Antequera, un fascinante laberinto
Molletes en el desayuno para ganar energ¨ªa y recorrer los d¨®lmenes, las iglesias, el museo que guarda la escultura romana de un efebo y El Torcal, un enclave k¨¢rstico ¨²nico
No es lo mismo estar en el centro que ser el centro. En este caso, s¨ª. Antequera est¨¢ en el centro de Andaluc¨ªa, es un cruce de caminos, incluidos la Via Domitia romana y el AVE. Y es un centro, un ¨®nfalos marcado por la piedra y la monta?a primordiales; un sitio declarado patrimonio mundial por la Unesco en julio de 2016. Lo era hace 7.000 a?os, cuando se construyeron sus d¨®lmenes, antes que las pir¨¢mides de Egipto. Y tambi¨¦n despu¨¦s, en el largo pique con M¨¢laga por ser capital de provincia, y di¨®cesis. En el Siglo de Oro, Oaxaca (M¨¦xico) era el virreinato de Nueva Antequera, regido por un paisano. Ahora son pocos vecinos, unos 40.000. Pero podr¨ªa considerarse que afortunados, con solo un 7% de paro. Y optimistas, desde aquella frase de m¨¢rmol: ¡°Salga el sol por Antequera¡ y sea lo que Dios quiera¡±. La dijo el infante don Fernando (de Antequera), cuando le advirtieron que iba a acometer la conquista de la plaza mora con el sol de frente. Lo consigui¨®.
9.00 Leyenda de los enamorados
A las afueras de la ciudad est¨¢ el sitio declarado patrimonio universal el pasado julio. Lo conforman tres d¨®lmenes, la Pe?a de los Enamorados y el bosque de piedra de El Torcal; cinco elementos relacionados por su orientaci¨®n, como aclar¨® el profesor de Cambridge Michael Hoskin. Hay un centro de acogida para la visita (gratuita) de los d¨®lmenes de Menga y Viera (n¨²mero 1 en el mapa), que est¨¢n juntos. Un audiovisual explica, entre otras cosas, que el primero, un espacio extraordinario por su monumentalidad, se levant¨® hacia el 3800 antes de Cristo, y el de Viera algo despu¨¦s. El tholos de El Romeral, otro monumento megal¨ªtico, queda algo m¨¢s apartado (pero bien indicado en carretera). Frente a los tres, la Pe?a de los Enamorados (2) (en una finca privada) fue punto de referencia y lugar de culto (hay abrigos con pinturas rupestres), y Washington Irving, rom¨¢ntico como era, escribi¨® una leyenda de romance de frontera.
10.00 Vista desde la alcazaba
Antes de hincar el diente a la ciudad, conviene leerla desde la alcazaba (3). Desde sus torres (no queda mucho m¨¢s) se tiene una visi¨®n en 360 grados del propio reducto, los varios cintos de murallas y puertas, la ciudad toda, la vega, y la sierra que les guarda las espaldas. Abajo, el r¨ªo de la Villa y el Henchidero, edificio que recuerda el pasado textil y la docena de f¨¢bricas que lleg¨® a tener la ciudad. El llamado Arco de los Gigantes (4) (H¨¦rcules y compa?¨ªa) da paso a un rellano donde se alza la Colegiata de Santa Mar¨ªa (5), seg¨²n planos de Diego de Silo¨¦ ejecutados por Diego de Vergara. Lo explican dentro, en un audiovisual; fue sede de una c¨¢tedra de Gram¨¢tica en el Siglo de Oro y qued¨® sin culto a finales del XVII. A la vera del templo aparecieron unas termas romanas, cuya excavaci¨®n lleva a?os parada, lo mismo que las de las ciudades vecinas de Singilia y Nescania.
