Vox, un ¡®Fort Apache¡¯ en el Arenal de Bilbao
La polic¨ªa auton¨®mica blinda los m¨ªtines del partido ultra en la campa?a vasca
Vox quiere cerrar la televisi¨®n vasca (salvo la misa de los domingos, aclara), pero no dice una palabra contra la polic¨ªa auton¨®mica. Al contrario, el secretario general del partido, Javier Ortega Smith, se deshace en elogios hacia los ertzainas, que ¡°cumplen dignamente su trabajo¡±, aunque ¡°tienen por encima a los mandos pol¨ªticos¡± del PNV.
Si no fuera por los agentes, que custodian las entradas y salidas de esta zona acotada del paseo del Arenal, hace rato que los radicales que este s¨¢bado por la tarde vociferaban junto a la iglesia de San Nicol¨¢s habr¨ªan saltado el cord¨®n policial y arrasado este Fort Apache donde un pu?ado de incondicionales ondea banderas espa?olas mientras el himno nacional suena por megafon¨ªa a todo trapo.
Aunque Ortega Smith recuerda la ¡°sangre espa?ola¡± que ha regado las ¡°provincias vascas¡± (nunca utiliza el t¨¦rmino Pa¨ªs Vasco, que s¨ª figura en los carteles electorales), el dispositivo policial garantiza que esta vez la sangre no llegue a la r¨ªa. El Gobierno vasco no quiere que se repitan incidentes como el del pasado d¨ªa 26 en Sestao, donde la diputada Roc¨ªo de Meer result¨® aparatosa y superficialmente herida en una ceja. El partido ultra ha explotado al m¨¢ximo aquella imagen, reprochando al presidente Pedro S¨¢nchez que no lo condenara e ignorando que s¨ª lo hizo la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, pero no ha presentado denuncia en comisar¨ªa, para que se busque y castigue al presunto agresor.
El n¨²mero 1 por Bizkaia trabaja en Sevilla como coordinador parlamentario de Vox
Al menos, no le consta a Nicol¨¢s Guti¨¦rrez, cabeza de lista por Bizkaia en las elecciones al Parlamento vasco del 12 de julio. Niko fue concejal socialista de Miravalles (Bizkaia) durante 16 a?os y pas¨® por UPyD antes de recalar en Vox. Rosa D¨ªez, su antigua jefa y tambi¨¦n exdirigente socialista, ha apoyado su candidatura con un art¨ªculo elogioso, tras haber hecho campa?a por la popular Cayetana ?lvarez de Toledo en las elecciones de noviembre pasado.
Niko reconoce que, ¡°depende del d¨ªa¡±, tiene m¨¢s o menos ganas de salir elegido, ya que eso le obligar¨¢ a volver a llevar escolta, como en los tiempos duros de ETA. El exedil socialista se ha convertido en un hombre del aparato de Vox y pasa la mayor parte de la semana en Sevilla, donde coordina el grupo parlamentario ultra en el Parlamento andaluz.
Tambi¨¦n forma parte de la gestora del partido en Bizkaia, donde en abril pasado, en plena pandemia y sin hacer ruido, dimiti¨® la direcci¨®n provincial. El l¨ªder del partido, Santiago Abascal la dej¨® caer, como ha hecho con casi todos los comit¨¦s provinciales, para sustituirla por equipos designados a dedo, aunque en este caso la dirig¨ªa alguien muy especial: Valeriano Arrieta, un hombre leal que le guard¨® las espaldas cuando se march¨® a Madrid y que le acompa?¨® en el funeral de su padre.
A Arrieta le ha sustituido Rafael Moreno Mart¨ªn, que fue concejal de Getxo con el PP. Moreno se considera una ¡°v¨ªctima de la ley de violencia de g¨¦nero¡±, ya que hace una d¨¦cada fue condenado en firme a nueve meses de prisi¨®n (no lleg¨® a ingresar) por agredir a su entonces esposa. Se trat¨®, seg¨²n explica, de una disputa dom¨¦stica, pero ¨¦l reconoci¨® la agresi¨®n y ella la neg¨®. El partido le ha tratado mejor que a Juan Ros, el senador por Ceuta al que oblig¨® a dejar el esca?o tras ser denunciado por violencia de g¨¦nero.
El presidente de la gestora provincial fue condenado por violencia de g¨¦nero
Ninguna encuesta vaticina que Niko vaya a tener que dejar Sevilla. Aunque Vox podr¨ªa, parad¨®jicamente, ser el primer beneficiado por el pacto que sellaron Izquierda Unida y el PNV en el a?o 2000 para rebajar del 5 al 3% de los votos el list¨®n para entrar en el Parlamento. Solo en ?lava (donde sac¨® el 3,7%) logr¨® superar Vox esa barrera el pasado 10 de noviembre.
En esta campa?a, el partido ultra no solo pelea contra su menor tir¨®n en las elecciones auton¨®micas, sino tambi¨¦n contra la candidatura conjunta de PP y Ciudadanos. La dimisi¨®n del popular Alfonso Alonso, en febrero pasado, descoloc¨® a Vox y Abascal evita meterse con su principal competidor por el espacio de la derecha espa?olista: Carlos Iturgaiz. A fin de cuentas, fue su jefe en el PP vasco durante ocho a?os, quien le hizo concejal, juntero y diputado auton¨®mico, lanzando as¨ª su carrera pol¨ªtica.
Condenado a la irrelevancia, el espacio que le queda a Vox en Euskadi es el de la ¨¦pica, la ira que su sola presencia despierta en los cachorros de la izquierda abertzale. El despliegue de seguridad de su mitin contrasta con la placidez con la que un stand de la candidatura de Iturgaiz reparte propaganda en el mismo Arenal el s¨¢bado por la ma?ana. Ni un polic¨ªa a la vista.
Cuando los ¨²ltimos acordes del himno nacional se apagan, Ortega Smith y sus acompa?antes suben a los cuatro coches de alta gama y dos furgonetas aparcadas a la orilla de la r¨ªa y, escoltados por un veh¨ªculo de la Ertaintza, se alejan de la zona como har¨ªa la comitiva de un mandatario extranjero en visita oficial. Los asistentes al mitin se escabullen como pueden, intentando evitar a sus acosadores. ¡°?Mar¨ªa, no te quedes atr¨¢s!¡±, grita un hombre a su esposa. ¡°Estoy escondiendo la bandera para que estos no me den un pe?azo¡±, le responde ella, acelerando el paso.
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