El nacionalpopulismo no es fascismo: es peor
Quienes asaltaron el Capitolio en 2021 nada ten¨ªan que ver con con quienes asaltaron el Congreso de Madrid en 1981
En los ¨²ltimos a?os, personas relevantes ¡ª?desde el historiador Timothy Snyder hasta Madeleine Albright, ex secretaria de Estado norteamericana¡ª han identificado nacionalpopulismo y fascismo. Discrepo.
El nacionalpopulismo es un movimiento pol¨ªtico que se extendi¨® por Occidente a ra¨ªz de la crisis de 2008, como el fascismo lo hizo a ra¨ªz de la crisis de 1929. Ambos se han manifestado de forma distinta ...
En los ¨²ltimos a?os, personas relevantes ¡ª?desde el historiador Timothy Snyder hasta Madeleine Albright, ex secretaria de Estado norteamericana¡ª han identificado nacionalpopulismo y fascismo. Discrepo.
El nacionalpopulismo es un movimiento pol¨ªtico que se extendi¨® por Occidente a ra¨ªz de la crisis de 2008, como el fascismo lo hizo a ra¨ªz de la crisis de 1929. Ambos se han manifestado de forma distinta en cada pa¨ªs: igual que no eran iguales el fascismo italiano, el nazismo alem¨¢n o el falangismo espa?ol, no son lo mismo Trump, el Brexit o Puigdemont (o Le Pen, Orb¨¢n o Salvini). El l¨ªder indiscutido del fascismo fue Hitler; el l¨ªder visible del nacionalpopulismo, Putin (y el no tan visible Xi Jinping): ¨¦l apoy¨® la llegada al poder de Trump, el Brexit y el oto?o catal¨¢n de 2017, financi¨® a Le Pen y Salvini y es u?a y carne con Orb¨¢n. La historia nunca se repite exactamente, pero, como los seres humanos no paramos de cometer los mismos errores, siempre se repite con m¨¢scaras diversas; as¨ª, el nacionalpopulismo es una m¨¢scara posmoderna del fascismo. Las similitudes entre ambos son evidentes: la hostilidad a la democracia, el nacionalismo, el uso masivo de la mentira; no menos evidentes son sus diferencias. La m¨¢s notoria: el fascismo us¨® por sistema la violencia como instrumento pol¨ªtico; no as¨ª el nacionalpopulismo (o no, en Europa, hasta la guerra de Ucrania). Pero la diferencia fundamental es otra. El fascismo surgi¨® en un momento de enorme descr¨¦dito de la democracia, y de ah¨ª que se propusiera abiertamente aplastarla; el momento del nacionalpopulismo es distinto. En un macroestudio realizado por World Values Survey, el 91,6% de las personas interrogadas en todo el mundo afirmaba que la democracia era un buen m¨¦todo de gobernar su pa¨ªs, lo que significa que, como ha escrito David Van Reybrouck, ¡°la parte de la poblaci¨®n mundial favorable al concepto de democracia nunca ha sido tan elevada como en nuestros d¨ªas¡±. En vista de lo anterior, el nacionalpopulismo ha desarrollado una forma de agresi¨®n a la democracia opuesta a la del fascismo: se trata de atacar la democracia en nombre de la democracia. Esto puede hacerse socavando las instituciones, pero tambi¨¦n de formas menos sutiles. Quienes asaltaron el Capitolio de Washington en 2021 nada ten¨ªan que ver con quienes asaltaron el Congreso de Madrid en 1981 (estos quer¨ªan acabar a las claras con la democracia, mientras que aquellos gritaban que les devolvieran la democracia que, seg¨²n Trump, les estaban robando), y los secesionistas catalanes que en septiembre de 2017 pulverizaron el Estatut e hicieron trizas la Constituci¨®n dec¨ªan practicar la democracia radical. Esa es la diferencia m¨¢s destacada entre fascismo y nacionalpopulismo: el primero descree expl¨ªcitamente de la democracia y la ataca de manera frontal y desde fuera; el segundo finge creer en la democracia para atacarla desde dentro, destruyendo el Estado de derecho, que es la base de la democracia. Fascismo y nacionalpopulismo se parecen mucho en el fondo, pero en la forma son opuestos; y en pol¨ªtica, como en casi todo, la forma es inseparable del fondo. Identificar sin m¨¢s fascismo y nacionalpopulismo no sirve para derrotar a ¨¦ste: impide hacerlo, igual que un mal diagn¨®stico impide curar una enfermedad.
Diecis¨¦is a?os despu¨¦s de la eclosi¨®n del fascismo, la II Guerra Mundial lo derrot¨® en lo esencial; 16 a?os despu¨¦s de su eclosi¨®n, el nacionalpopulismo todav¨ªa sigue aqu¨ª. Por supuesto, es preferible seguir lidiando con ¨¦l que cargar con 50 millones de muertos, pero deber¨ªamos encontrar cuanto antes su ant¨ªdoto: mientras no lo encontremos, el nacionalpopulismo es peor que el fascismo. O quiz¨¢ ya hemos encontrado su ant¨ªdoto y no hemos sabido aplicarlo. El ant¨ªdoto no puede consistir en fomentar la enfermedad (como hemos hecho en Catalu?a, donde, gracias a la amnist¨ªa, los secesionistas siguen convencidos de que en 2017 defendieron la democracia); consiste en demostrar que sus soluciones son un timo y en mejorar la vida de la gente de la ¨²nica forma conocida: fortaleciendo la democracia, que es el otro nombre del Estado de derecho. En nuestras manos est¨¢.