Diez pistas para ser un turista sostenible y comprometido
Comer en restaurantes locales y no en franquicias, dormir en alojamientos regentados por ind¨ªgenas o apuntarse a circuitos urbanos ofrecidos por personas sin hogar. Propuestas respetuosas con las comunidades que visitamos
Alojarnos en casas particulares, participar en experiencias dise?adas por ind¨ªgenas, comprar productos locales, apuntarnos a un circuito urbano a cargo de personas sin techo, o participar en un proyecto cient¨ªfico mientras viajamos¡ hay muchas formas de involucrarnos con las comunidades locales y apostar por un turismo sostenible y comprometido. Viajar respetando los lugares que visitamos ya no es una simple opci¨®n: se ha convertido en una obligaci¨®n. Y es m¨¢s sencillo de lo que parece; solo hay que saber d¨®nde gastar el dinero, porque eso es lo que marca la diferencia.
1. Alojarnos en casas particulares junto a los anfitriones
Renunciar a las estancias de hotel y hacerlo en casas privadas hace que nuestro dinero revierta directa?mente en la comunidad del lugar que visitamos al tiempo que nos da un acceso m¨¢s inmediato a la cultura local. Es lo que intentan fomentar en Europa organizaciones como fairbnb.coop, destinando parte de la comisi¨®n que cobran por ponernos en contacto con el anfitri¨®n a proyectos sociales o con un impacto directo en el sitio que visitas.
M¨¢s all¨¢ del continente europeo, encontramos multitud de propuestas para participar de las tradiciones y costumbres de comunidades milenarias. Las m¨¢s singulares est¨¢n en Mongolia, las regiones ¨¢rticas de Canad¨¢, la isla caribe?a de Dominica y en la tur¨ªstica Kenia. As¨ª, Ger Tours nos invita a descubrir la vida n¨®mada de los pastores de la estepa mongola con un circuito con escalas en distintas gers o yurtas, la vivienda tradicional usada en las llanuras de Asia Central. Ensillaremos el caballo, ayudaremos a cargar una cara?vana de camellos y emprenderemos una ruta por los pastos del desierto de Gobi rumbo al siguiente campamento. Otra opci¨®n la encontramos en la remota regi¨®n canadiense de Nunavut, donde podemos alojarnos con los inuits (esquimales) y averiguar c¨®mo han logrado sobrevivir durante mil a?os en uno de los climas m¨¢s implacables de la Tierra. No solo fue porque conoc¨ªan mejor que nadie la nieve y el hielo; la innovaci¨®n y la colaboraci¨®n desempe?aron un papel vital, y eso es exactamente lo que hace hoy en d¨ªa la industria tur¨ªstica Nunavummiut en el extremo septentrional de Quebec.
En otras latitudes m¨¢s c¨¢lidas, en la isla Dominica, podremos descubrir la comida y las medicinas tradi?cionales de los kalinago con una estancia en la Touna Kalinago Heritage Village. Se puede acordar un circuito herbal y admirar su elabora?do conocimiento de las plantas silvestres. En Kenia, podemos tener una experiencia aut¨¦ntica aloj¨¢ndonos en el Maji Moto Maasai Cultural Camp, para empaparse de la m¨²sica, la cocina y las danzas de los mas¨¢i que habitan la reserva natural de sabanas, leones y hipop¨®tamos de Mas¨¢i Mara, en la frontera con Tanzania. En este campamento de propiedad y gesti¨®n mas¨¢i, el dinero se invierte en proyectos relacionados con la salud y la conservaci¨®n del entorno.
2. Practicar el turismo de comunidad
Visitar peque?os pueblos y aldeas aloj¨¢ndose en casas particulares y colaborando con la comunidad es una forma de vivir una experiencia diferente y tal vez volver a casa con otra perspectiva del mundo. En Jamaica, la Rastafari Indigenous Village es una comunidad muy activa que colabora con opera?dores tur¨ªsticos acogiendo viajeros en visitas de un d¨ªa. Ofrecen actividades como cocina, arte?san¨ªa, m¨²sica y explican la importancia que el fuego tiene para la aldea. En Bolivia, Chalalan Ecolodge propone a los visitantes alojarse en casas de aldeanos que ejercen de gu¨ªas en las rutas por el Parque Nacional Madidi. Los lugare?os han dejado de ganarse la vida con la industria maderera para hacerlo con el turismo y la protecci¨®n del medioam?biente.
