Cuando la mente crea un salvavidas
La sublimaci¨®n es uno de los procedimientos que empleamos para transformar lo que nos amenaza o nos frustra en algo tangible, creativo o de utilidad social
Ahora que el coronavirus provoca vivencias que no pueden ser captadas en su totalidad por los sentidos, el infinito natural subyacente del arte rom¨¢ntico, inspirado en lo sublime, podr¨ªa simbolizar figurativamente la inminencia de la adversidad que nos acosa. El naufragio, que William Turner complet¨® en 1805, se convierte en alegor¨ªa no solo de la cualidad de lo inmensurable, sino tambi¨¦n de lo que sentimos. El fil¨®sofo Edmund Burke en 1757 lo defini¨® como un efecto que figura entre las e...
Ahora que el coronavirus provoca vivencias que no pueden ser captadas en su totalidad por los sentidos, el infinito natural subyacente del arte rom¨¢ntico, inspirado en lo sublime, podr¨ªa simbolizar figurativamente la inminencia de la adversidad que nos acosa. El naufragio, que William Turner complet¨® en 1805, se convierte en alegor¨ªa no solo de la cualidad de lo inmensurable, sino tambi¨¦n de lo que sentimos. El fil¨®sofo Edmund Burke en 1757 lo defini¨® como un efecto que figura entre las emociones m¨¢s intensas que la mente es capaz de sentir, ¡°todo lo que opere de una manera an¨¢loga al terror es una fuente de lo sublime, es un sentimiento aterrador, pero deseado¡±. Lo diferencia de lo bello, que carece del aspecto de terror. Burke insiste en que una representaci¨®n fiel de lo sublime, como ser¨ªa la imagen de un mar tempestuoso, nos ofrece una distancia f¨ªsica segura de lo que se representa. M¨¢s precisamente, la emoci¨®n surge tan pronto como estamos fuera de peligro, pero a¨²n temblando. Es, sustancialmente, como echar un vistazo a la nada constitutiva del ser.
Lo sublime y la sublimaci¨®n van de la mano. Lo sublime nos permite captar, por as¨ª decir, el aspecto m¨¢s revelador de la sublimaci¨®n en nuestras propias sublimaciones cotidianas ¡ªno es una facultad ¨²nica de los grandes artistas¡ª. Es uno de los procedimientos que la mente emplea para transformar lo que nos amenaza, frustra o provoca agresividad, al engendrar un sentido de reapertura que permite superar sentimientos de estancamiento. Nos da distancia de lo que sentimos y que simult¨¢neamente atrae y da pavor; tiene el potencial de transformar ese infinito en algo controlable, concebible y, aunque provoca ansiedad, no nos tambalea. La transformaci¨®n impl¨ªcita en la sublimaci¨®n es similar a la que ocurre con los sue?os, que, al generar orden y significado a partir del caos, nos devuelven nuestra capacidad de pensar. ¡°Ordenar el caos, esto es creaci¨®n¡±, propone el poeta Apollinaire.
Su potencial transformativo se pone de manifiesto en el sentido que tiene para la qu¨ªmica: es un proceso a trav¨¦s del cual se pasa de un estado s¨®lido de la materia a gases sin necesidad de transitar por el estado l¨ªquido. La cola del cometa es un ejemplo: sus rocas viajeras al aproximarse al Sol se calientan y los gases que tienen congelados se subliman y generan su estela. Sublimar es transformar, escribe el psicoanalista Giuseppe Civitarese en su libro sobre el tema: ¡°Hay una conexi¨®n obvia entre el significado alqu¨ªmico de sublimaci¨®n y el de la transformaci¨®n ps¨ªquica¡±.
La sublimaci¨®n es un mecanismo inconsciente de la mente postulado por Freud ¡ªva desde hacer una buena sopa en momentos dif¨ªciles hasta la creatividad art¨ªstica de Leonardo da Vinci¡ª. El psicoanalista Donald Winnicott propone que la primera actividad sublimatoria es el juego del ni?o. Se dice que un instinto est¨¢ sublimado en la medida en que se transforma y se orienta hacia un nuevo objetivo, que por lo general es altamente valorado y socialmente aceptable. Es una v¨¢lvula de escape para los impulsos que nos amenazan y crean angustia ante su inminente liberaci¨®n. La sublimaci¨®n podr¨ªa ser de utilidad en esos momentos en que nos sentimos saturados, al borde de una explosi¨®n y ante la inminente descarga de emociones que pueden ser da?inas; en lugar de volcarlos en un ataque de rabia, podr¨ªa ser una forma de confrontar nuestros sentimientos, al transformarlos en algo externo y concreto, tangible, visual, audible, olfativo. Un buen ejemplo del papel de la agresi¨®n en la sublimaci¨®n lo proporciona el pensamiento de Henri Matisse cuando decora la capilla de Vence: ¡°Si no me despierto por la ma?ana con el deseo de matar a alguien, no puedo trabajar¡±.
?Qu¨¦ pasar¨ªa si se canalizaran esas emociones de enojo o agresividad en alg¨²n tipo de actividad f¨ªsica? Freud recuerda haber le¨ªdo un pasaje en el que el poeta Heinrich Heine invoca a su amigo Dieffenbach, ¡°quien siempre que pod¨ªa atrapar un perro o un gato, le cortaba la cola por el puro placer de cortar, aunque m¨¢s tarde fue perdonado, ya que la misma alegr¨ªa de cortar lo convirti¨® en el mejor cirujano de Alemania¡±. Freud concluye que Dieffenbach se condujo de manera similar durante toda su vida; sin embargo, transform¨® el da?o s¨¢dico en beneficio; se le ocurri¨® describir dicha transformaci¨®n en t¨¦rminos qu¨ªmicos de sublimaci¨®n.
La sublimaci¨®n es un proceso complejo. De acuerdo al psicoanalista Jacques Lacan, la sublimaci¨®n nos acerca al borde de un vac¨ªo sin nombre, da el ejemplo del c¨¢ntaro del alfarero que adquiere su forma receptiva al encerrar un vac¨ªo. Otro ejemplo son las pinturas rupestres, en las que un agujero en la piedra se convierte en pupila del ojo del animal. As¨ª, el entorno creado y el real se entrelazan¡ªel simbolismo del arte paleol¨ªtico evoca la ansiedad de separaci¨®n y el miedo a la muerte¡ª. Toda sublimaci¨®n gira en torno a este vac¨ªo. Como proceso individual de transformaci¨®n, es un recurso que nos permite obtener una reconciliaci¨®n de polaridades. Fomenta el sentimiento de seguridad. Sublimar es lo que hacemos, las m¨¢s de las veces sin ser conscientes de ello, y solo nos damos cuenta cuando sus efectos nos conmueven.