Guillermo Mart¨ªnez, sue?os impresos en 3D
Con 22 a?os dise?¨® en su habitaci¨®n la primera pr¨®tesis para personas que no tienen codo impresa en 3D. Hoy, con 27, dirige una organizaci¨®n que fabrica y reparte estas piezas gratuitamente en m¨¢s de 55 pa¨ªses.
De ni?o, Guillermo Mart¨ªnez imaginaba en su cabeza los juguetes que deseaba. Despu¨¦s, los dibujaba minuciosamente en una libreta con la intenci¨®n de, alg¨²n d¨ªa, poder crearlos. Sus padres, Mayte y Jose, conservan esas p¨¢ginas como un tesoro. Es para ellos la primera prueba de que su hijo estaba predestinado a convertirse en un inventor, un dise?ador y un so?ador. Todo lo que, con orgullo, dicen que es hoy. Y es que este madrile?o de 27 a?os cre¨® en 2016 el primer brazo impreso en 3D para alguien sin codo y acu?¨® el t¨¦rmino tr¨¦sdesis para referirse a pr¨®tesis de manos y brazos fabricadas con esa tecnolog¨ªa. En apenas un lustro pas¨® de imprimirlas en su habitaci¨®n a montar Ay¨²dame3D, una ONG que hoy reparte gratuitamente estas piezas en m¨¢s de 55 pa¨ªses.
¡°Todo empez¨® con un viaje a Kenia¡±, dice. Cuenta que al terminar la carrera se sent¨ªa desbordado. ¡°El ¨²ltimo curso fue dif¨ªcil e intenso. Necesitaba desconectar¡±. Una amiga de su hermana, Edurne ¡ªperiodista y cinco a?os mayor que ¨¦l¡ª, hab¨ªa estado el a?o anterior en el orfanato Bamba, en Kenia. ¡°Ense?aba a los ni?os ingl¨¦s, que all¨ª es muy importante, y me pareci¨® un buen plan¡±, resume desde su peque?o despacho en La Nave, en Madrid.
Su idea era llevar un mont¨®n de juguetes impresos, pero su mente, siempre tan creativa y so?adora, quer¨ªa ir m¨¢s all¨¢. Ten¨ªa que haber algo con lo que pudiera ayudar realmente. Buce¨® en la Red y encontr¨® plantillas para imprimir en 3D dispositivos para ni?os sin dedos. ¡°Pregunt¨¦ en el orfanato si alguien precisaba algo similar¡±. Le dijeron que no, pero que en el pueblo hab¨ªa cinco personas que les faltaba un brazo. As¨ª que le mandaron las necesidades y medidas de cada caso y, durante los tres meses previos al viaje, Mart¨ªnez pas¨® horas encerrado en su cuarto dise?ando, imprimiendo, probando, deshaciendo y rehaciendo pr¨®tesis. Hasta que cre¨® un prototipo capaz de abrir y cerrar los dedos con un ligero movimiento de hombro, codo o mu?eca, seg¨²n el modelo, llamados Vicky, Mery y Nelly. El movimiento del codo, por ejemplo, hace que tire del hilo y este abre y cierra los dedos. ¡°Buscaba algo muy sencillo, sin electr¨®nica, porque, al ser para un lugar sin recursos tecnol¨®gicos, deb¨ªa ser una pieza f¨¢cil y barata de reparar¡±.
Viaj¨® a Kenia con una maleta llena de piezas de pl¨¢stico que al llegar deb¨ªa volver a montar. ¡°No sab¨ªa si al probar las pr¨®tesis en la gente funcionar¨ªan. Pero lo hicieron¡±. Todav¨ªa recuerda las sonrisas de aquellas personas. En ese momento comprendi¨® todo lo que pod¨ªa aportar con su creaci¨®n. Grab¨® aquellas primeras experiencias en un minidocumental que colg¨® en internet para hacer un crowdfunding y recaudar dinero para enviar m¨¢s tr¨¦sdesis. Poco a poco le fueron pidiendo m¨¢s ejemplares, le contactaron de otros pa¨ªses y en 2017 fund¨® Ay¨²dame3D con dos amigos del instituto y su novia, Laura Mart¨ªn. As¨ª empez¨® todo. Con el viaje a Kenia.