?3.? Apostar siempre por los gu¨ªas locales??
Un gu¨ªa local puede darnos una visi¨®n del destino interesante y, sobre todo, aut¨¦ntica, proporcion¨¢ndonos una mayor y mejor conexi¨®n con el pa¨ªs. Por norma, la gente que vive en una zona es la que mejor la conoce: su fauna, sus paisajes y leyendas¡ En Internet hay multitud de p¨¢ginas que ponen en contacto a turistas con gu¨ªas de todo el mundo, con la opci¨®n de hacer los circuitos que ellos mismos dise?an o crear uno a medida con sus consejos. Una de las m¨¢s conocidas es Tours by locals, en cuya base de datos figuran 4.000 gu¨ªas de 159 pa¨ªses diferentes. Pero a veces es m¨¢s sencillo contratar a los gu¨ªas ind¨ªgenas una vez aterricemos en nuestro destino.
En el Centro Rojo de Australia y el Monte Uluru nos ayudar¨¢n a maravillarnos ante la relaci¨®n espiritual que manten¨ªan los abor¨ªgenes australianos con la tierra y el cielo. En el desierto, por la noche, un circuito de astronom¨ªa ind¨ªgena permite ver la V¨ªa L¨¢ctea con otros ojos. Encontramos una opci¨®n similar en el Madidi Jungle Lodge, en Bolivia, en el Parque Nacional Madidi, donde conviven una extraordinaria variedad de ecosistemas. Este lodge ha sido creado y est¨¢ dirigido por la comunidad ind¨ªgena de Uchupiamonas. Organizan ecocircuitos de observaci¨®n de aves y excursiones nocturnas para descubrir este inmenso mundo natural a trav¨¦s de la sabidu?r¨ªa y el relato oral de historias tradicionales. Una experiencia parecida podemos vivir en el Pueblo de Taos, en Nuevo M¨¦xico, en el valle del R¨ªo Grande. Aqu¨ª la comunidad de indios nati?vos americanos ofrece circuitos guiados por los asentamientos originales para descubrir la rica historia de este Hito Hist¨®rico Nacional (distinci¨®n que otorga el Gobierno de EE UU) que tambi¨¦n es Patrimonio Mundial de la Unesco.
4. Evitar franquicias y comer en restaurantes independientes
El turismo sostenible tambi¨¦n implica abstenerse de las cadenas o franquicias de restaurantes internacionales y comer en locales independientes. Es una de las formas m¨¢s sencillas y f¨¢ciles para marcar la diferencia. Y adem¨¢s, ?qu¨¦ puede ser m¨¢s sabroso que descubrir un destino a trav¨¦s del paladar? Es muy importante elegir?bien los platos; a menudo las especiali?dades regionales usan ingredientes de la zona en vez de importados, por lo que el dine?ro que pagamos tiene un efecto doble?mente positivo (y la comida suele ser deliciosa). Lo mismo se aplica a las bebidas; las cervecer¨ªas y bodegas independientes pueden convertir una buena comida en una excelente experiencia. Gracias a plataformas como Eatwith, anfitriones de m¨¢s de 130 pa¨ªses dan comi?das en sus casas (y a veces en salas alquiladas). Suelen sentarse junto?a los invitados cuando han terminado de cocinar, compartien?do sus conocimientos con nosotros.
5. Comprar artesan¨ªa local para evitar su desaparici¨®n
Los recuerdos son un pedaci?to de cultura que nos llevamos a casa, y lo m¨¢s recomendable es comprar art¨ªculos hechos en la zona, lo que suele suponer un incentivo econ¨®mico para mante?ner vivas tradiciones artesanales en peligro de desaparici¨®n. Los tejidos kutnu de seda de Turqu¨ªa, la cer¨¢mica de Uzbekist¨¢n o las alfombras kunaa tejidas a mano en las Maldivas son ejemplos de piezas ¨²nicas, cuya adquisici¨®n ayuda a mantener la creatividad de la comunidad de artistas y artesanos. En la Galer¨ªa Art Factory de Dubl¨ªn (Irlanda), todo est¨¢ creado por artistas independientes y locales; en Australia la Association of Northern, Kimberley and Arnhem Aboriginal Artists es un buen sitio para empezar a descubrir el arte aborigen. Tiene m¨¢s de 500 miembros y 48 centros de arte remotos; y en Mongolia, la organizaci¨®n Mary and Martha de Ul¨¢n Bator?trabaja con productores locales para producir art¨ªculos artesanales y semiartesanales. Son solo tres ejemplos, pero hay propuestas similares en much¨ªsimos pa¨ªses.
