Billy el Ni?o, flagelo de una generaci¨®n universitaria y obrera
Jos¨¦ Antonio Gonz¨¢lez Pacheco persigui¨® y tortur¨® a numerosos estudiantes y trabajadores antifranquistas durante el lustro anterior a la muerte de Franco en 1975
Jos¨¦ Antonio Gonz¨¢lez Pacheco, quiz¨¢ su nombre real fuera Luis Antonio, m¨¢s singular y m¨¢s dif¨ªcil de ocultar, era uno de los cachorros m¨¢s aplicados de la Brigada Pol¨ªtico Social (BPS), la polic¨ªa pol¨ªtica franquista. Fue un verdadero flagelo contra numerosos estudiantes y trabajadores antifranquistas a los que persigui¨®, acus¨® falsamente y tortur¨® durante el lustro anterior a la muerte del dictador en 1975. Hab¨ªa nacido en Extremadura. De talla media, parec¨ªa m¨¢s alto de lo normal cuando, des...
Jos¨¦ Antonio Gonz¨¢lez Pacheco, quiz¨¢ su nombre real fuera Luis Antonio, m¨¢s singular y m¨¢s dif¨ªcil de ocultar, era uno de los cachorros m¨¢s aplicados de la Brigada Pol¨ªtico Social (BPS), la polic¨ªa pol¨ªtica franquista. Fue un verdadero flagelo contra numerosos estudiantes y trabajadores antifranquistas a los que persigui¨®, acus¨® falsamente y tortur¨® durante el lustro anterior a la muerte del dictador en 1975. Hab¨ªa nacido en Extremadura. De talla media, parec¨ªa m¨¢s alto de lo normal cuando, desde el Mercury policial de color negro y matr¨ªcula de Cuenca que todos los universitarios rojos conoc¨ªamos, sacaba su brazo y con su mano ensortijada palmeaba la chapa del autom¨®vil en el que se guarec¨ªa. Cre¨ªa que as¨ª intimidaba a los estudiantes, mientras cruzaba frente a las concentraciones previas a los saltos reivindicativos antifranquistas de la calle de la Princesa, cercana a la Universidad Complutense.
De cabello ensortijado, sol¨ªa llevar gafas Ray-Ban, quiz¨¢ para esconder sus ojos saltones, a veces sanguinolentos. Le gustaba mostrar actitudes arrogantes, cuando no propiamente chulescas. De complexi¨®n atl¨¦tica, vest¨ªa generalmente con americana blazer azul, sin corbata o corbata amarilla con pa?uelo de igual color; acostumbraba exhibir agilidad para rubricar sus actos, signados por una explosiva osad¨ªa exaltada que le procuraba el saber que portaba siempre consigo una pistola de nueve mil¨ªmetros. Era la misma pistola que durante un interrogatorio en la Direcci¨®n General de Seguridad, en la Puerta del Sol, dej¨® sobre su mesa para pedir, a quien acababa de torturar, Javier Rodr¨ªguez, simpatizante de una organizaci¨®n de izquierda, que le disparara ¡°si ten¨ªa cojones¡±. Javier, enloquecido por la humillaci¨®n de la tortura, cogi¨® el arma y apret¨® el gatillo de la pistola. Obviamente, estaba descargada. La paliza que le propin¨® fue bestial, "me dej¨® a punto de enloquecer¡±, seg¨²n cont¨® ¨¦l mismo meses despu¨¦s a sus compa?eros de facultad.
Otra de las haza?as de Gonz¨¢lez Pacheco, ya entonces apodado Billy el Ni?o, sucedi¨® en la Facultad de Ciencias Pol¨ªticas, cuando ocupaba el edificio escalonado del arquitecto Miguel Fisac situado entre Semillas Selectas y Veterinaria, junto a la carretera de La Coru?a. Ten¨ªa en su interior una dotaci¨®n uniformada, los grises, de la Polic¨ªa Armada. En su planta primera, se celebraba una tarde del invierno de 1971 una reuni¨®n de Profesores No Numerarios, entre los que figuraban Jes¨²s Oya, Jes¨²s Ib¨¢?ez, Carlos Moya, Jos¨¦ ?lvarez Junco y numerosos otros; simult¨¢neamente, se realizaba otra reuni¨®n de catedr¨¢ticos del claustro conjunto, entre los que se encontraban los profesores Carlos Ollero, Antonio Truyol, y Ra¨²l Morodo, y algunos m¨¢s.
