El pesimismo de los j¨®venes
Quiz¨¢ lo sensato es abandonar de una vez por todas el optimismo iluso e indocumentado y reeducarnos
Pues s¨ª: parece que los j¨®venes espa?oles son pesimistas; parece que tienden a pensar que viven peor que sus padres y sus abuelos, y que les aguarda un futuro m¨¢s sombr¨ªo. Es falso, por supuesto ¡ªlo dicen todas las evidencias emp¨ªricas¡ª, pero tambi¨¦n es comprensible: al fin y al cabo, los j¨®venes ignoran en qu¨¦ condiciones deplorables pasamos nuestra juventud sus padres, no digamos sus abuelos; adem¨¢s, son hijos de dos crisis brutales: la de 2008 y la del coronavirus; por si eso fuera poco ¡ªy esto es quiz¨¢ lo esencial¡ª, casi todas las generaciones de j¨®venes que en el mundo han sido creyeron lo que ahora cree la nuestra (y todas o casi todas erraron). Se trata de un espejismo eterno. Yo llevo ya muchos a?os empe?ado en una campa?a unipersonal y fracasada para que nadie vuelva a atribuirle a Jorge Manrique la cantinela del ¡°cualquiera tiempo pasado fue mejor¡±. Es una infamia; Manrique jam¨¢s dijo eso: los grandes poetas nunca dicen estupideces, y Manrique es uno de los m¨¢s grandes. Lo que Manrique dijo en realidad es: ¡°C¨®mo a nuestro parescer / cualquiera tiempo pasado / fue mejor¡±; o sea: que cualquier tiempo pasado no fue mejor, pero nos lo parece. Eso s¨ª es verdad, y ah¨ª est¨¢ el espejismo.
He dicho casi todas las generaciones, no todas. En un art¨ªculo publicado en estas mismas p¨¢ginas, Juan Francisco Fuentes recordaba una encuesta publicada en 1929 por el diario El Sol ¡ª¡±?Qu¨¦ piensan los j¨®venes?¡±¡ª que parece una r¨¦plica retrospectiva de la que no hace mucho public¨® EL PA?S ¡ª¡±?C¨®mo es ser joven en 2021?¡±¡ª. El contraste entre ambas es aparatoso: frente al pesimismo de la segunda, el ilimitado optimismo de la primera. Seg¨²n Fuentes, en las respuestas de los j¨®venes de hace casi un siglo hab¨ªa una fe de carbonero en el futuro, ¡°un sentido ut¨®pico del cambio social y pol¨ªtico¡±. Aquellos chavales albergaban la certeza com¨²n de que iban a vivir mucho mejor que sus padres y sus abuelos; s¨®lo difer¨ªan en la forma de conseguirlo: por entonces muchos de ellos empezaban a arrinconar las viejas ideas liberales y unos se estaban convirtiendo en comunistas y otros en fascistas. Fascismo y comunismo: esas eran las dos grandes utop¨ªas del momento, las dos promesas antag¨®nicas de bajar el cielo a la tierra; sobra recordar la cat¨¢strofe que desencaden¨® este masivo ataque de entusiasmo en los a?os siguientes, en Espa?a y fuera de Espa?a¡ Es un hecho: el optimismo goza de un prestigio inmerecido. Fue Josep Pla quien acu?¨® la teor¨ªa de la propina, seg¨²n la cual en esta vida todo lo que no es cat¨¢strofe es propina. ?Amanece y sigues vivo? Propina. ?Te acuestas y nadie te ha partido la cara, ni te han enga?ado o insultado o traicionado? Propina. El patr¨®n de los optimistas deber¨ªa ser Ambrose Bierce, que en su Diccionario del diablo defini¨® as¨ª la palabra a?o: ¡°Periodo de trescientas sesenta y cinco decepciones¡±. El patr¨®n de los pesimistas deber¨ªa ser Ricardo Reis, que escribi¨®: ¡°Si nada esperas, / cuanto te depare el d¨ªa, / por poco que sea, ser¨¢ mucho¡±. As¨ª que el optimista, que lo espera todo, tiende a arrastrar una vida de permanente decepci¨®n y desasosiego, mientras que el pesimista, que no espera nada, tiende a gozar una vida de placidez y contento permanentes. Ahora juzguen ustedes cu¨¢l de los dos es m¨¢s juicioso: el optimista o el pesimista. Esto por lo que se refiere al plano ¨¦tico, individual; en cuanto al colectivo o pol¨ªtico, tres cuartos de lo mismo: lo inteligente es esperar lo peor y trabajar para lo mejor; si no me enga?o, es m¨¢s o menos lo que quiso decir Antonio Gramsci cuando habl¨®, famosamente, del pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad.
De modo que s¨ª: el optimismo est¨¢ sobrevalorado. Lo que quiz¨¢ significa que el pesimismo de nuestros j¨®venes no es una mala noticia, sino s¨®lo una muestra de cordura. Quiz¨¢ el est¨²pido espejismo del ¡°cualquiera-tiempo-pasado-fue-mejor¡± es una suerte de airbag de la especie, un seguro de vida colectivo; quiz¨¢ lo sensato es abandonar de una vez por todas el optimismo iluso e indocumentado y reeducarnos en un pesimismo racional. Si es as¨ª, los optimistas irredentos tenemos un enorme trabajo por delante.
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