Monos humanos y divinos en Jaipur
A unos 15 kil¨®metros de la capital del Rajast¨¢n indio, decenas de macacos y langures simbolizan una religiosidad zoomorfa
En Occidente, anteponer los simios a los edificios religiosos seguramente parecer¨¢ sacr¨ªlego. No sucede as¨ª en India, donde el concepto de lo sagrado difiere notablemente de lo que hemos heredado del judeocristianismo y donde lo zoomorfo y lo antropomorfo se confunden con lo divino hasta el punto de que sobre el dintel de cualquier casa hay una imagen del dios elefante Ganesha o, al borde de un camino, una estatua del dios mono Hanuman, que ya se paseaba por los versos s¨¢nscritos del Ramayana y que con las diabluras que hacen los primates tiene, algo trastocado el orden, en su nombre todas las letras de la palabra ¡°humana¡±.
Los viajes organizados a esta regi¨®n norte del Rajast¨¢n se detienen todos en la ciudad de Jaipur, en la que no faltan atracciones dentro de ella o en las afueras, como el colosal fuerte de Amber, al que se asciende sobre elefantes gualdrapeados. Por su singularidad y por su vinculaci¨®n con Julio Cort¨¢zar, que escribi¨® de ¨¦l el op¨²sculo Prosa del observatorio, se hace insoslayable el complejo astron¨®mico de Jantar Mantar, con sus instrumentos de precisi¨®n hechos de piedra y ladrillo que orden¨® levantar el emperador mogol Jai Singh para leer ¡°el alfabeto sideral¡±, como dej¨® escrito el autor de Rayuela. Pero casi nadie asciende las colinas hasta Galta, y en eso salen gananciosos quienes suban.
Octavio Paz estuvo aqu¨ª cuando era embajador de M¨¦xico en Delhi y se inspir¨® para su ensayo ¡®El mono gram¨¢tico¡¯
Frente al Palacio de los Vientos o Hawa Mahal, el caos ruidos¨ªsimo del bazar del centro de la Ciudad Rosa de Jaipur invita al viajero a dejar de ser acosado por los vendedores de joyas y saris y concertar el precio de un tuk-tuk, ese motocarro que hace las veces de taxi y que, destartalado, parece m¨¢s m¨¢gico su funcionamiento que el de una alfombra voladora. Negociado, el monto no tiene por qu¨¦ superar las 400 rupias, e incluye el rato de espera del conductor mientras se visitan los templos. La palabra regateo cobra su verdadero significado cuando el min¨²sculo veh¨ªculo arranca y empieza a driblar y regatear a los otros innumerables usuarios de la v¨ªa.
Ya llegados, a izquierda y derecha hay construcciones y algunos santones y sacerdotes. Se dice brahm¨¢n y parece que quien lo sea haya de verse investido de una magnificencia at¨¢vica, pero estos miembros de la casta, como casi todos los del pa¨ªs, visten humildemente y hasta con cierta menesterosidad. Al entrar en los templos hay que descalzarse, y se nos pone en la frente, entre las cejas, un poco de esa pasta rojiza o anaranjada, la tikka, que se prodiga en los lugares de culto de India, signo de bienvenida y apertura a lo trascendente.
Sita y Rama
Monos, muchos monos (macacos y langures) saltan, corren, se persiguen, arrastran a sus cr¨ªas, juegan, nos miran con curiosidad si detectan alimentos o nos condenan al ostracismo si no logramos despertar su inter¨¦s. Hay una construcci¨®n abierta, como una veranda, que ofrece excelentes vistas del conjunto de multiplicadas c¨²pulas (chhatris) y que da paso a una alberca junto a la cual hay otros templos. En unos y otros, y notablemente bien conservados, muchos frescos que narran las aventuras de Sita y Rama, el rapto de aquella por el demonio Ravana y el rescate que emprenden Rama y Hanuman. Tambi¨¦n hay murales con im¨¢genes de Krishna y las lecheras (gopis). En lo alto, dominando un estanque y un templo en mitad de una garganta, destaca el templo dedicado al dios solar Surya.
Octavio Paz estuvo aqu¨ª cuando era embajador de M¨¦xico en Delhi y dej¨® de su visita y de la rememoraci¨®n de esta, escrita a?os despu¨¦s, el hipn¨®tico testimonio de El mono gram¨¢tico, donde importa m¨¢s el camino a Galta que el lugar en s¨ª. Y sin embargo, sin apenas turistas pero con peregrinos que refrendan la idea paciana del camino, el paraje es algo que nadie que llegue a Jaipur deber¨ªa perderse. ?l viaj¨® aqu¨ª en 1967 en compa?¨ªa de su segunda esposa, Marie-Jo, y de su secretario particular, Eusebio Rojas Guzm¨¢n, quien tir¨® algunas de las fotos que ilustran El mono gram¨¢tico. Entre febrero y abril de 1968, el poeta acogi¨® en la embajada a Cort¨¢zar y Aurora Bern¨¢rdez. Meses despu¨¦s renunciar¨ªa al puesto diplom¨¢tico en protesta por la matanza de Tlatelolco.
Por las celos¨ªas se adivina la decrepitud tambi¨¦n de los interiores, y un manantial llena los dos estanques comunicados junto a los cuales se espulgan los monos ante los ojos verdes del agua, al pie de escalinatas y ¡°balcones a la andaluza¡±, seg¨²n Paz.
Gu¨ªa
- Jaipur se encuentra a 260 kil¨®metros por carretera al suroeste de Nueva Delhi.
- El complejo de templos de Galta se encuentra a las afueras de Jaipur.
- Oficina de turismo de Jaipur.
- Oficina de turismo de Rajast¨¢n.
- Turismo de India.
Al partir, una vaca est¨¢ pariendo sin dejar de caminar, una vaca est¨¢ partiendo sin dejar de parir. Placenta y ternero ponen una nota de asombro animal que se suma al que suscitan los monos. Es la estaci¨®n de las lluvias, y antes de llegar al hotel, entre motos que milagrosamente no se chocan entre s¨ª, bicicletas y ?rickshaws, coches que se esquivan y peatones que atropellan, reses y camiones de los que cuelgan invocando la buena suerte crines de b¨²falos, comienzan a caer unas gotas que pronto son manada y que entran, como los monos por donde se les antoja, sesgadamente en el peque?o motocarro sin puertas. Una estampa de Shiva junto al volante remeda los murales que han quedado atr¨¢s y que vuelven a recibir, lomas arriba, las puras abluciones del monz¨®n.
Antonio Rivero Taravillo es autor del libro sobre Irlanda En busca de la Isla Esmeralda (Editorial F¨®rcola).
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