?A qu¨¦ huele un tiarr¨®n? Hyun Yeu, el perfumista que crea fragancias con olor a hombre
Los perfumes de la firma Hunq son elaborados por un misterioso nariz de prestigio. En un sector dado a la solemnidad, aportan una lectura ir¨®nica y pop sobre los clich¨¦s de la masculinidad
Cuando Hyun Yeu tuvo su primer hijo, pens¨® que sus d¨ªas de fiesta se hab¨ªan acabado para siempre. ¡°Yo hab¨ªa tenido una juventud fiestera extremadamente feliz¡±, recuerda. ¡°Y, cuando fuimos padres, empezamos una vida distinta. Trabaj¨¢bamos y siempre hab¨ªa cosas que hacer en casa. Como no sal¨ªa de fiesta, ya no me obligaba a estar atractivo. Ya no estaba en el mercado. No es una tonter¨ªa. Cuando est¨¢s de fiesta, gastas mucha energ¨ªa. ?Es cardio! Y un d¨ªa, tiempo despu¨¦s de ser padre, me di cuenta de que hab¨ªa engordado y me ve¨ªa feo. ¡®No pasa nada¡¯, pens¨¦. ¡®Ya volver¨¦ al gimnasio cuando mi hijo sea mayor¡¯. Pero hab¨ªa perdido seguridad en mi aspecto. Hasta que un d¨ªa percib¨ª que, para mi hijo, yo segu¨ªa siendo un tiarr¨®n [hunk, en ingl¨¦s]. Era su superh¨¦roe, un cachas que lo levantaba sin esfuerzo. Adem¨¢s, mi pareja segu¨ªa encontr¨¢ndome atractivo. As¨ª que me dije que, en cierto modo, todos somos tiarrones en nuestra vida diaria¡±.
De una variaci¨®n de hunk surgi¨® Hunq, con sede en ?msterdam. Yeu, nacido y criado en Corea, hab¨ªa recalado en la ciudad holandesa dos d¨¦cadas atr¨¢s, tras pasar una temporada en Australia. Cuando empez¨® la pandemia, el empresario llevaba dos a?os en paro tras trabajar m¨¢s de una d¨¦cada como dise?ador de moda masculina y decidi¨® abrir primero una tienda de cosm¨¦tica coreana y, despu¨¦s, su propia firma de perfumes.
El concepto que articula Hunq es una mirada ir¨®nica, pop y expansiva sobre los clich¨¦s de la masculinidad en un sector, el de la perfumer¨ªa, m¨¢s dado a la solemnidad y a la intensidad po¨¦tica que al humor. Sus perfumes se inspiran en otros tantos arquetipos viriles: un jardinero, un carpintero, un mec¨¢nico, un camarero, un boxeador. Cuenta Hyun que su intenci¨®n era potenciar el propio olor corporal. ¡°Siempre me ha interesado mucho el olor de la gente. Por ejemplo, cuando tienes una cita, la otra persona puede tener un aspecto incre¨ªble, vestir genial y ser muy atractiva, pero si te acercas y no lleva el perfume adecuado, todo se interrumpe. As¨ª es la qu¨ªmica¡±. Sus fragancias, creadas por una misteriosa perfumista de prestigio que prefiere permanecer en la sombra ¡ª¡±accedi¨® a dise?ar los perfumes durante sus vacaciones de verano, pero no quiere firmarlos¡±¡ª, evocan encuentros con los hombres. ?Un jardinero? C¨¦sped reci¨¦n cortado. ?Un camarero? Un beso en un ascensor despu¨¦s de una noche de farra. Los conceptos suenan sofisticados y noveleros, pero la clave es que son f¨¢ciles de llevar. ¡°Colecciono perfumes desde hace a?os y me encanta descubrir fragancias nicho cuando estoy en la tienda, pero cuando llego a casa me doy cuenta de que no son f¨¢ciles de llevar. Al final, los uso un par de veces al a?o¡±, explica.
Su vocaci¨®n pr¨¢ctica y comercial se complementa con una comunicaci¨®n visual agresiva y sin tapujos. Sus modelos, compendios andantes de testosterona, m¨²sculos y recia virilidad, est¨¢n retratados semidesnudos, en alta definici¨®n, en clips de v¨ªdeo e im¨¢genes que beben del cine y la publicidad de d¨¦cadas pasadas y buscan una sensualidad exagerada que roza el kitsch del porno. ¡°En el fondo, las grandes marcas comerciales hacen lo mismo: anuncios con hombres desnudos que se recrean en la belleza de su cuerpo sudoroso o bajo el agua. La diferencia es que, en esas campa?as, el hombre al final siempre acaba en brazos de una mujer. En las m¨ªas, no¡±. La f¨®rmula parece funcionar, en todos los sentidos. En apenas tres a?os, Hunq ha llegado a 200 puntos de venta en 25 pa¨ªses (en Espa?a lo venden Le Secret du Marais, en Madrid, o Maison Parfum, en Alicante). Asegura que su reto es llegar a un p¨²blico m¨¢s amplio y vencer las reticencias de los que la ven como una marca exagerada. ¡°Es una de las mejores cosas que he hecho en mi vida¡±, concluye, ¡°sin contar a mi hijo, claro¡±.
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