La pol¨ªtica espa?ola como escenario del crimen
Con ¡®Yo, mentiroso¡¯, Keko y Antonio Altarriba cierran su ¡®Trilog¨ªa ego¨ªsta¡¯. Primero la tomaron con el mundo de la cultura y la universidad. Luego, con la industria farmac¨¦utica, y ahora, con los pol¨ªticos y sus escuderos. Una salvajada en vi?etas
Entre las vi?etas y los cad¨¢veres mutilados de este libro galopa un juego de m¨¢scaras, solo que las m¨¢scaras pueden ser rostros, y los rostros, flagrantes. ?Las apariencias enga?an? No siempre, no aqu¨ª. Pocas veces el arte del c¨®mic fue tan inmisericorde con la gente importante. Nunca la alta pol¨ªtica espa?ola, y en concreto sus fantasmas bien reales, esos que los expertos en comunicaci¨®n llaman ¡°los constructores del relato¡±, recibieron semejante sopapo. Bueno, vale, no son personajes reales. Eso no quita para que se los identifique con la misma dificultad con la que identificamos a un...
Entre las vi?etas y los cad¨¢veres mutilados de este libro galopa un juego de m¨¢scaras, solo que las m¨¢scaras pueden ser rostros, y los rostros, flagrantes. ?Las apariencias enga?an? No siempre, no aqu¨ª. Pocas veces el arte del c¨®mic fue tan inmisericorde con la gente importante. Nunca la alta pol¨ªtica espa?ola, y en concreto sus fantasmas bien reales, esos que los expertos en comunicaci¨®n llaman ¡°los constructores del relato¡±, recibieron semejante sopapo. Bueno, vale, no son personajes reales. Eso no quita para que se los identifique con la misma dificultad con la que identificamos a un oso hormiguero entre las hormigas (y el s¨ªmil vale). Solo a esforzados militantes del despiste se les escapar¨¢ qui¨¦nes podr¨ªan ser los Pedro Sanch¨ªs, Adri¨¢n Cuadrado (lo contrario de redondo), el presidente Godoy o el inspector Corralejo de Yo, mentiroso.
Algo de todo eso saben el escritor y guionista Antonio Altarriba (Zaragoza, 1952) y el ilustrador e historietista Jos¨¦ Antonio Godoy, Keko (Madrid, 1963), que parieron este libro como broche de su feroz Trilog¨ªa ego¨ªsta (Norma Editorial) como quien aspirase a emular el crimen perfecto de un tal Hitchcock. Primero fueron el mundo del arte y sus impostores y el mundo de la universidad y sus corruptelas (Yo, asesino). Un ¨¢lbum en blanco, negro y rojo. Luego (Yo, loco) le toc¨® el turno a la selva oscura de la gran industria farmac¨¦utica, asunto bien vigente, con sus ganancias extravagantes, su laboratorio Pfizing y sus expertos en inventarse curas para enfermedades que no existen o que existen poco (como algunos acusaron a Freud de inventarse el psicoan¨¢lisis como una forma de confesi¨®n laica para gente con posibles). Blanco, negro y amarillo. Y al final, Yo, mentiroso: de nuevo una trama negra y criminal como las anteriores, pero esta vez con el mundo de la alta pol¨ªtica ¡ªy concretamente, de la alta pol¨ªtica espa?ola¡ª como circo de cinco pistas. Y como al parecer la piedad es loable en todos los casos, pero no muy valiosa como veh¨ªculo de narraci¨®n dram¨¢tica, no hay aqu¨ª un ¨¢pice de ella. Yo, mentiroso: blanco, negro y verde.
