El imparable ascenso de la aviaci¨®n privada
M¨¢s de 23.000 jets privados transportan mucho m¨¢s r¨¢pido al 0,0008% de la poblaci¨®n del mundo. Cada a?o se suman unos 600 aparatos nuevos a un negocio en auge. Su aportaci¨®n al cambio clim¨¢tico y el peligro de burbujas inversorasson las sombras de un sector que mueve m¨¢s de 38.000 millones al a?o
Si el lujo tiene que ver en gran parte con la exclusividad, con disfrutar lo que a los dem¨¢s les est¨¢ vetado, el privilegio m¨¢ximo ser¨ªa una m¨¢quina del tiempo. ¡°Vendemos algo que no est¨¢ a la venta para el com¨²n de los mortales: tiempo. Una mercanc¨ªa de dif¨ªcil intercambio. Somos una m¨¢quina del tiempo. Puedo llevarte desde tu villa en la costa hasta tu casa, a ti, gerente de un fondo de inversi¨®n, seis horas m¨¢s r¨¢pido de lo que llevar¨ªa tomar un vuelo comercial. Y si esa opci¨®n te va a costar 15.000 d¨®lares m¨¢s de lo que te costar¨ªa llevar a toda tu familia en un vuelo programado, la eliges sin pesta?ear¡±.
Quien as¨ª habla es John Matthews, fundador y CEO de AirX, una compa?¨ªa de aviaci¨®n privada con una flota de 16 aeronaves que compite en Europa, con sede social en Malta y centros operativos en Londres. Disidente e inconformista en su sector, sin pelos en la lengua, Matthews no tiene reparo en describir la verdadera naturaleza ¡ªo, al menos, la verdad tal y como ¨¦l la entiende¡ª de un negocio que mueve m¨¢s de 38.000 millones de euros a escala global, y que proyecta alcanzar los 60.000 millones en 2030, seg¨²n la consultora Fortune Business Insights.
Habr¨¢ tiempo de volver en este reportaje a Matthews, y a su visi¨®n descarnada de un negocio cuyos clientes representan el 0,0008% de la poblaci¨®n mundial, y son en su mayor¨ªa varones, mayores de 50 a?os y concentrados en los sectores de la banca, las finanzas y la propiedad inmobiliaria.
De momento, el helic¨®ptero Sikorsky S-76 est¨¢ a punto de despegar del helipuerto de Battersea, en la orilla sur del T¨¢mesis. Es una ma?ana nublada en Londres, y los problemas de visibilidad hacen peligrar el viaje: 20 minutos de vuelo hasta el aeropuerto de Farnborough, al suroeste de la ciudad. La alternativa ser¨ªa al menos dos horas de carretera, con un tr¨¢fico infernal. El cliente es la prioridad y, en cuanto se abren m¨ªnimos claros, la aeronave pone rumbo a su destino. El tiempo de espera se ha llevado c¨®modamente en una sala lujosa, al lado de la pista, con caf¨¦, t¨¦, pastas y licores de libre disposici¨®n.
Asientos de piel, cabina insonorizada, amplias ventanas, espacio para ocho personas. Forma parte de una flota global que incluye 18 helic¨®pteros m¨¢s y 270 jets, entre ellos, los Praetor 600 de tama?o medio y los cotizados Gulfstream G650 de larga distancia. Pertenecen todos a Flexjet, una compa?¨ªa que opera desde 1995, con sede en Cleveland (EE UU), que se lanz¨® a la conquista del mercado europeo poco antes de la pandemia, en 2019.
En Farnborough, donde tiene su Centro de Control T¨¢ctico, Flexjet ha montado adem¨¢s la Red Label Academy. Es un laboratorio culinario, de buenas maneras y reglas de etiqueta para los miembros de su tripulaci¨®n de cabina. Al frente del proyecto est¨¢ Francesco Vanerio, vicepresidente para Experiencia del Cliente. A lo largo de su carrera profesional ocup¨® puestos de responsabilidad en hoteles y restaurantes de primer nivel por todo el mundo. La culminaci¨®n de esa trayectoria lleg¨® cuando logr¨® el puesto de Bar Manager (gerente de los distintos bares) de Villa D¡¯Este, el palacio a orillas del lago de Como, en el norte de Italia, que simboliza todo el lujo y refinamiento al que pueden aspirar los ricos y poderosos. ¡°All¨ª fue donde conoc¨ª al presidente de Flexjet, Kenn Ricci. El resto ya es historia¡±, explica Vanerio.
Una historia que se adivina f¨¢cilmente. Ricci aspiraba a elevar la experiencia del cliente en una industria extremadamente competitiva, donde se realizaron 5,4 millones de vuelos solo en 2022. Y logr¨® fichar al italiano.