O quiz¨¢s fue antes. Cuando era peque?o y su padre le llevaba con frecuencia a una tienda que hab¨ªa cerca de su trabajo: Juguetr¨®nica. ¡°Pod¨ªa estar horas viendo aquellos juguetes con lo ¨²ltimo en tecnolog¨ªa¡±, recuerda Jose al otro lado del tel¨¦fono. ¡°Desde ni?o hacerle regalos era muy complicado porque no le gustaban cosas normales¡±, prosigue Mayte. Cuenta que se hac¨ªa sus propios disfraces y que los profesores dec¨ªan que siempre estaba innovando. ¡°En casa no pod¨ªamos tirar ning¨²n aparato, de v¨ªdeo o lo que fuera, sin su supervisi¨®n previa¡±, r¨ªe la madre. ¡°?l ten¨ªa que comprobar si este cable, tornillo o tuerca le pod¨ªa servir para sus creaciones. Todo lo guardaba¡±. Y as¨ª, el peque?o de la familia convirti¨® la terraza en su taller de construcci¨®n. ¡°So?aba con que hiciesen una m¨¢quina para crear juguetes en casa¡±, r¨ªe su padre. ¡°Y entonces aparecieron las impresoras 3D¡ El sue?o hecho realidad¡±.
En 2014, cuando Mart¨ªnez ten¨ªa 20 a?os, lleg¨® el bum de las impresoras 3D. ¡°Entonces eran muy caras. Pero a partir de 2016 empez¨® a democratizarse y encontr¨¦ la m¨ªa en internet por 150 euros¡±, recuerda. As¨ª que para el trabajo de fin de grado decidi¨® incorporar al proyecto la impresi¨®n 3D: ¡°Hice un dron, pero todo el cover estaba impreso en 3D¡±, explica. Para cuando termin¨® la carrera, ya era un experto en el uso de su peque?o aparato. Y lleg¨® ese primer viaje a Kenia, origen de todo.
Cuando lo cuenta, se desv¨ªa del tema para explicar otra cosa que le viene repentinamente a la cabeza. Luego regresa al punto donde lo dej¨®, pero antes de terminar, un nuevo pensamiento le sobreviene. Suceder¨¢ varias veces. Mart¨ªnez se justifica: ¡°Tengo problemas de concentraci¨®n desde ni?o¡±. Dice que siempre le ha sido dif¨ªcil memorizar o centrarse mucho en algo. Salvo con dos cosas: las pel¨ªculas y tocar el piano. Sobre todo m¨²sica actual, como Love of Lesbian, Vetusta Morla¡ ¡°Con eso puedo estar horas. Lo mismo me ocurre ahora con la construcci¨®n de brazos y dem¨¢s tr¨¦sdesis¡±. Y tambi¨¦n le pasaba de ni?o con los Legos. Dice su padre que sus colecciones dar¨ªan para una exposici¨®n.
Cuando volvi¨® de Kenia, lo contrataron en Juguetr¨®nica. Aquella tienda junto al trabajo de su padre en la que tantas horas hab¨ªa pasado de ni?o. ¡°Me hac¨ªan los ojos chiribitas. Casi habr¨ªa trabajado gratis¡±, bromea. Cada tarde, tras una larga jornada laboral, se encerraba en su cuarto para dise?ar y fabricar nuevas pr¨®tesis, y revisar los encargos que recib¨ªa constantemente desde el crowdfunding. Por las ma?anas, antes de ir a la oficina, dejaba en marcha sus dos impresoras. Estaban en su habitaci¨®n, con una c¨¢mara conectada a su m¨®vil, para vigilar que todo fuese bien. Y as¨ª estuvo m¨¢s de dos a?os, hasta que en 2019 decidi¨® dejar su trabajo. ¡°Pens¨¦: tengo 25, vivo con mis padres y tengo ahorrillos. Voy a dedicarme un a?o solo a Ay¨²dame3D¡±. As¨ª fue c¨®mo consigui¨®, con 26 a?os, convertir su pasi¨®n en su profesi¨®n e independizarse.
