Qu¨¦ hacer 24 horas en la regi¨®n vit¨ªcola del Alto Duero, un remanso de paz donde la tradici¨®n no pasa de moda
En esta espectacular ¨¢rea del noreste de Portugal, santuarios, aldeas y quintas salpican el paisaje en el que las vides y el r¨ªo son los protagonistas. Cada rinc¨®n rezuma historia, sabor y una fuerte apuesta por el producto local
Este no es un viaje con muchas paradas, en el que el reloj aprieta y hay que ir con prisa para no perderse nada. Este es un viaje al disfrute, a la calma, a la esencia. Al buen comer y, sobre todo, al buen beber. Y si hay que prolongar m¨¢s de la cuenta un alto en el camino para recrearse en el ¨²ltimo trago de una copa de vino en pleno momento contemplativo, pues se alarga. Las m¨¢s de 26.000 hect¨¢reas que forman la regi¨®n vit¨ªcola del Alto Duero, moldeadas por las vides que se extienden a trav¨¦s de terrazas escalonadas alrededor del r¨ªo m¨¢s imponente del noroeste de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, convierten este paisaje en un espect¨¢culo para la vista, el olfato, el gusto. Para todos los sentidos. Por algo la Unesco nombr¨® este paraje patrimonio mundial en 2001.
La interacci¨®n del hombre y la naturaleza conviven en perfecta armon¨ªa en este territorio f¨¦rtil salpicado de santuarios, aldeas y quintas. La historia de sus vi?edos parte de la ¨¦poca romana, cuando la regi¨®n fue adaptada para el cultivo de productos mediterr¨¢neos, pero el origen de sus acogedoras quintas ¨Dgrandes fincas con coquetas casas rurales y mucho terreno¨D se atribuye a los monjes cistercienses que en el siglo XII, despu¨¦s de varias crisis, retomaron esta actividad. Todo y nada ha cambiado desde entonces.
8.00 Despertarse y partir desde Oporto
La regi¨®n vit¨ªcola del Alto Duero es la escapada perfecta para quien va a pasar unos d¨ªas en Oporto. Peso da R¨¦gua, uno de los 13 peque?os municipios que abarca este ¨¢rea y la primera parada del viaje, est¨¢ a unos 120 kil¨®metros de la ciudad portuguesa. Se puede llegar en coche, en autob¨²s o en tren (por unos 10 euros y algo m¨¢s de hora y media). El coche quiz¨¢ sea la opci¨®n m¨¢s r¨¢pida y lo que da m¨¢s independencia, pero hay que tener en cuenta algo fundamental: a este viaje se viene a beber vino. As¨ª que mejor olvidarse de responsabilidades y dejarse llevar.
10.30 Historia con sabor a vino
La larga tradici¨®n de viticultura produjo un paisaje que refleja su evoluci¨®n tecnol¨®gica, social y econ¨®mica. Tambi¨¦n fue pionera: en 1756 se convirti¨® en la primera regi¨®n vitivin¨ªcola demarcada y regulada del mundo. Merece la pena empaparse un poco de todos estos datos sobre el desarrollo de la zona antes de adentrarse de lleno en ella, para entender la importancia de lo que fue y lo que es. Por eso, el mejor sitio para empezar la visita es el Museu do Douro (1), en Peso da R¨¦gua, un pintoresco municipio de unos 14.500 habitantes.
El propio edificio, clasificado como Monumento de Inter¨¦s P¨²blico en 2017, es historia viva de la comarca. Es el resultado de la rehabilitaci¨®n ¨Dfinalizada en 2008¨D de la emblem¨¢tica Casa da Companhia, sede de la compa?¨ªa general de agricultura de las vi?as del Alto Duero, que reun¨ªa tanto servicios administrativos como ¨¢reas de elaboraci¨®n y almacenamiento de vinos. Es esa vocaci¨®n multidisciplinar la que le confiere caracter¨ªsticas arquitect¨®nicas que combinan elementos de las mas¨ªas del Duero y la arquitectura pombalina. Pero lo interesante est¨¢ dentro, en un espacio expositivo que muestra la evoluci¨®n de sus tierras, permite oler los ingredientes de sus vinos y presenta la belleza de su enoteca hist¨®rica. Adem¨¢s de visitas guiadas y programas especiales para grupos organizados, el museo, con una entrada general de 7 euros, es un buen punto de partida para empezar a poner en pr¨¢ctica lo aprendido con una primera cata de vinos comentada por sus expertos.
