Haida Gwaii, Ocracoke y otras ocho islas en las que hay que perderse en Am��rica del Norte

T��tems, ballenas y bosques de cedros en Haida Gwaii (Canad��). Este archipi��lago de la costa pac��fica de Canad�� antes era conocido como ��las islas de la Reina Carlota��. Est��n a unos 80 kil��metros de la costa de Columbia Brit��nica, y pueden ser el objetivo de un viaje m��gico: grandes abetos y cedros envuelven el agreste paisaje anegado por el agua mientras que las ��guilas calvas y los osos pueblan el bosque y los leones marinos y las orcas patrullan sus aguas. Su verdadera esencia est�� en el pueblo haida, famoso por sus canoas de guerra y por sus t��tems tallados en madera que salpican la isla. Todo esto se puede ver en la reserva parque nacional Gwaii Haanas: remotos pueblos haida, grutas funerarias y fuentes termales que se pueden conocer haciendo kayak en la que es una de las mejores experiencias en Norteam��rica. Imprescindible: la visita a esta reserva, hogar de los pueblos ind��genas, con bosques v��rgenes y abundante vida salvaje. El Golden Spruce Trail es un camino m��gico que lleva a trav��s de un bosque cubierto de musgo, con abetos y cedros rojos hasta el r��o Yakoun. Para conocer al pueblo haida y su patrimonio se puede ir a K'uuna Llnagaay; y para ver playas de gran belleza y m��sticos pantanos est�� el parque provincial de Naikoon. El kayak es casi obligado y tambi��n las excursiones para avistar ballenas, por ejemplo desde el pueblo haida de Rooney Bay. Alamy Stock Photo

La vida salvaje de la costa pac��fica: isla de San Juan (Estado de Washington, EE UU). Colinas cubiertas de bosques, tierras de cultivo f��rtiles y aguas repletas de vida marina forman el tel��n de fondo de la isla de San Juan, un microcosmos casi perfecto del noroeste del Pac��fico muy cercano a la isla de Vancouver, en el estrecho de Georgia. Incluso antes de llegar a tierra firme, se puede descubrir su encanto en las aguas color aguamarina por las que se deslizan los transbordadores entre islotes de costas escarpadas, cubiertas por grandes bosques. En esta isla, una de las muchas, centenares, frente a la costa del Estado de Washington, las ��guilas calvas volar��n sobre nuestras cabezas mientras contemplamos a las orcas c��mo se deslizan y saltan en las aguas del llamado Whale Watch Park. En la isla viven tan solo 6.000 residentes durante todo el a?o, pero no faltan restaurantes, bodegas y una interesante vida art��stica. Imprescindible son, por ejemplo, el parque estatal Lime Kiln Point, con senderos, un fotog��nico faro y miradores para observar orcas y ballenas jorobadas. O el parque hist��rico nacional, donde se muestran las fortificaciones que los ej��rcitos brit��nicos y estadounidenses dejaron en el siglo XIX durante la llamada Guerra de los Cerdos. Hay tambi��n vi?edos y bodegas que producen variedades inusuales de vinos, o un Museo de Ballenas, interactivo, en Friday Harbor. Jeff Foott

Una isla prisi��n muy cinematogr��fica: Alcatraz (San Francisco, EE UU). Solo su nombre fue suficiente para causar p��nico entre los criminales m��s duros de Am��rica cuando se enfrentaron a la justicia. Durante casi 30 a?os, Alcatraz, en la Bah��a de San Francisco, fue una de las penitenciar��as federales m��s infames de Estados Unidos. Ladrones de bancos, asesinos y g��nsteres notorios, incluido Al Capone, cumplieron condena en los bloques de celdas de hormig��n, envueltas en una niebla fr��a que cubre la isla como un sudario. Hoy la prisi��n, muy bien conservada, es un museo que muestra c��mo era la vida de los encarcelados, de los directores, guardias y sus familias, que tambi��n viv��an en la isla. Se puede recorrer con una audiogu��a que ofrece relatos en primera persona de la vida cotidiana en la isla, basados ??en entrevistas con los prisioneros y con los funcionarios penitenciarios. En los d��as despejados, el atractivo macabro de la visita se completa con las vistas del Golden Gate y del horizonte de San Francisco. Tambi��n hay espacio para la naturaleza: el Agave Trail, un sendero por el sur de la isla, permite caminar m��s all�� de los densos bosques de agave que cubren Alcatraz para buscar aves marinas. Scott Strazzante (San Francisco Chronicle via Gett)