6.? Apoyar a productores locales
Ir directo a la fuente de las mejores exquisiteces del mundo es predicar con el ejemplo y apoyar adem¨¢s a los productores locales. Como ejemplo, las cervezas artesanales de Denver han desarrollado la ruta Denver Beer Trail, con el prop¨®sito de?convertirse en el destino definitivo de la cerveza artesanal en Estados Unidos, con m¨¢s de 100 cervecer¨ªas, bares y pubs que explorar.
En La Ruta del Caf¨¦ de Per¨², visitaremos a varios productores entre el espectacular y remoto paisaje de los Andes. La ruta nos permite conocer de primera mano su proceso de elaboraci¨®n, de la recogida a la taza; alojarse en granjas familia?res y comprar caf¨¦ directamente al productor. La ruta del vino de Dalmacia, por su parte, nos descubre los suaves vinos croatas de gran reputaci¨®n gracias al ben¨¦volo clima del pa¨ªs, pero que apenas se exportan porque la demanda nacional es muy elevada. La mayor¨ªa de las bodegas son peque?as y en ellas se puede conocer personalmente a los viticultores.
7. Pasar a a la acci¨®n y unirse a iniciativas sociales
Dar algo a cambio de todo lo que nos llevamos de vuelta en cada viaje es un peque?o paso para lograr que el mundo sea un poco mejor, pero sobre todo para sumergirnos culturalmente en el destino y tomar conciencia medioambiental de sus problemas. Por todo el mundo surgen iniciativas sociales y ¨¦ticas en las que el dinero que nos gastemos puede ayudar a una persona a empezar una nueva vida. Una de estas propuestas la encontramos en Shades Tours, en Viena, que ofrece circuitos guiados por vagabundos para descubrir los callejones de la capital austriaca. En Sidney, el restaurante Four Brave Women?ayuda a familias refugiadas a crear su propio negocio con estancias formati?vas de ocho semanas en la cocina. Otra iniciativa con fuerte compromiso social es la de Layds First, un hotel-boutique en Z¨²rich, junto al lago, que da trabajo y ayuda a mujeres desfavorecidas a empezar una nueva vida. En el restaurante Emma¡¯s Torch, de Nueva York, los platos proceden de Etiop¨ªa, Hait¨ª, Marruecos¡ de sitios tan variados como los refugiados que los elaboran, que se empoderan a trav¨¦s de la formaci¨®n culinaria. Y en Londres, podemos cambiar los caf¨¦s de multinacionales por otros con m¨¢s significado: las furgonetas cafete?ras de Chage Please, regentadas por vagabundos que se forman como camareros.?
8. Menos selfis y m¨¢s altruismo
Si el tiempo no es impedimento, hay un sinf¨ªn de opciones para echar una mano, desde ayudar en la conservaci¨®n de fauna en una reserva africana hasta colaborar reconstru?yendo casas tras una cat¨¢strofe natural. Algunas personas no se animan a embarcarse en un viaje de voluntariado precisamente porque tienen pocas vacaciones, pero la verdad es que hay muchas formas, por peque??as que sean, de ayudar cuando se viaja. Una opci¨®n puede ser entregarse a la limpieza de playas durante un d¨ªa. Con la misma duraci¨®n, se puede hacer voluntariado ayudando a las mujeres de Laos, colaborando en un come?dor social en Costa Rica, construyendo casas en Bolivia o reciclando mobiliario en M¨¦xico. Tambi¨¦n hay propuestas para los que prefieren apostar por la naturaleza, como participar en la conservaci¨®n de tortugas marinas en Costa Rica o en el cuidado de elefantes en Tailandia. 24 horas dan tiempo de sobra para sentirse ¨²til.???