¡°Se trataba de hacer un retrato de algunos de los s¨ªntomas m¨¢s c¨ªnicos, hip¨®critas y criticables de nuestra sociedad, una sociedad en apariencia muy correcta, pero con un fondo oscuro de impostura y manipulaci¨®n¡±, comenta Antonio Altarriba. ¡°Empezamos la trilog¨ªa con algo que nos era bastante cercano, como la impostura intelectual, art¨ªstica y universitaria. Continuamos con algo de tanta incidencia en nuestras vidas cotidianas como es el poder de las grandes corporaciones, y en concreto de las grandes corporaciones farmac¨¦uticas. Y el remate ten¨ªa que ser este, porque todo esto se cuece en una salsa que permite hacerlo todo m¨¢s o menos digerible, la salsa de la pol¨ªtica, condimentada con mucha mentira y manipulaci¨®n¡±.
La historia no pone el foco en los pol¨ªticos de primera fila que salen todo el rato en los medios. Sanch¨ªs y Godoy (quienes ustedes ya saben) simplemente vienen y van como trasuntos de lo que de verdad se cuece en la sombra. Donde el bistur¨ª gr¨¢fico y literario de Keko y Altarriba entra de forma despiadada es en lo que el guionista denomina ¡°esa legi¨®n de asesores, consejeros y spin doctors que son los que de verdad fabrican la mentira a trav¨¦s de discursos, argumentarios y estrategias de comunicaci¨®n, lo que podr¨ªamos llamar los guionistas de la mentira¡±. Las verdades alternativas, la vocaci¨®n conspiranoica y la ausencia total de cualquier cosa que se acerque a la ¨¦tica por la v¨ªa de la virtud salpican las 156 p¨¢ginas de Yo, mentiroso y, en general, de toda la trilog¨ªa. Y as¨ª lo argumenta Antonio Altarriba: ¡°Tanto en el mundo de la empresa como en el de la pol¨ªtica hay bastante gente que tiene como trabajo fundamental urdir conspiraciones¡ Mira el inspector Corralejo, perd¨®n, Villarejo, que es un gran conspirador. O nuestro rey em¨¦rito, del que muchos dicen enterarse ahora de que fue un comisionista; o B¨¢rcenas declarando en un juzgado c¨®mo Rajoy ten¨ªa una trituradora de papel detr¨¢s de su despacho con la que destru¨ªa todas las pruebas de una contabilidad b, que es otra forma de conspiraci¨®n¡¡±.
¡°A esa salsa de la que hablaba Antonio¡±, a?ade Keko durante la conversaci¨®n a tres bandas v¨ªa Zoom, ¡°le hemos echado un poco de conspiraci¨®n, porque lo nuestro no es un ensayo ni un art¨ªculo period¨ªstico y nos interesa que haya unos malos, para decirlo as¨ª de simple. Ahora bien, lo que ha pasado por ejemplo con muchos casos de la industria farmac¨¦utica que han acabado en los tribunales no son precisamente cosas de tebeo¡±. Puede que truculencia sea el concepto que mejor define esta obra. Sus autores lo aceptan. ¡°Me gusta la palabra truculento y ese ha sido nuestro motor narrativo¡±, admite el ilustrador. ¡°Hemos optado por el camino m¨¢s oscuro, por una l¨ªnea de suspense a trav¨¦s de unos mon¨®logos sobre fondo de thriller casi filos¨®fico. Y ha habido lectores habituales que nos han dicho que les parec¨ªa muy duro, muy negro. Pero quer¨ªamos ser as¨ª: contundentes y despiadados¡±, a?ade el guionista.
Altarriba, ganador del Premio Nacional de C¨®mic de 2010 junto al dibujante Kim por El arte de volar ¡ªuna obra sobre la vida y el suicidio de su padre, situada en las ant¨ªpodas de esta trilog¨ªa¡ª, explica que ¡°asesino¡±, ¡°loco¡± y ¡°mentiroso¡± son calificativos que nos reenv¨ªan a la marginalidad de la sociedad. Pero matiza: ¡°Mientras que el asesino es un personaje radicalmente aut¨¦ntico, vamos, que se pasa de aut¨¦ntico, el mentiroso es perverso¡±.
