El ¨¦xito de la clase turista premium: as¨ª gentrifican el cielo las aerol¨ªneas
Tras la pandemia, las l¨ªneas a¨¦reas se lanzaron a promover un nuevo espacio en sus aeronaves, un pelda?o por encima de la clase turista, que promet¨ªa confort con tarifas razonables. Esta traducci¨®n de los deseos de la clase media aspiracional al espacio entre asientos y el men¨² a bordo ha sido un ¨¦xito.
Han o¨ªdo hablar ustedes del s¨ªndrome de la clase turista? Est¨¢ perfectamente documentado que, en vuelos de larga duraci¨®n y condiciones de inmovilidad forzosa en espacios reducidos, uno de cada mil pasajeros de vuelos comerciales sufre s¨ªntomas de trombosis venosa profunda, una afecci¨®n potencialmente grave.
Para combatirla, las compa?¨ªas a¨¦reas empezaron a ofrecer, en la primera d¨¦cada de nuestro siglo, espacio adicional entre asientos, de 15 a 30 cent¨ªmetros extra, la diferencia entre la...
Han o¨ªdo hablar ustedes del s¨ªndrome de la clase turista? Est¨¢ perfectamente documentado que, en vuelos de larga duraci¨®n y condiciones de inmovilidad forzosa en espacios reducidos, uno de cada mil pasajeros de vuelos comerciales sufre s¨ªntomas de trombosis venosa profunda, una afecci¨®n potencialmente grave.
Para combatirla, las compa?¨ªas a¨¦reas empezaron a ofrecer, en la primera d¨¦cada de nuestro siglo, espacio adicional entre asientos, de 15 a 30 cent¨ªmetros extra, la diferencia entre la angostura claustrof¨®bica y el pleno confort para cualquiera que estuviese dispuesto a pagar un poco m¨¢s de dinero. Han le¨ªdo bien. No algo m¨¢s de espacio para todos por prescripci¨®n facultativa, sino una mejora discrecional de las condiciones de salubridad del vuelo para una nueva clase media de altos vuelos, los que no pod¨ªan (o no quer¨ªan) comprar un billete en business o primera clase, pero s¨ª una tarifa algo superior para librarse de las estrecheces de economy.
Hoy sabemos que esta maniobra comercial de moralidad dudosa fue el embri¨®n de la clase turista premium (premium economy), cada vez m¨¢s popular tras los rigores de la pandemia. Mac Schwerin alertaba de este fen¨®meno en un incisivo art¨ªculo en la revista The Atlantic. En ¨¦l, Schwerin afirmaba: ¡°A la mayor¨ªa de nosotros les resulta especialmente molesto verse confinados a ese infierno de mediocridad e incomodidades que es la cabina principal de un Boeing 737¡å. Tr¨¢mites de facturaci¨®n y embarque que se eternizan, la agon¨ªa de comprobar que nuestro equipaje de mano supera por una pulgada las dimensiones aceptables en cabina, la exasperante estrechez del cub¨ªculo en que pasaremos sentados las pr¨®ximas 8, 10, 12 horas de nuestra vida, la falta de un kit de aseo personal¡
A todos nos gustar¨ªa pasarnos a ese para¨ªso low cost en que todo lo anterior desaparece de un plumazo y asoman en el horizonte las delicias del chef, el amplio surtido de cervezas artesanales, la oferta de ocio vip. Uzma Khan, profesor de marketing de la Universidad de Miami, resume en apenas un par de frases la operaci¨®n mental que llev¨® a las aerol¨ªneas a crear y generalizar ese cada vez m¨¢s rentable escal¨®n intermedio que es el turista premium: ¡°Se plantearon que el suyo era un negocio inmobiliario, dado que estaban alquilando parcelas en el aire. Y que el tama?o de esas parcelas era un bien tan preciado como los metros cuadrados en el centro de ciudades tan densas y caras como Par¨ªs, Nueva York o Londres¡±. Y, una vez explorado el nicho y comprobado que eran legi¨®n los pasajeros dispuestos a ocuparlo, empezaron a sistematizar la estrategia y a ofrecer cada vez m¨¢s detalles adicionales hasta consolidar una aviaci¨®n comercial con tres tipos de pasajeros: la absoluta ¨¦lite, el vulgo y una nueva clase media aspiracional.
