La oposici¨®n aumenta la cr¨ªtica al Gobierno y dificulta la pr¨®rroga del estado de alarma
S¨¢nchez asegura que la crisis no le hace desistir de las reformas previstas y Casado le acusa de mentir en todo y a todos
Los planes de desescalada del Gobierno combinados con la falta de comunicaci¨®n de Pedro S¨¢nchez con los partidos y las autonom¨ªas generaron una formidable bronca pol¨ªtica que amenaza con drenar los apoyos del Ejecutivo. El PP dej¨® en el aire su voto a favor de ampliar el estado de alarma. Ciudadanos elev¨® el tono de sus cr¨ªticas. Y los ataques de los nacionalistas van a m¨¢s, al hilo con el malestar en las comunidades. ERC amenaz¨® con cambiar la abstenci¨®n por el no, pero el m¨¢s duro fue el lehendakari I?igo Urkullu, que rechaza abiertamente una pr¨®rroga del estado de alarma y acusa a S¨¢nchez de ¡°no respetar la pluralidad¡±, apostar por la ¡°tutela permanente¡± y defender ¡°un modelo de Estado provincial que supone un retroceso centralizador¡±.
La cr¨ªtica pol¨ªtica va en aumento. En la sesi¨®n de control al Gobierno en el Congreso, el jefe del Ejecutivo, Pedro S¨¢nchez, no encontr¨® este mi¨¦rcoles el menor alivio en ning¨²n grupo parlamentario. Hubo cr¨ªticas generalizadas ¡ªcon diversos tonos¡ª al plan de desescalada, aunque no est¨¢ muy claro lo que propone la oposici¨®n como alternativa. Y hubo continuos ataques por la falta de comunicaci¨®n entre el Gobierno, los partidos y las comunidades cada vez que se toma una decisi¨®n importante. La bronca pol¨ªtica es ya casi la t¨®nica habitual, pero la novedad es que esta vez puede tener consecuencias: el PP dej¨® en el aire su apoyo a una nueva pr¨®rroga del estado de alarma, Cs no aclar¨® cu¨¢l ser¨¢ su posici¨®n, ERC est¨¢ m¨¢s cerca del no que de la abstenci¨®n y el PNV evidenci¨® que su luna de miel con el PSOE va camino de acabar abruptamente.
Con ese clima pol¨ªtico aumenta la incertidumbre sobre la aprobaci¨®n de la nueva pr¨®rroga del estado de alarma, que el Ejecutivo tiene previsto pedir la pr¨®xima semana. Partidos y Ejecutivos auton¨®micos criticaron sin ambages al Gobierno por falta de concreci¨®n, por desacuerdos en alguna cuesti¨®n de fondo como tomar las provincias como referencia y no las ¨¢reas de salud y, sobre todo, por la ausencia de di¨¢logo, que ha sido la t¨®nica habitual de La Moncloa en relaci¨®n con las medidas adoptadas para luchar contra la covid-19.
Urkullu fue el m¨¢s rotundo. Con las elecciones vascas a la vuelta de la esquina, el lehendakari no se limit¨® a criticar el plan de desescalada, sino que lanz¨® duros ataques a S¨¢nchez por un ¡°modelo de imposici¨®n¡± que impide a las comunidades ejercer su capacidad de autogobierno.
Las cr¨ªticas fueron tambi¨¦n la t¨®nica en el Congreso. El l¨ªder del PP, Pablo Casado, acus¨® repetidamente a Pedro S¨¢nchez de ¡°mentir¡±. El portavoz de Cs, Edmundo Bal, le tild¨® de ¡°incoherente¡± y de ¡°no dar la talla¡±. ¡°?Cu¨¢nto les importa la legislatura?¡±, pregunt¨® al Gobierno Gabriel Rufi¨¢n, de ERC, subrayando los apoyos decrecientes de S¨¢nchez. Apenas hubo referencias a los Pactos de San Jer¨®nimo para la reconstrucci¨®n, que se antojan muy complicados.
Pero el PSOE y Podemos, adem¨¢s, perdieron una votaci¨®n, que funcion¨® como aviso a navegantes de las dificultades que puede tener la coalici¨®n para sacar adelante otras medidas. Se convalid¨® sin problema el decreto-ley sobre violencia de g¨¦nero, pero a iniciativa de Cs los dos partidos que se sientan en el Consejo de Ministros perdieron la votaci¨®n en la que trataban de impedir que tal decreto se tramite como proyecto de ley. Eso supone que habr¨¢ debate y que podr¨¢n presentarse enmiendas. Pero sobre todo es una advertencia seria al Gobierno: el malestar creciente se traduce en apoyos parlamentarios menguantes. La semana pasada, la tercera ampliaci¨®n del estado de alarma sali¨® adelante con los votos en contra de Vox, Junts per Catalunya y la CUP y la abstenci¨®n de ERC. La cuarta pr¨®rroga ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil.
