Alessandra Selmi, escritora: ¡°Mussolini lleg¨® al poder por la rabia de los pobres¡±
¡®El sue?o de la familia Crespi¡¯ se ha convertido en el suyo propio. Despu¨¦s de haber escrito una novela negra y otra sobre Giuliano della Rovere antes de convertirse en el papa Julio II, la escritora italiana dio con una historia que no hab¨ªa sido contada: la vida en una colonia textil pionera en B¨¦rgamo desde su construcci¨®n hasta la Primera Guerra Mundial. Investig¨® a la familia Crespi e invent¨® el resto de los personajes. El libro llega ahora a Espa?a.
Alessandra Selmi (Monza, 46 a?os) llega al hotel cercano a Crespi d¡¯Adda ¡ªel pueblo fundado por la familia Crespi para los trabajadores de sus telares¡ª conduciendo. Tras el ¨¦xito de su novela El sue?o de la familia Crespi (Planeta), se ha convertido en la mejor gu¨ªa de la colonia textil pionera en Italia que hoy es patrimonio de la Unesco. Arrastra una gran maleta y saluda excus¨¢ndose: ¡°Es solo una noche, pero no sab¨ªa qu¨¦ ponerme¡±.
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Alessandra Selmi (Monza, 46 a?os) llega al hotel cercano a Crespi d¡¯Adda ¡ªel pueblo fundado por la familia Crespi para los trabajadores de sus telares¡ª conduciendo. Tras el ¨¦xito de su novela El sue?o de la familia Crespi (Planeta), se ha convertido en la mejor gu¨ªa de la colonia textil pionera en Italia que hoy es patrimonio de la Unesco. Arrastra una gran maleta y saluda excus¨¢ndose: ¡°Es solo una noche, pero no sab¨ªa qu¨¦ ponerme¡±.
?So?ar un pueblo para los empleados es so?ar un negocio o una utop¨ªa?
Muchos sue?os en uno. Para su fundador, Cristoforo Crespi, fue la oportunidad de rescatarse a s¨ª mismo. Ten¨ªa 44 a?os, la edad de un viejo en el siglo XIX, y algunos negocios no le hab¨ªan funcionado. Compr¨® terrenos junto al r¨ªo Adda y vio lo que otros no ve¨ªan: un pueblo para los trabajadores de sus telares.
?Lo hizo por dinero?
La diferencia entre su manera de enriquecerse y la de tantos empresarios actuales es que consigui¨® dinero manteniendo el cuidado y el respeto por sus 2.000 empleados. Quer¨ªa que estuvieran contentos para que no se fueran. Asumi¨® que, a partir de cierto nivel de poder, para cuidar tu inter¨¦s debes cuidar el de los dem¨¢s. Los controlaba, pero el control de Google es mayor del que ejerc¨ªa cualquier patr¨®n de finales del siglo XIX.
En los telares trabajaban ni?os y mujeres en jornadas de 12 horas.
S¨ª. Pero su control, en parte, beneficiaba al trabajador: te controlo a base de cuidarte y eliminar tus preocupaciones. Construyo una escuela, ba?os y hasta un teatro. Si te doy cierta comodidad no saldr¨¢s del pueblo, no organizar¨¢s huelgas. A principios del siglo XX, en una Italia alzada en protestas que llevaron al magnicidio del rey Humberto I, Crespi d¡¯Adda era una isla feliz. O callada. Sin revueltas. Los trabajadores pasaban de una barraca a un piso o a una casita con huerto. La clave es que los Crespi dieron un poquito m¨¢s. No solo lo m¨ªnimo. Importaron la idea de las colonias de M¨¢nchester y la mejoraron. Estar bien a partir de hacer estar bien no se puede reducir al simple utilitarismo.
?Era una postura paternalista?
Sin duda. Aunque nuestra sociedad sea m¨¢s infantil que la del siglo XIX, olemos el paternalismo porque tenemos tasas de escolarizaci¨®n m¨¢s altas. Los emprendedores, en toda Italia, eran una figura paterna. Guiaban a los operarios. Claro que hab¨ªa abusos, pero era una relaci¨®n de inter¨¦s mutuo. A finales del siglo XIX, el 70% de Italia era analfabeta. No es que no supieran leer, no sab¨ªan lo que era la higiene. Conviv¨ªan con ratones y chinches. Se lavaban quiz¨¢ una vez al mes, en el r¨ªo. De modo que no es filantrop¨ªa sino cuidado mutuo. Pero el dar es siempre ambivalente, ?no? ?Se da por generosidad? ?Por inter¨¦s?
?La religi¨®n tuvo algo que ver con esa visi¨®n human¨ªstica?
