Estamos fracasando
?Por qu¨¦ en el siglo XX la democracia era un sistema deseable para los pueblos y por qu¨¦ en el XXI parece carecer de legitimidad?
A mediados de abril, la India atraves¨® una frontera vertiginosa: alcanz¨® los 1.425.775.850 habitantes y super¨® a China como pa¨ªs m¨¢s poblado de la Tierra. De hecho, cada d¨ªa nacen m¨¢s de 67.000 ni?os en ese territorio gigantesco. Son cifras que marean. En 1981 fui a Nueva Delhi a entrevistar a Indira Gandhi. La m¨ªtica primera ministra hab¨ªa tenido una vida intensa y ¨¦pica; estuvo en prisi¨®n, atraves¨® por una infinidad de altibajos pol¨ªticos y muchos la acusa...
A mediados de abril, la India atraves¨® una frontera vertiginosa: alcanz¨® los 1.425.775.850 habitantes y super¨® a China como pa¨ªs m¨¢s poblado de la Tierra. De hecho, cada d¨ªa nacen m¨¢s de 67.000 ni?os en ese territorio gigantesco. Son cifras que marean. En 1981 fui a Nueva Delhi a entrevistar a Indira Gandhi. La m¨ªtica primera ministra hab¨ªa tenido una vida intensa y ¨¦pica; estuvo en prisi¨®n, atraves¨® por una infinidad de altibajos pol¨ªticos y muchos la acusaban de corrupci¨®n y feroz autoritarismo. Me temo que estas cr¨ªticas eran ciertas, al menos en parte, pero tambi¨¦n me pareci¨® una mujer inteligente y entregada a un ideal: la grandeza y modernizaci¨®n de su pa¨ªs. Claro que hay personas tan convencidas de su valor hist¨®rico que terminan confundiendo la grandeza de la sociedad con la suya propia. La encontr¨¦, eso s¨ª, triste y cansada: pocos meses antes su hijo Sanjai, el preferido, responsable de las mayores tropel¨ªas que se cometieron durante el gobierno de su madre, hab¨ªa muerto en un accidente a¨¦reo. Cuando la entrevist¨¦, Gandhi ten¨ªa 63 a?os. Apenas tres a?os despu¨¦s ser¨ªa asesinada a tiros por dos de sus guardaespaldas. Pertenec¨ªan a la minor¨ªa sikh y estaban vengando una masacre que Indira hab¨ªa ordenado contra los suyos (el ej¨¦rcito asalt¨® el templo Dorado sikh y mat¨® entre 600 y 1.200 personas, dependiendo de las fuentes). Justo la noche antes de ser acribillada, la primera ministra dijo en un mitin p¨²blico: ¡°No me importa si mi vida va en servicio de la naci¨®n. Si muero hoy, cada gota de mi sangre vigorizar¨¢ a la naci¨®n¡±. Ya digo que ten¨ªa algo mesi¨¢nico.
Parece claro, en cualquier caso, que sab¨ªa que la iban a asesinar. Que la muerte le llegara de manos de quienes deb¨ªan defenderla a?ade tragedia y soledad al magnicidio. Cuando le pregunt¨¦ sobre sus excesos de autoritarismo, Indira se hab¨ªa defendido diciendo que incluso las democracias m¨¢s consolidadas necesitan cometer esos excesos en ocasiones y suspender las libertades para defender el sistema, como, por ejemplo, Gran Breta?a durante la Segunda Guerra Mundial. ¡°?Por qu¨¦ no hay otro pa¨ªs en v¨ªas de desarrollo que sea una democracia, como el nuestro? ?Se lo ha preguntado alguna vez?¡±, me espet¨® con fiero orgullo. Era una afirmaci¨®n arriesgada, porque, seg¨²n las clasificaciones del FMI y de la ONU, hab¨ªa pa¨ªses democr¨¢ticos latinoamericanos que tambi¨¦n podr¨ªan considerarse en v¨ªas de desarrollo, por ejemplo, pero creo que entend¨ª a qu¨¦ se refer¨ªa y sus palabras me hicieron intuir la colosal dimensi¨®n de los problemas sociales, culturales y pol¨ªticos que puede tener un pa¨ªs como la India. Entonces, ay, estaba un poco por debajo de los 700 millones de habitantes. Ahora ha duplicado con creces esa cifra. S¨ª, el reto es enorme. Y est¨¢n fracasando. Es decir, estamos fracasando.
Hace dos semanas se public¨® en EL PA?S un texto extraordinario de la gran escritora Arundhati Roy, El desmantelamiento de la democracia india, en donde explica c¨®mo el primer ministro indio, Narendra Modi, miembro del RSS, una organizaci¨®n ultraderechista y supremacista hind¨² fundada en 1925 a imagen de los paramilitares fascistas de Mussolini, est¨¢ llevando a cabo una demolici¨®n de la democracia india, que, definida en la constituci¨®n como una ¡°rep¨²blica secular socialista¡±, ahora se est¨¢ reconvirtiendo en una teocracia hind¨² en la que se persigue brutalmente a los 170 millones de musulmanes que hay en el pa¨ªs. Claro que, por muchas barbaridades que haga Modi, Occidente lo apoyar¨¢ para utilizarlo contra China. He aqu¨ª a dos gigantes que suman casi el 40% de la poblaci¨®n mundial, con armas nucleares y con pocas ganas de aceptar las reglas del juego democr¨¢tico. Por no hablar de Rusia. O, a¨²n peor: por no hablar de Finlandia, un pa¨ªs mundialmente admirado por su desarrollo c¨ªvico y por el nivel de bienestar y equidad social, que acaba de encumbrar en las recientes elecciones al partido ultraderechista de Riikka Purra. El estremecedor an¨¢lisis de Arundhati me record¨® las palabras de Indira, que se enorgullec¨ªa de seguir la senda democr¨¢tica aunque fuera por caminos retorcidos. ?Por qu¨¦ en el siglo XX la democracia era un sistema deseable para los pueblos y por qu¨¦ en el siglo XXI parece carecer de legitimidad y de atractivo? ?En qu¨¦ nos estamos equivocando? ?En apoyar a Modi haga lo que haga, por ejemplo?