13.30 Cocina a fuego lento
Es dif¨ªcil comer mal en esta regi¨®n, pero hay sitios que pueden alegrar el d¨ªa. Es lo que ocurre en Bomfim 1896 (a 26 kil¨®metros del museo) (2). A orillas del Duero, en el peque?o pueblo de Pinh?o ¨Dde poco m¨¢s de 800 habitantes¨D este restaurante de madera y grandes chimeneas abri¨® sus puertas en junio de 2022. Nace de la uni¨®n de dos socios con fuertes v¨ªnculos con el territorio. La familia Symington, de origen brit¨¢nico, ha vivido y trabajado en Portugal desde el siglo XIX, y ahora 10 miembros de la cuarta y quinta generaci¨®n dirigen el negocio de sus tierras y vinos. Los Symington gestionan cuatro bodegas de la regi¨®n, Graham¡¯s, Warre¡¯s, Cockburn¡¯s y Dow¡¯s. La Quinta do Bomfim, que acoge esta ¨²ltima desde 1896, es la que ahora alberga tambi¨¦n este proyecto gastron¨®mico en manos del chef Pedro Lemos, junto a un equipo de profesionales locales ¡°para combatir el ¨¦xodo rural de j¨®venes que quieren hacer carrera en la restauraci¨®n¡±, seg¨²n explica el cocinero. ¡°Me apasiona el Duero desde mi infancia y fue en esta regi¨®n donde tuve una de mis primeras experiencias como chef, as¨ª que cuando Symington me lo propuso, la decisi¨®n fue f¨¢cil¡±, reconoce Lemos, cuyo restaurante hom¨®nimo, en Oporto, cuenta con una estrella Michelin.
En Bomfim 1896 las pretensiones son otras. Hay que ir con tiempo porque los portugueses comen pronto ¨Daunque es una hora menos que en Espa?a, as¨ª que, si no se cambia la hora del reloj, se ajusta bastante a nuestros horarios¨D y porque es una comida con magn¨ªficas vistas al r¨ªo en la que merece la pena echar un buen rato (temporal y emocionalmente hablando). Aqu¨ª todo se cocina a fuego lento, en una cocina americana que permite ver todo lo que se est¨¢ preparando, y el inconfundible aroma de los hornos de le?a se convierte en un ingrediente principal. ¡°La oferta gastron¨®mica es reflejo de las recetas tradicionales con un enfoque contempor¨¢neo¡±, explica el chef. Esta incluye exquisitos platos como su aclamada anguila ahumada sobre brioche, con manzana y r¨¢banos; el cl¨¢sico estofado de caldeirada, elaborado con la captura del d¨ªa; o el cabrito al horno en su jugo. Desde principios de este a?o, adem¨¢s, cuentan con un men¨² degustaci¨®n para probar sus diferentes propuestas.
El vino, por supuesto, tambi¨¦n es protagonista fundamental. Todo el cat¨¢logo de los Symington est¨¢ disponible en el men¨², incluidos vinos de larga crianza, oportos de producci¨®n limitada y botellas raras de oportos vintage de las bodegas de la familia. ¡°En determinadas fechas creamos eventos en los que se abren al fuego botellas raras llenas de historia para que los clientes aprecien y comprendan mejor este arte y tradici¨®n centenaria¡±, cuenta Lemos. Siempre hay hueco para una copa m¨¢s, sobre todo si tiene d¨¦cadas de historia y le precede un ritual como este.
16.00 Vivir el Duero desde dentro
Lo m¨¢s f¨¢cil para moverse por esta regi¨®n de subidas y bajadas es sobre cuatro ruedas, pero es una l¨¢stima estar tan cerca del Duero y no navegarlo. Para vivir la experiencia completa, lo suyo es dormir en una quinta, y para llegar a ellas hay recorridos en barco que surcan tranquilamente el r¨ªo, con el ¨²nico sonido del agua y las aves, y que dejan a uno en el embarcadero de su alojamiento sinti¨¦ndose completamente unido al entorno. La compa?¨ªa Feel Douro, por ejemplo, opera desde dos bases, la de Oporto y la de Pinh?o, y ofrece tantas opciones de itinerarios como el viajero quiera a lo largo del caudal, permitiendo embarcar y desembarcar desde cualquier muelle o puerto deportivo siempre que ofrezca las condiciones de seguridad necesarias.
Una opci¨®n m¨¢s tradicional es la de los rabelos ¨Dbarcos t¨ªpicos de Oporto que se utilizaban para llevar las barricas de vino desde los vi?edos hasta las bodegas¨D de la empresa Magn¨ªfico Douro. Adem¨¢s de la naturaleza, en estos barquitos de estilo m¨¢s n¨®rdico que mediterr¨¢neo se escucha la explicaci¨®n que ofrece su audiogu¨ªa gratuita (en portugu¨¦s, franc¨¦s, ingl¨¦s, espa?ol o alem¨¢n), disponible en una aplicaci¨®n del m¨®vil para no perturbar la paz de quienes prefieren disfrutar de las vistas sumidos en sus propios pensamientos. El relato recuerda que el hombre pas¨® y se estableci¨® aqu¨ª precisamente por sus aguas, que les permit¨ªan pescar para comer y regar la tierra que cultivaban. El Duero es la historia y la marca de un pueblo.
