La pena de Nicaragua
Ya s¨¦ que nos vamos de vacaciones y que a nadie le apetece leer cosas tristes, pero voy a terminar con unos versos de Belli
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En los primeros a?os del siglo XXI tuve la suerte de viajar a Nicaragua, pa¨ªs que amo como a pocos, con cierta frecuencia.
En 2009, al llegar a Managua, encontr¨¦ unas extra?as acampadas en las rotondas de las v¨ªas de circunvalaci¨®n de la ciudad. Dentro de las tiendas se ve¨ªan personas arrodilladas. Son rezadores, me contaron, personas que rezan durante horas por el pa¨ªs, a cambio de un poco de dinero y un bocadillo¡ Resultaba dif¨ªcil creerlo, pero los carteles de la campa?a en la que Daniel Ortega se presentaba a una de sus tantas reelecciones mostraban una gran foto del comandante sandinista de anta?o bajo un eslogan que daba miedo, Cumplirle al Pueblo es cumplirle a Dios. Alrededor de la cabeza de Ortega se apreciaba una sombra luminosa, como los halos que nimban las cabezas de los santos en la iconograf¨ªa cl¨¢sica.
Era 2009 y no visit¨¦ solamente Managua. En Granada, donde se celebraba un importante festival de poes¨ªa, tuve la suerte de desayunar una ma?ana con Ernesto Cardenal. El poeta y sacerdote sandinista ten¨ªa ya m¨¢s de 80 a?os, pero le encontr¨¦ muy bien, f¨ªsica y mentalmente. Estaba deprimido, sin embargo, y m¨¢s que deprimido, cabreado, porque el Gobierno le hab¨ªa privado del acceso a internet. ?C¨®mo?, le preguntamos, ?te han hecho eso a ti? Pues s¨ª, nos respondi¨®, llegaron a mi casa, se llevaron los aparatitos y prohibieron que me volvieran a instalar las conexiones. El padre Cardenal no hab¨ªa sido el ¨²nico, pero s¨ª el m¨¢s significativo de los damnificados por el Gobierno de Daniel Ortega, que ya entonces, en 2009, hab¨ªa perdido completamente el pudor. Amigos como Sergio Ram¨ªrez, Claribel Alegr¨ªa y Gioconda Belli me contaron, en aquel viaje y despu¨¦s, en Espa?a, en Centroam¨¦rica o en cualquier lugar del mundo donde nos encontr¨¢ramos, otras historias incre¨ªbles, todas tristes.
A¨²n tuve la suerte de viajar a Nicaragua un par de veces m¨¢s, para conocer los ¡°¨¢rboles de la vida¡± promovidos por la esposa de Ortega, la vicepresidenta Rosario Murillo, estructuras met¨¢licas de m¨¢s de 15 metros de altura, inspirados en un cuadro de Gustav Klimt, que se iluminan todas las noches en un pa¨ªs donde la pobreza energ¨¦tica de la poblaci¨®n es abrumadora. Vi m¨¢s campa?as, m¨¢s carteles, me contaron m¨¢s historias trist¨ªsimas y procur¨¦ contarlas despu¨¦s. Y en 2018, cuando dos representantes de la caravana de los estudiantes nicarag¨¹enses que hab¨ªa recorrido el pa¨ªs de protesta en protesta llegaron a Madrid, las present¨¦ en un acto que se celebr¨® en la sede de Izquierda Abierta, corriente organizada dentro de Izquierda Unida. All¨ª, un se?or espa?ol, que declar¨® estar presente por sus buenas relaciones con la Embajada de Nicaragua, dijo que las estudiantes no sab¨ªan nada, que s¨®lo contaban mentiras, y nos llam¨® fascistas a todos, y sobre todo a m¨ª.
Este es mi ¨²ltimo art¨ªculo antes de mis vacaciones anuales. Durante el pr¨®ximo mes, no volver¨¢n a leerme en esta p¨¢gina, y s¨¦ que hoy deber¨ªa, como otros a?os, contarles lo feliz que voy a ser en mi rinc¨®n de la bah¨ªa de C¨¢diz, con mi playa, con mi at¨²n, con mi jard¨ªn y con mis amigos. Pero este curso tan raro se me ha hecho corto y no pod¨ªa terminarlo sin llorar por Nicaragua, inmersa en la enloquecida org¨ªa de detenciones de opositores decretada por Ortega, la degradaci¨®n ¨²ltima de la revoluci¨®n sandinista que constituy¨® el sue?o de mi generaci¨®n, el ¨²nico proceso revolucionario que vimos triunfar.
Hace unas semanas, Daniel Ortega y Rosario Murillo comparecieron en p¨²blico, en Managua, ante el monumento a Carlos Fonseca, para justificar las detenciones de quienes, seg¨²n ellos, no son candidatos, sino terroristas y golpistas que pretenden acabar con la herencia de la revoluci¨®n. Y s¨ª, ya s¨¦ que nos vamos de vacaciones y que a nadie le apetece leer cosas tristes, pero voy a terminar con unos versos de Gioconda Belli que no se me quitan de la cabeza desde entonces.
Qu¨¦ suerte la tuya de estar muerto, Carlos Fonseca / qu¨¦ suerte que sea s¨®lo poes¨ªa la frase de Tom¨¢s de que sos de los muertos que nunca mueren / ¡ Ojal¨¢ que las hormiguitas no te lo cuenten / que el pueblo te arrope en su pobreza / y te proteja de nosotros mismos.
Feliz verano s¨®lo para quienes se lo merecen.
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