Un meteorito de piel y huesos en Plasencia
El Palacio de Congresos de la ciudad extreme?a, del estudio Selgascano, interpreta el paisaje y abre nuevas perspectivas sobre la ciudad extreme?a
Viajar por muchas ciudades y pueblos espa?oles suele revelar una paradoja: cuanto m¨¢s cuidado se dedica a proteger el patrimonio hist¨®rico, m¨¢s se descuida cualquier urbanismo que vaya m¨¢s all¨¢ de la conservaci¨®n del pasado. El nuevo Palacio de Congresos de Plasencia trata de romper esa mala costumbre.
Instalado como un canchal gigante, el mayor de los que salpican el paraje protegido conocido como El Berrocal, que se?ala el norte en la ciudad, el edificio del estudio de arquitectura madrile?o Selgascano ¡ªJos¨¦ Selgas (San Sebasti¨¢n, 1965) y Luc¨ªa Cano (Madrid, 1965)¡ª es lo primero que se ve al acercarse a la urbe que fundara Alfonso??VIII a finales del siglo XII. Sin embargo, es imposible adivinarlo desde esa distancia. M¨¢s que ning¨²n otro inmueble, este auditorio es uno por fuera y otro por dentro. Por eso es necesario entrar en ¨¦l ¡ªde momento las visitas, previa cita, son gratuitas¡ª para romper el enigma externo. Cuando uno llega hasta la rampa naranja de acceso se da cuenta de inmediato de que el ejercicio de rotundidad externo se ha transformado en un trabajo de sutileza. Casi no hace falta recorrerlo, basta con pisarlo para asombrarse ante detalles de arquitecto-inventor, como la verja que cierra la rampa.
Una vez dentro, el visitante pasar¨¢ de la sorpresa a congraciarse con una decisi¨®n urban¨ªstica valiente, capaz de imaginar otro futuro para la ciudad y hasta de redescubrir el paisaje circundante desde otro punto de vista. Eso es lo que ofrece la mejor arquitectura: audacia y nuevas perspectivas. Y, como la vanguardia m¨¢s lograda, este es un edificio que abofetea y enamora a partes iguales, un icono rompedor que apunta caminos y trata de acabar con los prejuicios. Veamos por qu¨¦.
M¨¢s que ning¨²n otro edificio, este auditorio es uno por fuera y otro por dentro. Por eso es necesario entrar en ¨¦l
Al norte de C¨¢ceres, junto al valle del Jerte y La Vera extreme?a, Plasencia ha sido y es una ciudad de comerciantes. Con una poblaci¨®n de 42.000 habitantes, tiene hoy abiertos m¨¢s de 1.000 comercios. Su propia fiesta grande, el Martes Mayor, consiste en la celebraci¨®n de un mercado en la plaza Mayor y en la explanada del Parque de los Pinos. Hace 100 a?os, el pintor Joaqu¨ªn Sorolla retrat¨® ese momento. El pasado agosto, descendientes de los retratados por Sorolla conmemoraron con la bisnieta del pintor el centenario del lienzo. Una ciudad de comercios ha sido siempre sin¨®nimo de una urbe con amplitud mental. Y un lugar que cuida tan celosamente sus tradiciones y escenarios tiene que apoyar, y festejar, la arquitectura que la har¨¢ crecer por su periferia, sin amenazar el pasado, al contrario: arrop¨¢ndolo.
As¨ª, este icono que parece aterrizado en el paisaje se descubre literalmente arraigado en ¨¦l, como un canchal m¨¢s. Comercialmente, los datos de los congresos ya celebrados en el edificio son alentadores y hablan de ampliar el mercado placentino al llamado turismo de congresos. Siendo una gran noticia, ser¨ªa un error no prever que un edificio tan singular como este va a aumentar sobre todo el turismo cultural, tanto por su contenido ¡ª¨®peras, conciertos y representaciones teatrales¡ª como por su contenedor. As¨ª, el Auditorio de Plasencia pone al d¨ªa la audacia que desplegaron en el pasado Juan Franc¨¦s, Alonso de Covarrubias o Diego de Silo¨¦ en las emblem¨¢ticas catedrales ¡ªla vieja y la nueva¡ª que coronan el centro hist¨®rico de esta ciudad. Tras m¨¢s de una d¨¦cada de espera para su inaugurci¨®n, el nuevo edificio anuncia que al pasado noble se suma un futuro en construcci¨®n.
Material intrigante
El rotundo auditorio, facetado y perforado con un mirador sobre el paisaje, convierte un canchal en un diamante. Este meteorito de piel y huesos, forrado de un material intrigante como el efte (un pol¨ªmero termopl¨¢stico) y sustentado por una osamenta met¨¢lica, defiende una arquitectura hecha a mano con materiales industriales. Por eso habla a la vez de futuro y de tradici¨®n. Su ingenioso dise?o es un cat¨¢logo de recursos de la arquitectura tradicional puestos al d¨ªa. El hormig¨®n y el yeso est¨¢n aqu¨ª tratados con el ingenio de la vanguardia, que lleva a apostar por cromatismos envolventes, a romper la simetr¨ªa de las butacas ¡ªpara hacer m¨¢s seguro el descenso al escenario¡ª o a convertir los juegos de la tapicer¨ªa de las butacas en un marco vibrante. Nada es aburrido en el trabajo de Selgascano, pero nada es tampoco anecd¨®tico: todo est¨¢ concienzudamente pensado para apostar fuerte controlando sin embargo el riesgo. Se trata de llevar la arquitectura y sus servicios m¨¢s all¨¢ de lo que la mayor¨ªa de los ciudadanos somos capaces de imaginar. En eso reside su valor: en anticipar y en resistir. Como prueba de esa fortaleza baste recordar de nuevo que se trata de un edificio inaugurado con casi 10 a?os de retraso que no ha perdido, sin embargo, un ¨¢pice de frescura y osad¨ªa. Eso sucede porque la fuerza de su propuesta no est¨¢ asociada a ninguna moda. Al rev¨¦s, cualquier rinc¨®n en su interior es visto como una oportunidad para el esfuerzo, para la invenci¨®n de una arquitectura ilusionante que se recoge en el exterior y se acerca amable, dispuesta y entregada en el interior.
Extremadura se ha convertido en la comunidad con m¨¢s edificios de Selgascano. Aqu¨ª se encuentran tambi¨¦n el Palacio de Congresos de Badajoz y la Factor¨ªa Joven de M¨¦rida del mismo estudio. Pero hay m¨¢s proyectos de inter¨¦s arquitect¨®nico. Mientras que con el premiado hotel Atrio, de Tu?¨®n y Mansilla, C¨¢ceres ha optado por retocar el pasado con valent¨ªa, otros lugares, como Plasencia o Badajoz, refuerzan su patrimonio hist¨®rico con un despliegue creativo sin apenas parang¨®n.
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