La acogida al plan de transici¨®n para la nueva normalidad (con sus cuatro fases) fue de todo menos buena. Frente a la bater¨ªa de cr¨ªticas, el presidente S¨¢nchez admiti¨® que el Gobierno ¡°ha acertado en algunas cosas y errado en otras¡±, y asumi¨® los errores ¡°en primera persona¡±. Tanto el presidente como los ministros optaron por un tono conciliador, pero nadie cogi¨® esa mano tendida. El tono de las cr¨ªticas fue desigual, pero el desapego hacia el Gobierno crece en el Congreso. ¡°Usted puede elegir hacer el rid¨ªculo, pero no nos pida que lo hagamos con usted¡±, le espet¨® Casado, uno de los m¨¢s duros, a Pedro S¨¢nchez.
Sanidad se abri¨® a la posibilidad de que junto con las provincias haya otras unidades territoriales para proceder a la desescalada, tal y como piden varias autonom¨ªas. Y el presidente podr¨ªa intentar aplacar los ¨¢nimos de la oposici¨®n con una nueva ronda de llamadas. Pero de momento el malestar es evidente tanto en el Congreso como en las regiones.
Las comunidades
Las principales cr¨ªticas de las autonom¨ªas al plan de desescalada se centraron en la divisi¨®n por provincias: Catalu?a, Pa¨ªs Vasco, Galicia e incluso comunidades presididas por el PSOE, como la valenciana, Arag¨®n o Castilla-La Mancha, defendieron como m¨¢s id¨®neos los distritos sanitarios, comarcales u otras estructuras m¨¢s acordes con sus organizaciones territoriales. Tambi¨¦n hubo ataques, especialmente en el caso de las autonom¨ªas gobernadas por el PP ¡ªy m¨¢s o menos velados en las socialistas¡ª, por otras razones: el plan se ha aprobado a espaldas de las comunidades y adolece de falta de claridad y concreci¨®n, al tiempo que privilegia las zonas urbanas sobre las rurales, seg¨²n los Ejecutivos aut¨®nomos.
Para el socialista Ximo Puig, el marco general trazado por el Gobierno es ¡°razonable¡± pero hay que concretarlo en cada sector y en cada territorio. Propuso, por ejemplo, medidas para permitir el traslado a las segundas residencias: ¡°La vida no discurre en una provincia¡±, dijo. Otro presidente socialista, el aragon¨¦s Javier Lamb¨¢n, se?al¨® que la propuesta ¡°no se ajusta a la realidad aragonesa porque no atiende a la especificidad del medio rural¡±.
El Gobierno andaluz no se siente inc¨®modo con la elecci¨®n del distrito provincial y, de hecho, propondr¨¢ a S¨¢nchez que incorpore a Huelva y Almer¨ªa a la fase 1 el pr¨®ximo 4 de mayo, por su bajo nivel de contagio. Ahora bien, la Junta se mostr¨® cr¨ªtica con S¨¢nchez. ¡°Si a un virus in¨¦dito le a?adimos incertidumbre y confusi¨®n, se genera un grave peligro para la econom¨ªa¡±, dijo Juan Manuel Moreno. El gallego Alberto N¨²?ez Feij¨®o se manifest¨® contra la prolongaci¨®n del estado de alarma, que siembra dudas ¡°democr¨¢ticas¡± y ¡°legales¡±.
En la l¨ªnea de Urkullu, la Generalitat se despach¨® contra la falta de negociaci¨®n entre Gobiernos y autonom¨ªas: ¡°Coordinaci¨®n no es enviar unos datos y que el Estado decida qu¨¦ se puede hacer y qu¨¦ no¡±, critic¨® la portavoz Meritxell Bud¨®. La presidenta madrile?a, Isabel D¨ªaz Ayuso, tild¨® a S¨¢nchez de ¡°incompetente¡± y le atribuy¨® todos sus errores. Ayuso ped¨ªa en marzo ¡°tranquilidad¡±, y dec¨ªa: ¡°Est¨¢ todo previsto, son s¨ªntomas menores que los de la gripe¡±. ¡°Mi error fue fiarme de la izquierda¡±, se justific¨®.
Mucho menos cr¨ªticos fueron los presidentes de Baleares, Canarias, o el presidented e Cantabria, Miguel ?ngel Revilla El Gobierno ha incorporado algunas propuestas de las comunidades, conceden en privado muchos presidentes auton¨®micos. Pero en p¨²blico es menos f¨¢cil escuchar voces de apoyo.
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