Hoces del Durat¨®n, refugio en el gran parque natural segoviano

Si Juan Mart¨ªn El Empecinado logr¨® ocultarse de los ej¨¦rcitos de Napole¨®n en las hoces del r¨ªo Durat¨®n, hoy el parque natural por excelencia de la provincia de Segovia, cu¨¢nto m¨¢s no podr¨ªamos aislarnos nosotros de ese ej¨¦rcito invisible que es el SARS-CoV-2. En el min¨²sculo pueblecito de Seb¨²lcor existe como refugio la Posada del Durat¨®n, conocida tambi¨¦n como el hotel Hoces del Durat¨®n. Sobria por fuera, en piedra y enfoscado ros¨¢ceo, con cubierta de teja, contraventanas y remates en madera de enebro, como manda la tradici¨®n arquitect¨®nica local.

Sus gestores llevan m¨¢s de tres d¨¦cadas organizando excursiones en piragua por el r¨ªo, que se significa en esta zona por sus espectaculares meandros, de manera que el alojamiento se conform¨® como una prolongaci¨®n de estas actividades al aire libre, hoy complementadas con rutas guiadas a caballo y en bici de monta?a.

Tanta adrenalina merec¨ªa el descanso en unas habitaciones singulares, las 20 con el nombre de los parajes que se suceden a lo largo del curso fluvial. La Calleja, ornamentada con objetos del siglo XVI que hacen referencia a las ruinas de una ermita prerrom¨¢nica. La Cueva de los Siete Altares, abuhardillada, nos recuerda una de las capillas rupestres m¨¢s antiguas de Segovia. La Solapa del ?guila, ocupada por dos camas de forja con dosel, evoca otra cueva del lugar. San Pedro Nava, con una magn¨ªfica cama de madera torneada portuguesa. O la suite El Abad, la mayor del hotel, conformada en torno a una b¨®veda esgrafiada en amarillos y equipada con jacuzzi, lavabo de m¨¢rmol y una mesa de retablo del XVI. Como se ve, una parafernalia rococ¨® algo estresante y necesitada de aire fresco.

El punto amable lo da el restaurante, como no pod¨ªa ser de otro modo en una regi¨®n reconocida por sus lechazos. De su horno de le?a sale un cuarto de cordero lechal churro, como reza la indicaci¨®n geogr¨¢fica protegida (IGP) por el Consejo Regulador del Lechazo de Castilla y Le¨®n, criado en los pastos de pedriza con tomillo, lavandera y t¨¦ de roca, ideal para ser degustado por dos personas al precio de 50 euros.

Y para vencer el sesteo, nada mejor que adentrarse por el camino que lleva al mirador de las Hoces del Durat¨®n, desde donde se divisa la ermita de San Frutos, rom¨¢nico del siglo XII sobre la original visig¨®tica del siglo VII. Aqu¨ª, este santo y sus hermanos, san Valent¨ªn y santa Engracia, ejercieron la vida contemplativa con el fervor que los nuevos tiempos aconsejan.