Lo uno y lo diverso
En un art¨ªculo publicado en este peri¨®dico, Emiliano Monge escribe: ¡°Mi idioma es mi pertenencia (¡) nunca me he sentido extranjero m¨¢s que cuando estoy en donde se habla algo distinto a esa lengua que aprend¨ª en casa (¡) nunca me he sentido lejos (ni en el Pirineo, ni en Ushuaia, ni en Tijuana), salvo cuando no me rodean mis palabras, que son las que me hacen sentir cerca¡±. Monge, uno de los mejores escritores mexicanos actuales, rebaja lo anterior a un ¡°exabrupto emocional¡±; a m¨ª, en cambio, me h...
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En un art¨ªculo publicado en este peri¨®dico, Emiliano Monge escribe: ¡°Mi idioma es mi pertenencia (¡) nunca me he sentido extranjero m¨¢s que cuando estoy en donde se habla algo distinto a esa lengua que aprend¨ª en casa (¡) nunca me he sentido lejos (ni en el Pirineo, ni en Ushuaia, ni en Tijuana), salvo cuando no me rodean mis palabras, que son las que me hacen sentir cerca¡±. Monge, uno de los mejores escritores mexicanos actuales, rebaja lo anterior a un ¡°exabrupto emocional¡±; a m¨ª, en cambio, me ha hecho pensar.
Nac¨ª en un pueblo donde s¨®lo se hablaba una lengua, pero crec¨ª en una ciudad donde se hablaban dos: castellano y catal¨¢n. Por entonces, todav¨ªa en pleno franquismo, el castellano era, adem¨¢s de mi lengua familiar, la ¨²nica lengua de la escuela, los medios de comunicaci¨®n y la Administraci¨®n; pero yo era consciente de la existencia de la otra lengua, y estaba en contacto permanente con ella. ?Significa esto que me sent¨ªa extranjero? Es muy posible (aunque no s¨®lo por razones ling¨¹¨ªsticas: tambi¨¦n por falta de referentes familiares, por ejemplo); en todo caso, quiz¨¢ fue precisamente para no sentirme extranjero por lo que, apenas llegu¨¦ a la universidad, aprend¨ª catal¨¢n: aprend¨ª a hablarlo, a leerlo, a escribirlo; estudi¨¦ la literatura, la cultura, la historia catalanas. M¨¢s o menos desde entonces soy, como tantos catalanes, casi perfectamente biling¨¹e, y en mi vida cotidiana suelo usar m¨¢s el catal¨¢n que el castellano. Por supuesto, no falta quien piensa que esto es una traici¨®n, una cobarde renuncia a la propia identidad; es un disparate: la lengua no determina la identidad ¡ªsea lo que sea esto¡ª, y lo incomprensible, lo b¨¢rbaro es que haya quien viva en un lugar donde se habla una lengua distinta a la suya y no se tome la molestia de aprenderla. Las lenguas son la llave de la sabidur¨ªa, y una de las ventajas del biling¨¹ismo es que facilita el aprendizaje de otros idiomas: por eso yo no s¨®lo no me siento extranjero en Latinoam¨¦rica, sino tampoco en Francia, Italia, Estados Unidos o Portugal, donde se hablan lenguas que conozco. Esta historia personal tiene una derivada pol¨ªtica. Todav¨ªa prisionero de la mentalidad nacionalista, que fue revolucionaria hace dos siglos y ahora es reaccionaria, nuestro tiempo identifica la lengua con la naci¨®n, y la naci¨®n con el Estado: un Estado ser¨ªa, as¨ª, el fruto natural de una naci¨®n, y una naci¨®n el fruto natural de una lengua. La Francia actual, cuya Revoluci¨®n arras¨® hace dos siglos con las lenguas que conviv¨ªan con el franc¨¦s, es resultado del triunfo del nacionalismo franc¨¦s; la Espa?a actual, que no tuvo revoluci¨®n ¡ªno al menos comparable a la francesa¡ª y donde se hablan lenguas distintas del espa?ol, es resultado del fracaso del nacionalismo espa?ol. Pero este fracaso podr¨ªa convertirse en un ¨¦xito si, emancip¨¢ndonos del marco mental del nacionalismo, consigui¨¦ramos combinar la unidad pol¨ªtica, que nos hace m¨¢s fuertes, con la diversidad ling¨¹¨ªstica y cultural, que nos enriquece. Y por eso, porque las lenguas y culturas distintas son una fuente de riqueza, Espa?a deber¨ªa asegurar la prosperidad de las suyas, como de hecho exige el t¨ªtulo preliminar de la Constituci¨®n, y transformar ese fomento de lo diverso en una herramienta de uni¨®n y no de divisi¨®n (el problema, aclar¨¦monos de una vez, no son las lenguas, sino el uso pol¨ªtico de las lenguas: es absurdo atribuir a la lengua catalana responsabilidad alguna en las tropel¨ªas cometidas por los secesionistas en 2017). Visto as¨ª, el proyecto espa?ol se asemeja al proyecto europeo, que no por casualidad surgi¨® como ant¨ªdoto contra las cat¨¢strofes provocadas por el nacionalismo en el siglo XX: para terminar con siglos de sangrientas divisiones nacionales; para preservar la paz, la prosperidad y la democracia en el continente, y para culminar el proyecto pol¨ªtico m¨¢s ambicioso de nuestra ¨¦poca, tambi¨¦n Europa debe aprender a conciliar la unidad pol¨ªtica con la diversidad cultural.
Monge lleva raz¨®n: nuestra lengua es nuestra pertenencia; pero, para quienes tenemos varias lenguas, la pertenencia se multiplica. Es absurdo empe?arse en convertir ese privilegio en un problema.