En grupos de ocho o diez, los tripulantes de cabina de la compa?¨ªa pasan una noche en el hotel Dorchester de Londres. Durante a?os, el m¨¢s exclusivo de la ciudad. Destino preferido de arist¨®cratas, multimillonarios, escritores y artistas consagrados. Restaurante con tres estrellas Michelin y muy poca tolerancia hacia los pantalones cortos o las zapatillas deportivas. Durante varias horas, los trabajadores de Flexjet pueden pedir lo que deseen y moverse a su aire por el hotel. La finalidad: ponerse en la piel de sus futuros clientes, y entender el tipo de lujo al que est¨¢n acostumbrados.
A la ma?ana siguiente, todos compartir¨¢n sus experiencias ¡ª¡±es una decoraci¨®n tan elegante¡±; ¡°todo parece dise?ado a tu gusto¡±; ¡°leen tu estado de ¨¢nimo, y saben cu¨¢ndo insistir y cu¨¢ndo no molestarte¡± ¡ª, aprender¨¢n a realizar en espacios reducidos platos de cierta exquisitez y recibir¨¢n pistas sobre el modo de sorprender y agradar a sus pasajeros.
¡°Cada uno de nuestros jets tiene una decoraci¨®n distinta y ¨²nica. Y el nivel de atenci¨®n llega hasta el punto de intentar averiguar el tipo de vino, por ejemplo, que va a satisfacer m¨¢s a un cliente¡±, explica Megan Wolf, Chief Experience Officer (oficial jefe de Experiencia del Usuario, podr¨ªa traducirse) de la compa?¨ªa. ¡°Aunque hemos llegado a trasladar a un grupo de altos ejecutivos j¨®venes que nos reclamaron hamburguesas y patatas fritas de una conocida cadena de comida r¨¢pida. ¡®La mejor experiencia de su vida¡¯, nos dijeron luego¡±, ironiza Wolf.
Flexjet opera con el modelo econ¨®mico de propiedad compartida (propiedad fraccionada, lo llaman en Estados Unidos), por el que el propietario ¡ªla empresa nunca los llama clientes ¡ª adquiere una fracci¨®n de la aeronave (normalmente, 1/16) y obtiene un m¨ªnimo de 50 horas de vuelo anuales, sin posibilidad de rescindir el contrato los tres primeros a?os. El pago anticipado, sin devoluci¨®n, es de poco m¨¢s de dos millones de euros.
Existen otras opciones comerciales, que van desde la mera contrataci¨®n por adelantado de horas de vuelo hasta los vuelos ch¨¢rter para una ocasi¨®n concreta. Todas ellas, a la postre, mucho mejor que la idea de poseer a t¨ªtulo individual una aeronave, con los costes de mantenimiento, tripulaci¨®n y repostaje que conlleva. El precio de un Cessna CJU nuevo, probablemente el jet m¨¢s barato y ligero que ofrece hoy el mercado, no baja de los 4,4 millones de euros.
A bordo de un G650, amoldado en el cuero de sus amplias butacas y rodeado de madera noble, la vida adquiere una perspectiva distinta. La asistente de cabina vierte una copa de champ¨¢n Ruinart, y comienza a servir los primeros s¨¢ndwiches de salm¨®n y pepino de un tradicional afternoon tea ingl¨¦s.
¡ª?No es un atentado contra los esfuerzos por combatir el cambio clim¨¢tico usar este tipo de aeronaves? ¡ªpregunta el reportero.
La aviaci¨®n comercial global es responsable al menos de un 3,5% del cambio clim¨¢tico provocado por la actividad humana. No solamente con la emisi¨®n de di¨®xido de carbono o nitr¨®geno, sino con otros agentes contaminantes como la estela de humo o los restos de holl¨ªn. La aviaci¨®n privada apenas supone un 4% de las emisiones totales del sector. Pero si el nivel de contaminaci¨®n, y su responsabilidad, se atribuye a cada persona, resulta evidente que, en proporci¨®n, es mucho m¨¢s nocivo para el calentamiento el vuelo de un pu?ado de personas que el de 300 viajeros o m¨¢s de un trayecto comercial.
¡°Adquirimos hasta un 300% de lo que emitimos en compensaciones de carbono y otros gases [certificados de reducci¨®n de emisiones, verificados por est¨¢ndares internacionales, que sirven para reducir en t¨¦rminos globales el volumen total de gases de efecto invernadero], e incluso damos a nuestros clientes la opci¨®n de viajar con combustible de aviaci¨®n sostenible¡±, defiende Viv Diprose, la directora de Comunicaci¨®n de Flexjet.
