La Infinita, la verdadera hospitalidad est¨¢ en Cabu¨¦rniga

Hay otra Carmona hist¨®rica y art¨ªstica que ni est¨¢ amurallada ni tiene parador de turismo como la sevillana. Eso s¨ª, en sus balcones no pasa el tiempo y, por temporadas, s¨ª paran los viajeros que buscan aposentarse en una de las poblaciones m¨¢s bonitas del valle c¨¢ntabro de Cabu¨¦rniga. Si, adem¨¢s del monumentalismo p¨¦treo y la teja ¨¢rabe que configura su paisaje, lo que se pretende es ganar amistades locales, nada mejor que pasar noche en la posada que regentan Fernando de Otto y Luc¨ªa Casanueva, a unos pasos m¨¢s all¨¢ del palacio de los D¨ªaz Coss¨ªo, primer parador que hubo en la localidad antes de que esta pareja abandonara su estr¨¦s ejecutivo en la ciudad.

La Infinita expresa la dimensi¨®n de una hospitalidad que no requiere m¨¢s rituales que los de una buena conversaci¨®n. Ambos provienen de horizontes mesetarios, donde el buen vivir es un gesto sencillo y apenas una palabra llana. Como lo es el interiorismo perpetrado por ellos mismos desde la vacuidad del an¨¢lisis de riesgos financieros y el marketing comunicacional, sus anteriores profesiones. Un ejercicio decorativo m¨¢s hogare?o que nobiliario, pese a la enjundia otorgada por la siller¨ªa del siglo XVIII que configura esta casona monta?esa con balconada de madera, aleros anchos, arco de medio punto y tejer¨ªa de cuadrantes en la fachada. Si no llueve, el retablo se contin¨²a con un par de mesas y unas sillas avanzadas hacia la plaza donde degustar una tabla de quesos c¨¢ntabros.

Dos dormitorios dobles con sal¨®n y otros dos abuhardillados sustancian el alojamiento, aunque Luc¨ªa y Fernando se afanan todo lo que pueden en gestionar otros apartamentos diseminados por la villa, su prop¨®sito m¨¢s inmediato. De momento, estas estancias interiores garantizan un apacible sue?o gracias a la simplicidad de los muebles y a la vivacidad de sus fotograf¨ªas y pinturas firmadas por artistas emergentes en el panorama nacional.

Las horas ociosas transcurren igual de bien en el sal¨®n con chimenea (le?a de roble y haya, para que huela) o en el comedor, un espacio para todo ubicado en la entrada y dise?ado para compartir instantes de desayunos, lectura, copeteo y camarader¨ªa. Un telescopio de cierta entidad nos permite escudri?ar a trav¨¦s del ventanal la inmensidad de la b¨®veda celeste, un firmamento de estrellas compartido entre los propietarios, los otros hu¨¦spedes y las cumbres que ba?a el r¨ªo Nansa.