Las Gal��pagos del Norte: parque nacional de las Islas del Canal (California, EE UU). Apodadas como las Gal��pagos de Am��rica del Norte, el parque nacional de las Islas del Canal puede presumir de una extraordinaria variedad de vida vegetal y animal, incluidas unas 150 especies que no se encuentran en ning��n otro lugar de la Tierra. La actividad volc��nica form�� este archipi��lago monta?oso frente a la costa del sur de California que nunca estuvo unido al continente americano. Aunque en otros tiempos vivieron algunas comunidades ind��genas, hoy estas islas est��n deshabitadas y son una extraordinaria oportunidad para reconectar con la naturaleza primitiva. Se puede hacer senderismo, navegar en kayak, bucear o acampar en medio de un paisaje salvaje e inigualable y sorprendentemente diverso. Hay campamentos para poder pernoctar y caminatas imprescindibles, como la que lleva a Point Bennet, unos 25 kil��metros que conducen a un mirador asombroso donde se pueden observar miles de focas y leones marinos. En la costa encontraremos lugares tranquilos como Scorpion Bay, ideal para navegar en un kayak sobre aguas cristalinas respaldadas por imponentes acantilados en Santa Cruz. Y en la m��s peque?a de las islas, Santa B��rbara, los amantes de la naturaleza disfrutar��n con las brillantes flores amarillas, la contemplaci��n de aves y de los gigantescos elefantes marinos del norte. Cindy Robinson

El retorno de la naturaleza salvaje: Isle Royale (Lago Superior, Michigan, EE UU). Esta isla de los Grandes Lagos, entre Estados Unidos y Canad��, nunca ha sido una isla solitaria. A la extracci��n de cobre por parte de los nativos americanos durante siglos le sigui�� la pesca comercial y la construcci��n de centros tur��sticos de veraneo para las familias ricas de Chicago. A pesar de esto, la remota isla, escondida en la esquina noroeste del lago Superior, conserva su belleza salvaje gracias en gran parte a los conservacionistas que ayudaron a que Isle Royale se convirtiera en parque nacional en abril de 1940. Los densos bosques y el regreso de la vida silvestre sirven como poderosos s��mbolos del rejuvenecimiento de la naturaleza. Los le?adores y los golfistas han sido reemplazados por alces, castores y el escurridizo lobo, junto con unas 150 especies de aves. Hoy, alrededor del 99% de su territorio est�� catalogado como ��rea silvestre, con m��s de 270 kil��metros de senderos y costas aparentemente interminables que atraen a excursionistas y ��kayakistas�� ansiosos por experimentar su encanto. M��gicos resultan por ejemplo el puerto de Tobin, donde ver alces en un d��a de suerte. Tambi��n podremos bucear en las aguas que rodean la isla, entre pecios de naufragios importantes, o practicar el senderismo por el Greenstone Ridge (64 kil��metros) sobre la columna vertebral de la isla, con magn��ficas vistas al lago Superior M��gicos resultan por ejemplo el puerto de Tobin, donde podremos espiar alces en un d��a de suerte. Tambi��n podremos bucear en las aguas que rodean la isla, entre pecios de naufragios importantes, o practicar el senderismo por el Greenstone Ridge (64 kil��metros) sobre la columna vertebral de la isla, con magn��ficas vistas al lago Superior. Alamy Stock Photo

Alimentos artesanales en una isla de Quebec (Canad��). Los hurones, el pueblo indio que habitaba la zona, conoc��an esta isla como Minigo (que significa "hechicera"). Cuando el explorador del siglo XVI Jacques Cartier la visit�� por primera vez, la llam�� Isle de Bacchus (Isla de Baco) porque las uvas silvestres crec��an en abundancia. Aunque su nombre cambi�� muchas veces a lo largo de los siglos, esta f��rtil isla r��o abajo de la actual ciudad de Quebec ejerci�� siempre su atractivo. Hoy, escasamente poblada, ?le d'Orl��ans saca pecho de su pasado y se encuentra en el epicentro del movimiento artesanal y de alimentos artesanales de Qu��bec. La isla tambi��n tiene un rico patrimonio hist��rico, con algunas casas solariegas e iglesias que datan de m��s de 300 a?os. Imprescindible acercarse a St-Fran?ois, una torre de observaci��n de madera cerca del extremo norte de la isla, que ofrece vistas del r��o San Lorenzo y las monta?as m��s all��. En invierno, se puede atravesar el bosque cubierto de nieve en un trineo tirado por perros y todo el a?o disfrutar de los productos locales, como la sidra y las hortalizas de la Cidrerie Bilodeau, o exquisitos platos franceses con ingredientes locales en el Moulin de St-Laurent, un molino harinero reformado del siglo XIX al borde de una cascada. Alamy Stock Photo