¡°Al dedicarme a la ONG al 100%, explosion¨®¡±. Porque empez¨® a tener tiempo para reunirse con asociaciones y empresas y poner en marcha todo un engranaje de financiaci¨®n para sus tr¨¦sdesis solidarias. ¡°Ya no pod¨ªa vivir de las donaciones. Necesitaba un sueldo y un equipo¡±. Hoy cuenta con seis empleados. Entre ellos, Natalia Salgado y Stephanie Lois, ingeniera biom¨¦dica y bi¨®loga, se encargan de implementar los prototipos: hacerlos m¨¢s ligeros, resistentes al agua, indestructibles, o incluso mejoras est¨¦ticas, como fabricarlos en tonos similares a la piel humana. ¡°Aunque hemos tenido alg¨²n pedido especial inspirado en el brazo de Spiderman, por ejemplo, para un ni?o¡±, sonr¨ªe Mart¨ªnez, que hoy da conferencias y cursos por todo el mundo, fabrica con sus impresoras llaveros y otros obsequios que venden a empresas y hasta tiene un programa con colegios. Todo para concienciar sobre c¨®mo el 3D y la tecnolog¨ªa pueden ayudar. ¡°Hemos sido los primeros en hablar de responsabilidad social tecnol¨®gica¡±.
¡°Quer¨ªa un modelo en el que el voluntariado se centrase en las construcciones de tr¨¦sdesis y la financiaci¨®n viniera por otro lado¡±. Lo ha conseguido. Cuenta con una red de m¨¢s de 100 voluntarios (helpers3D). ¡°Les enviamos el material, las instrucciones para imprimir y montar cada pieza. Luego, nos encargamos de recogerles el pedido y enviarlo al lugar de destino¡±. Pese a repartir en todo el planeta, Kenia sigue siendo el origen de todo. Por eso regres¨® en febrero de 2020 al orfanato con dos impresoras y PLA (¨¢cido polil¨¢ctico) para ense?arles a fabricar all¨ª las tr¨¦sdesis. Nelson y Lydia, de 18 a?os, se encargan de ello. ¡°Cuando fui no sab¨ªan ni encender un ordenador, y ahora imprimen brazos¡±, dice con satisfacci¨®n.
Y aqu¨ª, en Espa?a, ya no solo fabrican tr¨¦sdesis. Con la covid, empezaron a imprimir m¨¢scaras faciales para personal sanitario que repartieron gratuitamente en centros de todo el pa¨ªs. Y ahora acaban de crear carcasas para cubrir las bolsas de quimioterapia de los ni?os con c¨¢ncer. Su mente nunca deja de crear.
¡°El destino me ha tra¨ªdo hasta aqu¨ª¡±, reflexiona. Es lo que tiene mirar al pasado desde el presente. Que uno ya sabe c¨®mo termina la historia. Y lo que en su d¨ªa Mart¨ªnez entendi¨® como tropezones, hoy lo ve como los desv¨ªos que le han tra¨ªdo hasta aqu¨ª. Como cuando no le dio la nota para entrar en Arquitectura y tuvo que matricularse en Organizaci¨®n Industrial. ¡°Gracias a eso aprend¨ª mucho de dise?o, pero tambi¨¦n de negocio tecnol¨®gico y liderazgo¡±. Cada vez que remueve sus recuerdos para volver a contar su historia, descubre nuevos indicios de que las cosas no pod¨ªan haber sido de otro modo. Como cuando en 2015 consigui¨® una beca para irse un mes a China con Huawei. El proyecto que present¨® en el concurso hablaba sobre c¨®mo la tecnolog¨ªa podr¨ªa ayudar en el futuro. ¡°Entre los ejemplos, ya mencionaba la posibilidad de alg¨²n d¨ªa hacer pr¨®tesis de brazos y piernas. Aquello fue antes de tener la impresora 3D, antes de Kenia, antes de todo esto. Y me estoy dando cuenta en este instante de ese detalle¡±. Mientras habla, comprende que la idea ya estaba flotando en su cabeza desde hace mucho tiempo. M¨¢s de lo que alcanzaba a ver. ¡°El destino me ha tra¨ªdo hasta aqu¨ª¡±.
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