Tenemos un problema
Varios amigos han empezado a tomar antidepresivos o ansiol¨ªticos. Veo por todos lados la l¨¢grima f¨¢cil y el insomnio
Seg¨²n la OMS, una de cada cuatro personas sufrir¨¢ alg¨²n tipo de trastorno mental a lo largo de su vida. Yo estoy en ese cupo, como ya he contado en alguna ocasi¨®n; desde los 16 a?os hasta los 32 tuve ataques de p¨¢nico con p¨¦rdida de contacto con la realidad, agorafobia y un terror indescriptible y mudo (lo primero que te quita la enfermedad mental es la palabra). El sufrimiento ps¨ªquico es tan agudo y el sentimiento de soledad tan absoluto que no se parecen ni por lo m¨¢s remoto a lo que creemos que son el sufrimiento y la soledad cuando estamos sanos. Hablo de realidades distintas y alien¨ªgenas, territorios imposibles de imaginar si no los has transitado. Por eso ahora me siento agradecida al destino por haberme permitido conocer, de forma pasajera, esos abismos. Ignoro por qu¨¦ los super¨¦ (aunque alguna hip¨®tesis tengo), pero s¨¦ que sal¨ª de ah¨ª m¨¢s emp¨¢tica y m¨¢s sabia.
No todas las dolencias mentales tienen la misma gravedad ni igual pron¨®stico. Hay crisis de angustia, trastornos obsesivos compulsivos, trastornos bipolares, psicosis¡ M¨¢s de 300 millones de personas sufren depresi¨®n (un problema que ha aumentado un 18% entre 2005 y 2015) y unas 800.000 personas se suicidan cada a?o (en Espa?a, 3.500). Un 1% padece esquizofrenia y el 12,5% de los problemas de salud mundiales son debidos a enfermedades ps¨ªquicas, una cifra mayor que la del c¨¢ncer o las patolog¨ªas cardiovasculares. Y lo peor es que entre el 35% y el 50% de estas personas no reciben ning¨²n tratamiento o no es el adecuado (datos de la Confederaci¨®n Salud Mental Espa?a).
Pues bien, sobre todo esto ha ca¨ªdo la pandemia. Con sus miedos y sus muertes y sus secuelas f¨ªsicas, con traumas infinitos y angustias econ¨®micas, con la soledad y la falta de abrazos. Desde que irrumpi¨® el virus, la vida es de una indefensi¨®n y una anomal¨ªa enloquecedoras. Un estudio hecho por la OMS en 130 pa¨ªses muestra que, en 2020, la pandemia ha perturbado o paralizado los servicios de salud mental esenciales del 93% de los pa¨ªses del mundo (en Espa?a tambi¨¦n: en el confinamiento se redujeron los ingresos hospitalarios un 60%). Y un metaan¨¢lisis canadiense hecho sobre 55 investigaciones descubri¨® que, en la primera ola, el estr¨¦s postraum¨¢tico se multiplic¨® por cinco, los trastornos de ansiedad por cuatro y la depresi¨®n por tres. En cuanto a nuestro pa¨ªs, el hospital Gregorio Mara?¨®n de Madrid analiz¨® a 300 familiares de fallecidos por covid y la incidencia del duelo patol¨®gico era del 25%, cuando lo normal es el 2%. Hay una subida del absentismo laboral atribuible a causas ps¨ªquicas y han aumentado un 20% tanto las consultas de psic¨®logos como el uso de psicof¨¢rmacos. Esto ¨²ltimo resulta preocupante, porque Espa?a es uno de los pa¨ªses de la OCDE que consume m¨¢s tranquilizantes (datos extra¨ªdos de dos estupendos reportajes de Carmen S¨¢nchez-Silva y Jessica Mouzo en EL PA?S). Y, con la que est¨¢ cayendo, ese tipo del PP, Carmelo Romero, ?mand¨® a Errej¨®n al m¨¦dico? Pobre hombre; reo que es una muestra clara de lo fosfatinada que tenemos la cabeza (luego pidi¨® disculpas).
Ese abarrote de pastillas quiz¨¢ intente paliar la falta de m¨¦dicos y de recursos. Lo denuncia el psiquiatra Guillermo Lahera: invertimos en salud mental 5,50 euros de cada 100 del gasto sanitario, cuando la media de la UE es de 7 euros. Y mientras en el Reino Unido hay 15 psiquiatras por cada 100.000 habitantes (en Holanda 20 y en Noruega 29), en Espa?a hay 8. S¨ª, como dec¨ªa Errej¨®n, tenemos que tomarnos en serio este problema.
En fin, yo s¨®lo s¨¦ que varios de mis amigos m¨¢s cercanos han empezado a tomar antidepresivos o ansiol¨ªticos. Que veo por todas partes el aumento de la irascibilidad, la l¨¢grima f¨¢cil, el insomnio, el desasosiego y la obsesi¨®n, por no mencionar a todas esas personas que sostienen demenciales teor¨ªas conspirativas sobre el virus, verdaderos delirios psic¨®ticos. Yo misma, despu¨¦s de m¨¢s de 30 a?os sin sufrir crisis de angustia, tambi¨¦n las siento merodear como lobos hambrientos. Aunque ya no me asustan como antes. Aprend¨ª a surfearlas. A dejarlas pasar. Intentemos ejercitar la tranquilidad, amigos. Saldremos de ¨¦sta.
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