Becky Pokora, redactora de la edici¨®n internacional de la revista Forbes, explica que las tarifas intermedias est¨¢n proliferando ¡°en un contexto muy particular¡±. Durante la pandemia, la gente dej¨® de volar, y, al reanudar esa actividad m¨¢s o menos cotidiana tras restricciones y confinamientos, descubri¨® que ¡°en realidad, odia hacerlo¡±, porque resulta una experiencia ¡°inc¨®moda, estresante¡± y que nos hace sentirnos ¡°como miembros de un reba?o¡±. Dado que los vuelos en clase ejecutiva suelen costar entre el triple y el qu¨ªntuple que los ordinarios, pagar entre un 40% y un 75% m¨¢s por un buen suced¨¢neo, esa cabina intermedia con embarque preferente, espaciosos cub¨ªculos con asiento reclinable, reposapi¨¦s y reposacabezas, men¨² gourmet, c¨®ctel de bienvenida, pantalla t¨¢ctil con oferta de ocio audiovisual ampliado, almohada y plum¨®n, antifaz y tapones para los o¨ªdos, se revela como una opci¨®n muy atractiva.
Pokora ofrece un an¨¢lisis comparativo de las condiciones de vuelo en las tres modalidades disponibles y concluye que la opci¨®n premium resulta cada vez m¨¢s atractiva para una parte sustancial de los clientes y, sin duda, muy provechosa para las aerol¨ªneas. Aunque las grandes pioneras en este proceso de gentrificaci¨®n gradual hayan sido compa?¨ªas con querencia por el lujo, como Emirates Airlines, casi todas, de British Airways a Delta Air Lines, pasando por Air France, Iberia, Cathay Pacific, Virgin, Qantas o Lufthansa, se han ido incorporando a esta feliz cuadratura del c¨ªrculo. La publicidad de muchas de estas empresas se est¨¢ centrando en c¨®mo sus opciones plus o premium se acercan cada vez m¨¢s a la ¡°experiencia¡± ejecutiva a un precio muy inferior. La clase media, una vez m¨¢s, accede al para¨ªso.
Voces cr¨ªticas, como la de Whizy Kim en la revista Vox, apuntan, pese a todo, que, dadas las actuales circunstancias de mercado, a muchas compa?¨ªas puede resultarles ¡°tentador¡± tolerar un deterioro generalizado de las condiciones b¨¢sicas de vuelo para que cada vez m¨¢s usuarios se sientan inclinados a rascarse el bolsillo. En su opini¨®n, ya estar¨ªa ocurriendo. Kim cita estudios recientes en los que se apunta a una ca¨ªda generalizada del porcentaje de satisfacci¨®n de los clientes de las aerol¨ªneas estadounidenses. ?Se han vuelto m¨¢s exigentes? ?La pandemia ha exacerbado, de alguna manera, su gusto por la calidad de vida y su intolerancia al estr¨¦s y las incomodidades? ?O podemos concluir que la experiencia de volar en clase turista resulta ahora menos satisfactoria que nunca?
Jessica Puckett, de la revista Traveler, fue de las primeras en preguntarse por qu¨¦, de repente, a todo el mundo le ha dado por volar en opciones premium. Su respuesta no pudo ser m¨¢s elocuente: ¡°Porque se ha abierto un abismo, en t¨¦rminos de lujo, servicio al cliente y confort, entre la clase turista ordinaria y la mejorada¡±. Y todo el que se lo puede permitir prefiere cruzar la zanja y separarse del vulgo, aunque solo sea para no aterrizar en su destino con una trombosis venosa profunda.