Una de piratas. Ocrakoke (Carolina del Norte, EE UU). La historia de Ocracoke suena casi como un cuento de hadas. Barbanegra y otros piratas sol��an esconderse en calas alrededor de esta isla larga y esbelta frente a la costa de Carolina del Norte, esperando para emboscar barcos desprevenidos. Los ponis salvajes tra��dos por exploradores n��ufragos en el siglo XVII compartieron espacio con los forajidos, y sus descendientes a��n pastan en medio de algunas de las mejores vistas de la isla. Mientras tanto, los isle?os de Ocracoke desarrollaron un acento ��nico que se mantiene fiel a sus ra��ces como dialecto brit��nico del siglo XVII. Hoy en d��a, no es dif��cil sumergirse en el original pasado de la isla. Por ejemplo, viendo a los ponis descendientes de los originales que viven cerca de la playa, viendo objetos piratas en un museo o escuchando el acento de los ancianos Hoi Toiders (llamados as�� por la pronunciaci��n de los isle?os de "marea alta") hablado en la calle. Pero en Ocracoke tambi��n se puede ir a una de las playas m��s bonitas de Estados Unidos, contemplar delfines o recorrer las costas en kayak al atardecer. Imprescindible ir al Faro de Ocracoke, uno de sus rincones m��s fotog��nicos o acercarse al Coyote Music Den, en la t��pica casa de tablones de madera, junto al agua, un peque?o lugar dirigido por m��sicos con una buena programaci��n r de folk, rock, blues y jazz. Alamy Stock Photo

Una isla rodeada de sal Antelope Island (Utah, EE UU). A primera vista, el Gran Lago Salado parece un escenario poco probable para la vida silvestre. Rodeado por un desierto ��rido, este lago americano que domina el norte del estado de Utah, tiene una salinidad tan alta que puede albergar poca vida aparte de camarones en salmuera y algas. Y, sin embargo, incluso aqu��, la vida encuentra la manera de florecer. Si nos adentramos en el lago, en la isla de Antelope hay docenas de manantiales de agua dulce alrededor de los que viven animales enormes como bisontes, ciervos y corderos cimarrones, y tambi��n ant��lopes berrendos, el mam��fero terrestre m��s r��pido del hemisferio occidental. Totalmente protegida como un parque estatal, esta isla es perfecta para disfrutar de actividades al aire libre: senderismo, ciclismo de monta?a o paseos a caballo por unos 70 km de senderos. Tambi��n se puede dormir bajo las estrellas y ver vestigios del viejo Lejano Oeste, por ejemplo en el Fielding Garr Ranch. En el norte de la isla, en Bridger Bay, una larga playa nos permitir�� darnos un chapuz��n en el Gran Lago Salado. Y si queremos tener buenas vistas, solo tenemos que seguir el Frary Peak, un sendero de ida y vuelta de 11 km que lleva al punto m��s alto de Antelope, con vistas de 360 ??grados del lago y otras islas. Jessica Peterson

La isla de los grandes osos (Alaska). Los gigantes todav��a vagan por la Tierra en la isla Kodiak. A unos 50 km de la costa de Alaska, gran isla que el pueblo nativo, los Alutiq, conoc��an como Sun'aq es todav��a el hogar de unos 3500 osos Kodiak. Incluso m��s grandes que los grizzlies, estos osos pueden pesar hasta 680 kg y pueden medir hasta 3 m de altura. Espiar a uno de los carn��voros m��s grandes del mundo, es uno de los grandes atractivos de esta espectacular isla. Aunque hay algunos puntos donde se ve el progreso, como el puerto pesquero m��s grande de Alaska, lo que domina es un desierto salvaje que abarca grandes picos, densos bosques de abetos, pastizales azotados por el viento y tundra donde los carib��es pastan a sus anchas. Llegar aqu�� es una gran parte de la aventura porque solo se puede llegar con el lento ferry panor��mico desde Homer o volando por encima de las monta?as Kenai cubiertas de glaciares desde Anchorage. Los osos pardos se pueden contemplar por ejemplo en el remoto albergue Kodiak Brown Bear, propiedad del pueblo Alutiiq, o en el Refugio Nacional de Vida Silvestre de Kodiak, una enorme reserva que cubre los dos tercios del sur de Kodiak y que tiene abundante vida salvaje: desde osos de gran tama?o hasta unas 200 especies de aves. En el Museo Alutiq podremos comprender la herencia nativa de Alaska, desde los petroglifos de hace m��s de mil a?os, hasta las danzas ceremoniales. Y los senderistas pueden disfrutar en el sendero Termination An: ocho kil��metros de ida y vuelta que te llevan hasta el borde de una pen��nsula espectacular, adentr��ndose en el estrecho conocido como Narrow Strait. Melinda Podor (Getty Images)