Los Crespi eran muy religiosos. Hicieron construir una iglesia igual a la de la ciudad de la que proven¨ªan: Busto Arsizio. Su v¨ªnculo con el pueblo que lleva su nombre fue tal que est¨¢n all¨ª enterrados.
Su mausoleo preside el cementerio.
La empresa pagaba a los obreros el funeral y la cruz.
?C¨®mo contrast¨® la informaci¨®n?
Los archivos de la empresa pertenecen al Ayuntamiento de Capriate San Gervasio. Hay ensayos sobre el pueblo, pero, incomprensiblemente, faltaba el relato humano.
Sus libros reconstruyen un momento hist¨®rico desde las vidas de las personas.
Me parece que es la manera de llevar hasta all¨ª al lector.
Reconstruyendo un momento hist¨®rico, ?qu¨¦ se puede inventar y qu¨¦ no?
Dedico dos a?os a investigar. El marco y los datos son reales. Luego construyo los caracteres. Que el papa Julio II tuviera una amante llamada Lucrezia o temiera a Rodrigo Borgia es un hecho. Que le dijera exactamente lo que yo pongo en su boca¡ Al final, cada escritor escribe sobre s¨ª mismo. Cuando Cristoforo Crespi vio por primera vez su f¨¢brica, ?se sinti¨® muy distinto de cuando Alessandra Selmi vio por primera vez su novela publicada? El esfuerzo del escritor consiste en intentar entender sin juzgar.
Silvio Crespi, el heredero, hizo construir las primeras autopistas de Italia y su t¨ªo fund¨® el Corriere della Sera.
Cristoforo, el padre, naci¨® pobre y se hizo rico, y ¨¦l, por carecer de sentido de sacrificio o por estar construyendo el sue?o de otro, hizo el camino inverso.
?Qui¨¦n fue m¨¢s libre?
El que recibe mucho tiene poca elecci¨®n. Espa?a todav¨ªa es una monarqu¨ªa. ?Los hijos de los reyes pueden elegir?
?Pueden elegir ser honestos o deshonestos?
Igual ni siquiera eso.
El sue?o de la familia Crespi se ha convertido en el suyo: un best seller long seller.
Nuestros sue?os tiran de nosotros. Antes de saber escribir, so?aba con ser escritora. Cuando tienes algo as¨ª dentro, eso gu¨ªa tus decisiones. No est¨¢ lejos de la obsesi¨®n que tuvieron Cristoforo Crespi o Giuliano della Rovere por construir una colonia textil o por convertirse en papa. Yo vivo en los libros, cuanto m¨¢s leo, m¨¢s me conozco. He necesitado vivir lo que he vivido para escribir este libro.
Lo ha dedicado a sus dolorosas ra¨ªces y al jard¨ªn exuberante que han generado. ?Por qu¨¦ dol¨ªan?
Mi madre tuvo el coraje de darme la posibilidad de elegir. Es natural tener miedo a que los hijos se equivoquen. Dejar a los hijos libres para que se desarrollen como personas requiere fuerza, valor y generosidad. Tienes que confiar. Y ella lo hizo estando sola. Mis padres se separaron cuando ten¨ªa 30 d¨ªas. Vamos, ¨¦l¡ desapareci¨®. Y ella me crio tomando decisiones como no bautizarme para que yo lo hiciera, o no, cuando tuviera conocimiento.
Luego va usted y se pone a escribir sobre el papa Julio II.
Sobre la persona que se convirti¨® en ese papa. Mi madre me ha visto equivocarme y, lejos de discutir conmigo, se ha preparado para ayudarme a levantarme.
?En qu¨¦ se ha equivocado?
En muchas cosas. Estudi¨¦ econom¨ªa, yo que cuento con los dedos, para asegurarme un puesto de trabajo.
?Vivi¨® dificultades econ¨®micas?
No. Mi madre trabajaba en la Administraci¨®n p¨²blica. Y puede que por eso quisiera una vida m¨¢s libre para m¨ª. Creo que dejar libre a una persona es amarla. Entre padres e hijos y entre parejas. Cuesta porque tendemos a querer poseer y controlar. Pero mi madre me dej¨® volar. Por eso hablaba de florecer.
En sus libros hay personajes que se sienten abandonados.
Lo traum¨¢tico deja una cicatriz que, parad¨®jicamente, te permite ver cosas que otros no ven. Te da una sexta marcha.
?Qu¨¦ comparte con el patriarca de los Crespi?
El deseo de ser capaz de lograr algo de lo que est¨¢s orgulloso. La b¨²squeda de ese logro te construye.
Ha escrito sobre la oscuridad del papado.
Cuando era algo muy distinto porque el papa se dedicaba a hacer la guerra como monarca absoluto.
