy interesante la visita a la Villa Liebermann, residencia de verano de Max Liebermann, fundador de la Sezcession berlinesa, desde 1909 hasta su muerte en 1935. Enamorado del lirismo de la naturaleza, sol¨ªa pintar los jardines tal y como los ve¨ªa a trav¨¦s de la ventana de su estudio de la planta alta.
Y para finalizar, una cerveza y unas salchichas en Loreta am Wansee, un restaurante t¨ªpico con una encantadora terraza, o en el restaurante Seehaase, uno de los pocos a orillas del Wannsee y con vistas al lago preciosas.
6 K?penick, un barrio para relajarse
A solo 20 minutos en tren Berl¨ªn toma un aire pl¨¢cido y medieval. Entramos en el barrio de K?penik, una escapada popular entre los berlineses (y los viajeros que van m¨¢s all¨¢ del centro tur¨ªstico) por su hermoso castillo barroco, un pintoresco Altstadt (casco antiguo) y tres reclamos naturales: el lago m¨¢s grande de Berl¨ªn (Mu?ggelsee), su bosque m¨¢s extenso (K?penicker Stadtforst) y su colina m¨¢s alta (Mu?ggelberge, de 115 metros). Una caminata, un paseo en barca o un refrescante chapuz¨®n son perfectos para relajarse r¨¢pidamente de la vitalidad urbana o una sobrecarga de visitas tur¨ªsticas. En verano muchos berlineses acuden para nadar o remar en el lago, y a pasear por el parque para despu¨¦s terminar en una de sus agradables terrazas, como la de Krokodril, a orillas del Altstadt, con unas puestas de sol fant¨¢sticas y legendario brunch dominical.
A los ojeadores de tendencias urbanas quiz¨¢ les interese Obersch?neweide, una antigua zona industrial al noroeste del centro de K?penick que ya est¨¢n descubriendo los artistas y profesionales creativos.
El palacio de K?penick merece tambi¨¦n una visita. Es el ¨²nico palacio barroco que ha sobrevivido en Berl¨ªn, en una islita al sur del Altstadt, y que actualmente alberga una filial del Kunstgewerbemuseum (Museo de Artes Decorativas), con una rica y ecl¨¦ctica colecci¨®n de muebles, tapices, porcelana, objetos de plata, cristaler¨ªa y otros objetos renacentistas, barrocos y rococ¨®s.
M¨¢s informaci¨®n en la nueva gu¨ªa de Berl¨ªn de Lonely Planet y en www.lonelyplanet.es
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