Un estudiante de la Liga Comunista se introdujo en la Sala de Profesores para informarles del proceso huelgu¨ªstico estudiantil entonces en curso. Billy andaba merodeando con otros miembros de la Brigada Pol¨ªtico Social, como el denominado El Gitano, por el hall de la Facultad, tomada -como de costumbre- por la Polic¨ªa Armada pero, pese a ello, llena de alumnos y docentes. Billy se enter¨® de la entrada del joven con los profesores y entr¨® tras ¨¦l. El estudiante sali¨® corriendo y Billy se abalanz¨® en plancha encima de ¨¦l, pero este se revolvi¨® y sigui¨® huyendo. Fue entonces cuando el polic¨ªa sac¨® su pistola, atenaz¨® con una llave al alumno, le desgarr¨® la camisa y con el punto de mira de su pistola, le rasp¨® reiteradamente el pecho, del que comenz¨® a sangrar. Ufano, Billy coment¨® en voz alta: ¡°Y ahora, ya no te vas a mover¡±. El estudiante se llamaba Paco Lobat¨®n. Tuvo que exiliarse y vivir en Suiza hasta la muerte del dictador.
Gonzalo Moure, escritor, pas¨® 11 d¨ªas en la Direcci¨®n General de Seguridad (DGS), entre el 19 y el 29 de diciembre de 1970, durante uno de los estados de excepci¨®n decretados por Franco. Hasta una decena de polic¨ªas de la BPS le golpearon sin piedad d¨ªa tras d¨ªa. ¡°El que m¨¢s s¨¢dicamente me golpeaba era Billy¡±, comenta Moure, entonces estudiante de Ciencias Pol¨ªticas, militante de base del PCE. ¡°Estaba obsesionado conmigo, me preguntaba constantemente d¨®nde escond¨ªa el Partido el aparato de propaganda y d¨®nde guardaba las armas. Como me negu¨¦ a dar incluso mi domicilio, para facilitar que mi compa?era Tina huyera de casa de Capit¨¢n Haya, me estuvo golpeando vociferando, con el rostro enrojecido, con una ira s¨¢dica inusitada, tanto, que sufr¨ª problemas respiratorios, p¨¦rdidas de audici¨®n en el o¨ªdo izquierdo, que a¨²n hoy me dura ¨Ctiene 69 a?os- y frecuentes alteraciones del equilibrio¡±.
Entre las torturas que le aplic¨®, recuerda, ¡°hab¨ªa una especialmente dolorosa, llamada el pato: me esposaba las manos a la espalda y me obligaba a ponerme a cuatro patas en el suelo, mientras me propinaba hist¨¦ricamente patadas en el pecho que me hac¨ªan perder la respiraci¨®n¡±. "Durante los s¨¢bados y domingos, no torturaban, pero a m¨ª, por el que mostraba una fijaci¨®n pavorosa, durante un fin de semana, me llev¨® a una sala de la Social con ventana; la abri¨® de par en par y me dec¨ªa: 'Yo mat¨¦ a Enrique Ruano, ?quieres que te suceda lo mismo? F¨ªjate qu¨¦ f¨¢cil me resultar¨ªa empujarte. Acto seguido, otro cogi¨® una porra, la envolvi¨® en papel de peri¨®dico y comenz¨® a golpearme de una manera salvaje: vi c¨®mo ante mi castigo eyacul¨® por el rastro que se extend¨ªa en su pantal¨®n¡±.
Moure ten¨ªa un t¨ªo, Francisco Castro, que era magistrado del Tribunal Supremo. ¡°Fue a visitarme a la DGS, acompa?ado por Delso, otro de los torturadores, que nos dej¨® a solas. Le cont¨¦ a mi t¨ªo lo que Billy me hab¨ªa hecho¡±. No puede confirmarlo, pero otras fuentes aseguran que el polic¨ªa franquista fue sancionado con tres meses de empleo y sueldo por haberle agredido de aquella manera. Dos a?os despu¨¦s, durante un homenaje al cr¨ªtico de Arte Jos¨¦ Mar¨ªa Moreno Galv¨¢n disuelto a palos por la Polic¨ªa Armada, unos cuantos agentes le rompieron un codo a Gonzalo Moure despu¨¦s de propinarle numerosos porrazos. ¡°Fue entonces cuando Billy el Ni?o me acus¨® de haberle agredido con una silla, testimonio totalmente falso, que me acarre¨®, por su falsa y supuesta ¡®agresi¨®n a la Fuerza P¨²blica¡¯, una condena de dos a?os y ocho meses de prisi¨®n en Carabanchel, adonde llegu¨¦ sin apenas poder respirar por las palizas a las que me someti¨®¡±. Su abogado, Tom¨¢s Dupl¨¢, denunci¨® su causa ante los tribunales europeos.
Con todo, Gonzalo Moure asegura no guardar rencor al polic¨ªa de la Brigada Pol¨ªtico Social reci¨¦n fallecido. ¡°Si le condenaran y al d¨ªa siguiente le conmutaran la pena, lo aceptar¨ªa. Eso s¨ª, que quede en la memoria lo que este tipo hizo con muchos de nosotros, por demandar libertades democr¨¢ticas¡±.