Compa?¨ªas tan exclusivas, con un servicio al alcance de unos pocos, se esfuerzan por promocionar una imagen m¨¢s accesible. Es verdad que, durante la pandemia, el uso de jets privados aument¨® hasta un 40%, y se trata de una opci¨®n que sigue siendo inmensamente atractiva para los m¨¢s adinerados, pero resulta dudoso, como se ha querido publicitar, que este tipo de vuelos est¨¦ hoy m¨¢s al alcance de otro tipo de clientes.
Y cualquier esfuerzo por proporcionar servicio y atenci¨®n detallados y originales ser¨¢ apreciado por los usuarios, pero no va a ser ese el factor principal para que desembolsen su dinero.
¡°Tonter¨ªas. No somos un sector volcado en el servicio, aunque es obvio que no vamos a dar de comer con carritos como en un avi¨®n comercial¡±. Volvemos a Matthews, el empresario rebelde. ¡°Ni tampoco depende de los detalles. Si ma?ana se estropea la persiana de una de las ventanas de mi jet, no voy a anclar en tierra un aparato que produce 25.000 d¨®lares diarios solo para arreglarla. Seguir¨¢ volando hasta que llegue el d¨ªa de la revisi¨®n de mantenimiento. Todos tenemos un asiento estropeado que no reclina bien o una moqueta manchada con restos de comida (¡) La clave est¨¢ en tener una cabina espaciosa y c¨®moda. Pero en muchos de mis aparatos no tengo wifi. Sigo ofertando entretenimiento con CD o DVD. Da igual. Yo puedo transportar a una estrella deportiva o a un cantante famoso, cansado despu¨¦s del partido o del concierto, a cualquier punto de Europa en cinco horas menos que cualquier l¨ªnea comercial. Eso es lo que vale dinero¡±, defiende.
El n¨²mero de jets privados en todo el mundo ha pasado de 9.895 en el a?o 2000 a 23.133 en junio de 2022. Un incremento del 133%. Unos 600 aparatos nuevos cada a?o, seg¨²n datos del informe High Flyers 2023 del Instituto para Estudios Pol¨ªticos del Reino Unido. El consenso general entre analistas sugiere que el sector es robusto, y su futuro, prometedor. Matthew, sin embargo, ha decidido hacer de Pepito Grillo. Asegura que hay decenas de compa?¨ªas que se han endeudado de un modo disparatado para adquirir aeronaves valoradas en 40 o 50 millones de euros. Todas han prosperado en torno a un cuento de hadas, asegura el due?o de AirX, que oculta en muchos casos una estafa piramidal. El dinero adelantado por los nuevos clientes paga el servicio prometido a los anteriores, en un negocio de competencia salvaje y m¨¢rgenes limitados de beneficio.
¡°Cuando embarcas en un avi¨®n comercial, te protege la l¨ªnea a¨¦rea, tu agencia de viajes o la propia oficina de defensa del consumidor. Pero la industria de los jets privados no est¨¢ regulada. Puedo entrar a la p¨¢gina web de mi intermediario y comprar un vuelo desde Azerbaiy¨¢n, Luton o Mongolia. A nadie le importa que un multimillonario pierda su dinero en un ch¨¢rter fallido¡±, asegura Matthews. ¡°Pero detr¨¢s hay ahorradores que han comprado bonos o acciones, deudores que han suministrado combustible o catering, y cientos de trabajadores que viven de esto¡±, recuerda. Pero el sector seguir¨¢ adelante porque, como se?ala con cierta iron¨ªa el empresario, este bum ha generado un mont¨®n de adictos. De multimillonarios que no desean otra forma de viajar una vez que han conocido esta. Ha surgido un nuevo mundo de genios de la tecnolog¨ªa que han acumulado fortunas inmensas. Son ellos los principales clientes de la industria.
El helic¨®ptero regresa al helipuerto de Battersea. Las luces nocturnas de Londres realzan la dimensi¨®n de metr¨®poli de una ciudad acostumbrada a ser el patio de negocios y transacciones de ricos y poderosos de medio planeta. A punto de aterrizar, el piloto comienza a dar vueltas sobre los rascacielos como un ave rapaz. La pista est¨¢ ocupada por otra nave que ha tenido problemas. Habr¨¢ que desviarse a otras instalaciones, al oeste de la ciudad, y esperar all¨ª a que haya luz verde. Media hora de retraso. Insignificante para cualquier viajero de l¨ªneas comerciales. Una excepci¨®n para evitar, sin embargo, en el mundo exclusivo de los jets privados.
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