Ha escrito sobre Julio II, que le encarg¨® los frescos de la Capilla Sixtina a Miguel ?ngel, sin hablar de Miguel ?ngel.
Quer¨ªa escribir sobre el hombre, Giuliano della Rovere, que, habiendo hecho voto de pobreza como franciscano, descubre que tiene dentro una ambici¨®n desenfrenada. Me interesaba el camino: m¨¢s las personas que los personajes, m¨¢s los recorridos que los logros, por eso la novela acaba cuando sale elegido papa. Sacar a relucir lo que tenemos oculto me motiva.
¡°Solo los m¨¢s fuertes, los m¨¢s decididos, los m¨¢s malignos sobreviven en el pantano de la curia romana¡±.
En el siglo XV, el papa era un jefe de Estado que, con un pu?al y un crucifijo, defend¨ªa los l¨ªmites de su territorio. Julio II gritaba: ¡°?Muerte al invasor!¡±. Hoy el Papa hablar¨ªa de aceptaci¨®n y tolerancia. Sin embargo, la din¨¢mica del poder y sus estrategias son las mismas: los m¨¢s despiadados llegan a la cima.
?Y el papa Francisco?
Los creyentes dicen que lo ha elegido Dios.
?A los del siglo XV los eleg¨ªa el diablo?
Eso abrir¨ªa el tema del libre albedr¨ªo. Cuando el hombre se equivoca, ?lo hace porque es libre o porque Dios lo hace equivocarse? La fe no ha encontrado respuesta.
Nepotismo, simon¨ªa¡, en el siglo XV la Iglesia no ten¨ªa escr¨²pulos.
Impart¨ªan reglas que no respetaban. Rodrigo Borgia, Alejandro VI, humillaba a la cristiandad. Era el hombre m¨¢s alejado de Dios. Pero en esa ¨¦poca eran todos parecidos: ansiosos de poder y dinero y dispuestos a llegar al asesinato¡ Giuliano della Rovere teme que Alejandro VI lo mate y desea matarlo. El poder no conoce amigos.
?Ha cambiado?
Creo que el poder siempre funciona igual: eliminando obst¨¢culos. A veces eleg¨ªan al papa m¨¢s maleable para evitar un papa contrario a sus intereses.
En su ensayo Los dolores de un joven editor asegura que hay m¨¢s italianos escritores que lectores.
Es triste, un error tan contempor¨¢neo como arrogante.
El trabajo m¨¢s dif¨ªcil de un editor es lidiar con los escritores. Debes entender su susceptibilidad. ?Somos una sociedad susceptible?
Nos fiamos m¨¢s del dinero que de las personas. Desconfiamos. Soy afortunada: pondr¨ªa mi vida en manos de mi editor. Ese es mi nivel de confianza y, por tanto, su capacidad profesional. La ¨²nica v¨ªa es la de la confianza. Cuando uno escribe no tiene distancia de lo que hace. Es como tratar de conocerte: se ve m¨¢s claro desde fuera.
En la f¨¢brica de los Crespi trabajaban 12 horas. ?Cu¨¢ntas trabaja usted?
Soy mi propia jefa. Dicho esto, la autoexplotaci¨®n es la explotaci¨®n con una coartada equivocada.
?Su marido es su lector?
Apenas lee. No compartimos eso. Pero si siguiera hablando de libros al llegar a casa me volver¨ªa loca.
?C¨®mo lo conoci¨®?
En el gimnasio. Casi la ¨²nica vez que fui encontr¨¦ marido. Hace 25 a?os. Es paciente y concreto. Nos compensamos. Es la persona que me baja al suelo.
?Para ser escritor es necesario ser humilde o ambicioso?
Para casi todo es mejor ser humilde. Eso no significa ser pasivo. Pero para escribir uno debe querer hacerlo. Casi dir¨ªa que necesitar hacerlo. Si no lo deseas con obsesi¨®n es dif¨ªcil conseguirlo.
?Hay una f¨®rmula para hacer un best seller?
En teor¨ªa hay ingredientes: una historia escrita con pasi¨®n, que habla a las personas y refleja una ¨¦poca¡ Pero los best sellers no son productos de laboratorio. El ¨¦xito es esquivo. No se puede escribir para tener ¨¦xito. Es mejor seguir la historia que te persigue.
Fue su caso.
Mi abuela visit¨® Crespi d¡¯Adda. Me aconsej¨® que fuera pero no lo hice. Cuando muri¨® lo record¨¦. Creo que m¨¢s joven no hubiera podido contar esta historia.
?La homosexualidad sigue siendo un problema en la Italia del siglo XXI?