17.00 El para¨ªso de la desconexi¨®n
¡°Vive el Duero en una sola finca¡±, dice el eslogan de la Quinta de Ventozelo (S Jo?o da Pesqueira, Ervedosa do Douro 5130-135) (3). Desde que se pone un pie en su embarcadero, donde el personal espera a los hu¨¦spedes para guiarlos a su alojamiento en todoterrenos si llegan en barco, el tiempo empieza a ir m¨¢s despacio. Tambi¨¦n se puede acceder en coche ¨Dhasta disponen de cargadores el¨¦ctricos¨D, en tren e incluso en helic¨®ptero ¨Duna perspectiva ¨²nica del valle que recomiendan reservar con Helitours¨D, ya que cuentan con helipuerto. La quinta es un hotel de cuatro estrellas desde hace menos de un lustro, pero la primera referencia documental de Ventozelo est¨¢ registrada en 1288. Ha sido hogar de nobles; granja para la caza y el cultivo de extensos olivares, cereales y zumaque; y, c¨®mo no, compa?¨ªa vit¨ªcola. La mitad de sus 400 hect¨¢reas est¨¢ dedicada a vi?edos. ¡°Ahora invita a quedarse un poco m¨¢s, a descansar, a disfrutar de la asombrosa belleza del paisaje y a descubrir los distintos espacios que han sido restaurados conservando las ra¨ªces sencillas que caracterizan a las fincas m¨¢s tradicionales del Duero¡±, explica Elsa Couto, portavoz de la compa?¨ªa.
Cuenta con 29 habitaciones, algunas tan especiales como Os bal?es, dos antiguos dep¨®sitos de vino de hormig¨®n con capacidad para 200.000 litros reconvertidos ahora en originales suites, o la acogedora Casa grande. Lo que en el siglo XVIII era un refugio de caza de estilo colonial ahora alberga seis dormitorios dobles (con ba?o privado), biblioteca, sal¨®n, comedor... y lo mejor de todo: una incre¨ªble piscina infinita con vistas al vasto anfiteatro de vides por el que discurre el Duero.
Hay mucho que hacer en Ventozelo: adentrarse en su centro de visitantes ¨Dun peque?o museo sensorial creado para dar a conocer la regi¨®n y la quinta¨D, pasear por una de sus siete rutas de senderismo, disfrutar de actividades de temporada ¨Dcomo la cosecha de uvas y aceitunas¨D, probar sus catas de vino o echar un ojo a la tienda de productos de la finca. Pero, la verdad, lo que m¨¢s apetece en este ostentoso y a la vez humilde alojamiento es dedicarse, por un momento, al gozoso placer de no hacer nada.
20.30 Cena de kil¨®metro cero
No hace falta moverse de Ventozelo para ponerle un sabroso broche final al d¨ªa. Abierta a hu¨¦spedes y p¨²blico en general, la Cantina de Ventozelo est¨¢ ubicada en lo que fue el comedor de los trabajadores de la finca. Ahora es un restaurante que tiene como objetivo revitalizar las recetas tradicionales de la regi¨®n. ¡°Los men¨²s diarios est¨¢n dictados por los productos que ofrece la naturaleza¡±, asegura Couto. La prioridad son los alimentos cultivados en las huertas ecol¨®gicas de la finca, entre los que destacan la remolacha, diversas variedades de coles, guisantes, acelgas, tomates, higos, membrillos, almendras y aceitunas. ¡°Se pone el foco en el kil¨®metro cero, que tambi¨¦n significa trabajar con proveedores locales y en los productos regionales con denominaci¨®n de origen protegida. Adem¨¢s, hemos implementado el intercambio directo de excedentes entre vecinos, reintroduciendo una antigua pr¨¢ctica sostenible¡±, defiende.
Una vez m¨¢s, hay que tener en cuenta que los portugueses comen pronto. Los desayunos se sirven de 8.00 a 11.00, las comidas de 12.30 a 15.00 y las cenas de 19.30 a 22.00. Si el clima lo permite, el horno de le?a no es lo ¨²nico que arde y se prende tambi¨¦n una hoguera para cocinar las carnes, los pescados y las verduras. Se supone que en San Juan el fuego de las hogueras purifica y quema lo viejo, lo malo, y deja espacio a nuevas oportunidades y deseos. As¨ª es como uno regresa de este viaje: purificado, nuevo y deseoso, muy deseoso de haberse quedado un poco m¨¢s.