11.00 Belleza pagana
Para dar con restos de Antikaria y esas otras ciudades romanas hay que bajar a la plaza del Coso Viejo. En el palacio de N¨¢jera se aloja el Museo de Antequera (6), remozado hace un lustro. All¨ª hay un efebo de bronce, tama?o natural, que justifica ¨¦l solito el viaje; seg¨²n el profesor Garc¨ªa Bellido, ¡°es la estatua romana m¨¢s bella de la Pen¨ªnsula¡±. No est¨¢ solo, la cabecita de la Afrodita de Antequera, la de Nero Germanici, los mosaicos, el columbario (tumba) de Acilia Plecusa¡ son una muestra breve pero exquisita. Como contrapunto a la belleza pagana, en el segundo piso un san Francisco de Pedro de Mena (muy similar al de la catedral de Toledo) se rodea de tallas y lienzos religiosos, algunos mexicanos (por la conexi¨®n con el virreinato).
12.00 Iglesias y cofrad¨ªas
No es la ¨²nica exposici¨®n. A solo unos pasos, el convento de las Descalzas aloja un Museo de Arte Sacro (7) (Mena, la Roldana, m¨¢s pintores mexicanos) y algo m¨¢s arriba, en la barroca Casa de Colarte, el MAD (8) (Museo de la Diputaci¨®n), con artistas del XIX. Cosa aparte son las iglesias, o las cofrad¨ªas de Semana Santa, algunas con su propio museo (como la del Socorro, en el barrio alto del Portichuelo). De la treintena de templos son imprescindibles San Pedro (9) (una catedral de recambio, por si se le conced¨ªa a la ciudad el obispado), los Remedios (10) (haciendo bloque con el Ayuntamiento y cubierto de murales) o el Carmen (11), asomado al r¨ªo, con un artesonado singular. Las cofrad¨ªas son muy ricas (no hubo saqueo en la Guerra Civil) y tienen su propio ritual semanasantero; el m¨¢s llamativo, ¡°correr la vega¡±, en la noche de Jueves y Viernes Santo, cuando suben a la carrera una cuesta portando a hombros los tronos con las im¨¢genes.
14.00 La porra, el p¨ªo y el ajoblanco
En la plaza de San Francisco est¨¢ el Mercado de Abastos (12), y all¨ª mismo el restaurante Lydia Plaza nos brinda un respiro en sus comedores o terrazas. Quedan cerca tambi¨¦n el Mes¨®n Juan Manuel (13) (San Agust¨ªn, 1), Reina (al lado) o El Angelote y Las Hazuelas (14) (Coso Viejo). Para el desayuno, los deliciosos molletes (panecillos ovalados y esponjados), y tambi¨¦n es recomendable probar la porra antequerana (especie de salmorejo), el p¨ªo antequerano (plato fr¨ªo de bacalao) o el ajoblanco. De postre, bienmesabe, pesti?os y otras frusler¨ªas que, por cierto, venden a trav¨¦s del torno las clarisas de Bel¨¦n o las descalzas. Sobremesa en El Torcal (15 . Est¨¢ a unos 17 kil¨®metros (si no se dispone de coche, cinco empresas organizan excursiones). Cuenta con centro de visitantes donde se obtiene informaci¨®n sobre el origen del complejo k¨¢rstico, uno de los mayores de Europa. Tambi¨¦n sobre flora, fauna y rutas (cortas o largas) para adentrarse en ese fascinante laberinto de piedra.
19.00 La hora bruja
El tapeo no tiene horas, pero sitios, muchos. Al caer la tarde, vistas impagables en El Escribano (16), junto a Santa Mar¨ªa, o tertulia en el Casino (17) (que era un banco: la barra sigue siendo el mismo lujoso mostrador). M¨¢s entrada la tarde, tres son las zonas calientes, calle Calzada, Coso Viejo y Alameda, en torno a la plaza de toros; en esta ¨²ltima, El Cortijo (18) pone m¨²sica chill out en la terraza, al lado del Parador (19). Y no hay que olvidar la afici¨®n flamenca: la Ni?a de Antequera tiene dedicado un mirador al pie de Santa Mar¨ªa (20), y la pe?a Juan Casillas organiza veladas dentro de los c¨¢nones locales del cante (www.turismo.antequera.es).
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