En el XIX te encarcelaban por serlo. Solo los ricos pod¨ªan comprar intimidad. Hoy eso no sucede, pero Italia es, con Rumania, Polonia o Hungr¨ªa, uno de los 11 pa¨ªses, de los 27 europeos, que no ha legalizado el matrimonio homosexual. Yo estoy a favor. Y parece ser que el Papa tambi¨¦n. El otro d¨ªa advirti¨® de que se dejaran de hipocres¨ªas con los homosexuales y denunciaran a los empresarios que explotan a la gente.
?En la ¨¦poca de Julio II ya lo hubieran envenenado?
Hubiera sido una nota discordante. Hoy tambi¨¦n lo es.
En Italia los obispos bendicen los nuevos edificios.
No me parece mal. Yo no soy cat¨®lica, pero, si nadie te fuerza a hacer algo que t¨² no quieras ¡ªcomo casarte por la Iglesia o llevar un velo que no quieras llevar¡ª, creo en la tolerancia. Si no mostramos signos de lo distintos que somos nos costar¨¢ admitir lo diferente.
¡°He aprendido a observar a las personas. Es uno de los pocos consuelos que Dios nos ofrece cuando empezamos a envejecer¡±.
Me fascina estudiar a la gente. No es cotilleo. Es humanidad. La experiencia permite ver. Mi abuela sab¨ªa lo que me pasaba sin que se lo contara. Era la edad. Puede que los desafectos de la vida te conduzcan a desarrollar otros intereses. Es una estrategia de supervivencia, ?no?
?Todas las familias felices se parecen?
Los momentos felices, s¨ª. Pero el dolor es la ra¨ªz que hace crecer un jard¨ªn en una persona. Tambi¨¦n creo que la felicidad es una elecci¨®n que se desarrolla con fuerza de voluntad. La vida es m¨¢s f¨¢cil con dinero, pero no m¨¢s feliz.
?El amor no juzga?
No, acepta. El amor incondicional no significa que todo valga, significa que el dolor se aborda sin dejar de amar. Quien quiere cambiar al otro no ama. Todos tenemos aspectos positivos y negativos, pero para amar hay que coger el paquete completo.
?En su novela las mujeres mandan en silencio?
En Crespi d¡¯Adda, dos tercios de los trabajadores eran mujeres y ni?os. Ten¨ªan las mismas horas de trabajo, les pagaban un tercio del sueldo y al llegar a casa ten¨ªan que hacer las labores del hogar y ocuparse de los hijos. No se puede decir que mandaran. Pero ese esfuerzo da autoridad. La empresa textil Benigno Crespi la sostuvieron las mujeres. Durante la Primera Guerra Mundial fueron las que no solo evitaron su cierre, multiplicaron las ganancias fabricando tejidos para los aviones. A pesar de eso, el poder siguen teni¨¦ndolo los hombres: los propietarios, los jefes, los papas¡ son hombres.
?La relaci¨®n con los ni?os define las ¨¦pocas?
A finales del siglo XIX eran mano de obra. Aconsejaban tener m¨¢s de uno por si se mor¨ªan o iban a la guerra.
?La Guerra Mundial acab¨® con la colonia textil?
S¨ª. Era un mundo cerrado. No era necesario salir. Hubo revueltas sociales y huelgas en todo el norte de Italia, y en la colonia, no. Hab¨ªa autosuficiencia e ignorancia. Pero la Primera Guerra Mundial rompi¨® el aislamiento. El coste de la vida aument¨®, cada vez hab¨ªa m¨¢s pobres, m¨¢s enfado, y la rabia conduce a la protesta y el fascismo canaliza esa rabia. Un poco como ahora. Mussolini lleg¨® al poder por la rabia de los pobres.
Como los movimientos populistas.
La misma receta: jugar con el est¨®mago y los miedos de las personas. La vida cambia muy poco. La historia se repite. Se habla de patria, pero cuando los soldados mueren piensan en su madre, no en su pa¨ªs.
¡°Lo que das es lo que te quedas¡±.
No poseemos nada. Cuanto antes lo aprendes, antes sabes vivir. Es el tema de la novela en la que trabajo.
?C¨®mo lo ha aprendido?
Escribir te pone contra la pared, te hace preguntas m¨¢s grandes que las tuyas.
?Qu¨¦ busca cuando escribe?
Un buen libro es un amigo que te encuentras por la noche, cuando llegas a casa tras un d¨ªa dif¨ªcil. Te pones el pijama y sabes que en la mesilla tienes a uno que te espera. No creo que pueda ense?arles nada a los lectores porque yo misma estudio y aprendo a diario. Pero querr¨ªa darles un refugio, compa?¨ªa. Cuando est¨¢s leyendo, te vas un momento de tu propia vida. Eso es lo esencial: acompa?ar. A m¨ª los libros me han salvado la vida.