Este catedr¨¢tico de Literatura Francesa en la Universidad del Pa¨ªs Vasco, al margen de su lado creativo, no dud¨® en situar a sus asesinos, a sus locos y a sus mentirosos en Vitoria, la ciudad en la que vive desde hace m¨¢s de 40 a?os. Una decisi¨®n en la que sin duda tuvieron que ver las posibilidades dram¨¢ticas y hasta tr¨¢gicas de los lugares peque?os, algo de lo que ¡ª?cada uno en su estilo¡ª sacaron bastante provecho autores tan alejados como Lovecraft o Berlanga. La acci¨®n de Yo, mentiroso tambi¨¦n transcurre en Madrid (La Moncloa, plaza de ?Callao, calle de Preciados y el restaurante Arahy, donde comi¨® Mariano Rajoy con sus colaboradores el d¨ªa en que la moci¨®n de censura lo apart¨® del poder) y en Salamanca. Pero las sombras de algunos viejos caserones abandonados del centro de Vitoria, propiedad de familias de recio abolengo, son el escenario prioritario para una ci¨¦naga de cr¨ªmenes, intereses e intrigas en la que bucean pol¨ªticos, estrategas, periodistas, polic¨ªas¡ y estetas criminales: no en vano Del asesinato considerado como una de las bellas artes, de Thomas de Quincey, es sin asomo de duda una de las referencias literarias (hay otras, como E?a de Queiroz o el Marqu¨¦s de Sade) de esta Trilog¨ªa ego¨ªsta, una de las obras m¨¢s importantes del c¨®mic espa?ol de ficci¨®n del siglo XXI.
La truculenta escenograf¨ªa desplegada por Keko en esos caserones abandonados tiene doble m¨¦rito: nunca estuvo en ellos, y solo una vez visit¨® Vitoria, hace mucho. Su t¨¦cnica consisti¨® en tratamientos de filtros sobre fotos reales ejecutados con tableta digital: ¡°Esos escenarios suelen ser frankensteins a partir de muchas fotograf¨ªas sacadas de ese monstruoso archivo de documentaci¨®n que es internet, tan valioso para los dibujantes. Yo pr¨¢cticamente no conoc¨ªa Vitoria, y en el caso concreto de los caserones me los invent¨¦, porque no tienen acceso, est¨¢n tapiados¡±.
La aventura empez¨® hace ya siete a?os. En medio de ella, este t¨¢ndem de creadores de mundos en vi?etas firm¨® otro trabajo, por encargo del Museo del Prado: El perd¨®n y la furia fue una historia inspirada en las pinturas de Ticio e Ixi¨®n obra de Jos¨¦ de Ribera expuestas en la pinacoteca. En la actualidad, Keko trabaja en un nuevo c¨®mic con el guionista Carlos Portela, otro thriller, pero esta vez ambientado a miles de kil¨®metros, en Florida. Antonio Altarriba, por su parte, trabaja con el ilustrador Sergio Garc¨ªa en otra historia en vi?etas inspirada, seg¨²n ¨¦l, ¡°en lo que es la gran odisea de nuestra ¨¦poca, tan llena de peligros y aventuras como la de Ulises, pero mucho m¨¢s callada, oculta y vergonzosa: la odisea de los que, procedentes del ?frica subsahariana, pasan meses caminando para llegar a una especie de tierra prometida que normalmente les resulta decepcionante y en la que a menudo encuentran la muerte¡±.
De momento, pues, se dan un respiro en su idilio creativo y, como las parejas bien avenidas que necesitan probar otras cosas, se dicen ¡°hasta pronto, quiz¨¢¡±. ¡°Al fin y al cabo¡±, subraya Keko, ¡°nos vimos para hacer un libro y hemos hecho cuatro¡±. Mientras tanto, aquellos que siempre lamentan que no se ha escrito ni se escribir¨¢ el gran libro sobre la codicia, la mentira y el delito en la pol¨ªtica espa?ola, quiz¨¢ deban echar un vistazo a Yo, mentiroso. Realidad disfrazada de ficci¨®n, s¨ª. Pero tambi¨¦n hay fake news disfrazadas de honorabil¨ªsimo periodismo y pol¨ªticos corruptos disfrazados de defensores del bien com¨²n¡