Los tesoros desconocidos de Florencia
M¨¢s all¨¢ del Duomo y los Uffizi, la ciudad italiana esconde maravillas como San Miniato al Monte y los frescos de Fra Ang¨¦lico en el convento de San Marcos
"?Perdona, d¨®nde estamos?¡±, le pregunta un grupo de tres j¨®venes a una chica que espera en frente de Santa Maria dei Fiore. ¡°En Florencia, en el Duomo¡±, les contesta la joven con cierta cara de estupefacci¨®n. Nombra el lugar, pero tambi¨¦n la ciudad, por si se hubiesen equivocado de vuelo. Parece no entender que alguien no sepa d¨®nde se encuentra estando delante de la c¨²pula de Brunelleschi, del campanile de Giotto, de las puertas de Ghiberti. En Florencia puedes ser Stendhal y perder la noci¨®n del tiempo y del espacio abrumado por la belleza constante de sus calles, plazas y museos, o aparecer en ella tras o¨ªr un canto de sirenas que te ves obligado a seguir. La ciudad de los Medici se ha convertido en los ¨²ltimos a?os en uno de los paradigmas del turismo de masas, que se ha desplegado a sus anchas sustituyendo al antes conocido como turismo cultural. ?Qu¨¦ se busca al volar a Italia, al volar a Florencia? ?Encontrar en el Arno la llave arrojada a?os antes con un viejo amor? ?O eso era en el Sena, en Par¨ªs?
La ciudad que se inund¨® en 1966 resiste ahora, inundada de gente en busca de una experiencia muy lejana ya de la que comenz¨® a implantar el Grand Tour del siglo XIX. Aquellos ingleses que llegaban a la capital toscana se horrorizar¨ªan ahora igual que se horrorizaron los que conocieron Florencia antes de la llegada de los lectores de Ruskin. Los tiempos cambian, la gente cambia y con ello el modo de consumir cultura. Florencia ha sido engullida por las colas, por interminables filas en las que la gente espera entrar a alg¨²n sitio, a alg¨²n lugar.
Este hecho se maximiza en dos puntos clave de la ciudad, la mencionada plaza del Duomo y la Galer¨ªa de los Uffizi, donde miles de personas esperan c¨¢mara en mano a que les llegue su turno. Su turno para hacerse la foto. Una fotograf¨ªa que solo tiene validez en lo reconocible, en aquellos lugares donde los dem¨¢s, aquellos que observan por la peque?a pantalla del m¨®vil, sabr¨¢n que hemos estado.
Este fen¨®meno, el m¨¢s caracter¨ªstico del nuevo turismo, es el que ha puesto en jaque el artista italiano Giacomo Zaganelli con su obra Grand Tourismo, expuesta en la Galer¨ªa de los Uffizi hasta el 24 de febrero. La exposici¨®n, comisariada por Chiara Toti y el propio director de la galer¨ªa, Eike Schmidt, confronta ¡°al turista con la distorsi¨®n de la visita y del viaje generada por la tecnolog¨ªa digital¡± e invita a replantearse el modo de engullir cultura en el mismo espacio en el que diariamente se lleva a cabo el banquete.
El trabajo de Zaganelli se ubica en el primer piso; uno m¨¢s arriba, en las salas 10 y 14 de los Uffizi, se encuentran El nacimiento de Venus y La primavera, de Botticelli, las obras cumbre, las imperdonables, las que hay que ver. En ambas aparece un retrato de mujer, de una mujer que existi¨®, porque el arte suele tener algo que ver con la vida. La mujer que pint¨® Botticelli se llamaba Simonetta Cattaneo (Vespucci despu¨¦s de casarse) y fue la m¨¢s amada de Florencia. Ante ella desfilan cientos de personas, pero habr¨ªa que preguntarse si sigue ah¨ª, detr¨¢s de tantos m¨®viles, palos de selfi, caras ajenas, sonrisas impuestas y personas que necesitan inmortalizar su visita delante de la que fue metonimia de la ciudad.
La reproductibilidad de la obra que teoriz¨® Benjamin en La obra de arte en la ¨¦poca de la reproductibilidad t¨¦cnica ha acabado por convertir las salas de los museos, las calles de Florencia, en espacios donde nadie trata ya de descubrir la parte de vida que reside en el arte. Esta reproductibilidad, la de nosotros mismos, solo es posible ante obras cuyas im¨¢genes han sido procesadas: ante una Gioconda que fue portada de peri¨®dicos en 1911, una Simonetta perdida en el Arno o un Desayuno en la hierba en el que ya nadie est¨¢ desnudo.
La mirada de David
Por eso, las excepcionales celdas con frescos de Fra Ang¨¦lico del convento florentino de San Marcos esperan, casi vac¨ªas, a los mismos turistas que fotograf¨ªan su Anunciaci¨®n en el Museo Nacional del Prado en Madrid. Muy cerca de all¨ª, en la Galer¨ªa de la Academia, los Esclavos de Miguel ?ngel siguen luchando por salir del m¨¢rmol ante la p¨ªrrica mirada de David, obra maestra del mismo artista. Y en una sala tranquila de los Uffizi, la Simonetta que tambi¨¦n es Venus se libera de la dictadura de los flases en una obra tard¨ªa de Botticelli, La Virgen de la granada, donde su taciturno rostro nos recuerda la mujer a la que escribi¨® Lorenzo el Magn¨ªfico.
Gu¨ªa
- Museo del convento de San Marcos. Piazza San Marco, 3
- Bas¨ªlica de San Miniato al Monte (sanminiatoalmonte.it). Via delle Porte Sante, 34
- Galer¨ªa de los Uffizi (uffizi.it). Piazzale degli Uffizi, 6
- Galer¨ªa de la Academia (galleriaaccademiafirenze.beniculturali.it). Via Ricasoli, 58-60
- Oficina de turismo de Florencia: firenzeturismo.it
Pienso que la Simonetta liberada podr¨ªa ir a descansar a la capilla de Brancacci, en la iglesia de Santa Maria del Carmine, para rodearse de las obras de los casi olvidados Masaccio, Masolino y Filippino Lippi, o tal vez podr¨ªa llegar hasta la bas¨ªlica de San Miniato al Monte, una peque?a iglesia en lo alto de la ciudad y una de las m¨¢s antiguas de Florencia donde, con algo de suerte, las voces de los turistas pueden fundirse con cantos gregorianos. Desde el cercano mirador de Piazza?le Michelangelo, el Duomo parece cumplir aquella sentencia de Alberti seg¨²n la cual la c¨²pula era capaz de acoger con su sombra a todas las ciudades de la Toscana.
La necesidad de visitar Florencia, de perderse en lo insondable del museo de los Uffizi, reside entonces en recrearnos a nosotros mismos bajo la atenta mirada de los otros, sin saber que ya nada nos redime de ser simplemente una multitud que espera a ser reproducida. Si esas colas respondiesen a algo m¨¢s que a un canto de sirenas, conducir¨ªan a un aut¨¦ntico lugar. Mientras, habr¨¢ que esperar. Perd¨®n, ?qui¨¦n es el ¨²ltimo?
Ada Naval es historiadora del arte.
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