9. Convertirse en un ciudadano cient¨ªfico?
La investigaci¨®n cient¨ªfica y medioambiental necesita hoy m¨¢s voluntarios que nunca. La ciencia ciudadana permite a la gente corriente colaborar con expertos monitorizando, midiendo y regis?trando todo tipo de datos, desde una especie animal rara hasta el cielo nocturno, para comprender y proteger mejor el mundo en el que vivimos. Los viajeros a los que les gusten los animales pueden optar por la alternativa?BioBlitz, que permite juntarse con cient¨ªficos y naturalistas para encontrar e identificar tantas especies como sea posible en una zona concreta en un breve per¨ªodo de tiempo (por lo general, 24 horas), dando lugar a una especie de marat¨®n naturalista.
Adem¨¢s, hay otras iniciativas m¨¢s modestas pero muy gratificantes, desde observar las estre?llas para medir su luminosidad hasta documen?tar la contaminaci¨®n lum¨ªnica o monitorizar los ¨ªndices de precipitaci¨®n en Nepal con un smartphone. Entre las opciones m¨¢s globales est¨¢ Ebird, que cartograf¨ªa especies de aves consignando y compartiendo avistamien?tos, fotograf¨ªas y grabaciones durante los viajes. ?Para los que prefieran los ping¨¹inos, se puede ayudar a marcarlos online y contribuir a su conservaci¨®n en?www.zooniverse.org
Para los que disfrutan observando las estre?llas, el proyecto de ciencia ciudadana Globe at Night con?ciencia sobre los efectos de la contaminaci¨®n lum¨ªnica invitando a sus voluntarios a medir el brillo del cielo nocturno. Tambi¨¦n podemos compartir observaciones sobre la naturaleza en una app pr¨¢ctica como iNaturalist. Y si queremos ser m¨¢s activos, podemos participar en Beachwatch, un programa de limpieza de playas de la Marine Conservation Society que lucha contra los residuos en el litoral del Reino Unido.?
10. Aprender de las culturas ind¨ªgenas y respetarlas
El respeto por la cultura y las tradiciones ancestrales de los m¨²ltiples pueblos que habitan el planeta es una tendencia al alza. As¨ª, a su llegada a Nueva Zelanda, los turistas deben formular la Promesa Tiaki, por la cual juran cuidar de la naturaleza del pa¨ªs durante su estancia (en maor¨ª, tiaki significa ¡°cuidar de la gente y del lugar¡±). Quiz¨¢ el argumento m¨¢s poderoso para experimentar el turismo ind¨ªgena responsable es que cambia la visi¨®n del mundo que suele tener el viajero occidental.?A cambio, los viajeros ayudan a los nativos a preservar su arte, su artesan¨ªa y antiguas t¨¦cnicas de su estilo de vida para generaciones futuras. Ahora bien, es esencial asegurarse de que las experiencias sean realmente respetuosas, que involucren a los grupos ind¨ªgenas y que estos se beneficien de cualquier operaci¨®n. En Nueva Zelanda, el consejo nacional de turismo y la web Maori Tourism tienen una lista de circuitos guiados por maor¨ªes.
En Canad¨¢, la Aboriginal Tourism Association of Canada ofre?ce experiencias de tres a nueve d¨ªas, desde estancias en aldeas hasta circuitos de fauna ¨¢rtica, dirigidas por operadores ind¨ªgenas. En el vasto estado de Australia Occidental, el Wes?tern Australian Indigenous Tourism Operators Council?es un gran recurso para dar con operadores de turismo aborigen. Otra opci¨®n es participar de la m¨²sica, la danza y la narraci¨®n oral, que nos ponen en contacto directo con las culturas ind¨ªgenas. Por ejemplo en el Goroka Show, en Pap¨²a- Nueva Guinea, un espect¨¢culo que permite admirar los trajes, tocados y maquillajes m¨¢s variopintos. Con solo 60 a?os de historia, este espect¨¢culo anual celebra las tradiciones de 100 tribus distintas de toda Pap¨²a- Nueva Guinea.
Otro ejemplo es la ic¨®nica plaza Djemaa El Fna de Marrakech, que aunque se llena de turistas en temporada alta, sigue siendo la apoteosis de una cultura viva donde narradores orales, m¨²sicos y actores se congregan a diario en una ca¨®tica mezcla de sonidos y olores tradicionales con siglos de historia. Al otro lado del mundo, el Tiehua Music Village de Taiw¨¢n es un impresionante centro creativo en la costera ciudad de Taitung, con mercados, exposiciones y actuaciones musicales que muestran la cultura de las 16 tribus tradicionales de la isla, que comparten su cultu?ra, su arte y su m¨²sica.?
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