Cayetana ?lvarez de Toledo: ¡°Urge un Gobierno de concentraci¨®n moral y constitucional en Espa?a¡±
La portavoz del PP en el Congreso asegura que ¡°ha habido una invasi¨®n de competencias del partido en el grupo parlamentario¡± y defiende que su formaci¨®n ¡°se ensanche hacia voces progresistas¡±. ¡°La marcha de Juan Carlos I fue un error, debi¨® dar explicaciones¡±, sostiene
No soporta la etiqueta de verso suelto pero reafirma que necesita la libertad de pensar y opinar dentro de su partido para hacer pol¨ªtica, su pasi¨®n. Cayetana ?lvarez de Toledo (Madrid, 1974) es la escrutada portavoz del PP en el Congreso, desde hace un a?o, pero quiere ser el ariete de la ¡°batalla cultural¡± en la derecha contra la izquierda dominante.
Pregunta. ?Cayetana ?lvarez de Toledo es el ep¨ªtome del sector duro del PP?
Respuesta. M¨¢s all¨¢ de etiquetas est¨²pidas, pregunto: los conceptos duro y blando, ?qu¨¦ significan? Espa?a es ese pa¨ªs ins¨®lito donde el centro y la moderaci¨®n los deciden el nacionalismo y la extrema izquierda. La pol¨ªtica no es un deporte. Sin embargo, el lenguaje deportivo est¨¢ contamin¨¢ndola, convirti¨¦ndola en un juego binario de categor¨ªas estancas. La realidad es m¨¢s compleja y la pol¨ªtica adulta consiste en asumir esa complejidad. A m¨ª podr¨ªan llamarme dura por defender un feminismo amaz¨®nico, antivictimista, y moderada por plantear un Gobierno de concentraci¨®n. No respondo a esos clich¨¦s. Las etiquetas buscan encorsetar a las personas, acentuar sus automatismos, impedir que piensen con libertad, y deben ser desafiadas.
P. Pero algunas posiciones suyas la sit¨²an en un bando. Por ejemplo, hablar bien de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y mal de Mariano Rajoy, atacar al feminismo, no cuestionar duramente a Vox, estar m¨¢s cerca de Carlos Iturgaiz y Rosa D¨ªez que de Alberto N¨²?ez Feij¨®o y Juan Manuel Moreno, tener fijaci¨®n contra cualquier cosa que pueda hacer o pensar Pablo Iglesias y los socios separatistas del Gobierno, puedo seguir¡
R. Ni hay bandos ni esa caricatura refleja la realidad. Pocos dirigentes del PP han sido tan cr¨ªticos con los postulados de Vox como yo. Pero ese dato se orilla porque no encaja con mi etiqueta. Y por cierto: ?es radical criticar al Gobierno m¨¢s radical de la democracia?
P. ?Por qu¨¦ encaja tan mal en la disciplina de su partido? ?Es culpa propia o ajena?
R. En Espa?a no estamos acostumbrados al ejercicio de la libertad en los partidos. Confundimos la discrepancia con la disidencia y la libertad con la indisciplina. Etiquetamos al que opina libremente con esa denominaci¨®n despectiva de verso suelto. Y la libertad no es indisciplina. Es esencial para la conversaci¨®n democr¨¢tica adulta. Tambi¨¦n dentro de los partidos. Yo opino y discurro con libertad no por capricho personal. Lo hago porque creo firmemente que la libertad y el esp¨ªritu cr¨ªtico son una obligaci¨®n del que se dedica al examen de la realidad.
En Espa?a no estamos acostumbrados al ejercicio de la libertad en los partidos. Confundimos la discrepancia con la disidencia y la libertad con la indisciplina. Etiquetamos al que opina libremente con esa denominaci¨®n despectiva de verso suelto
P. Usted sostiene que no ha asumido el cargo de portavoz para estar pendiente de las luchas fratricidas. Pero ?hacer pol¨ªtica no es tambi¨¦n sobrevivir a los pu?ales de los compa?eros?
R. No soy ingenua. S¨¦ que las tensiones internas en los partidos existen. Y es natural que existan porque se cruzan ambiciones leg¨ªtimas, intereses, debilidades... Otra cosa es el peso que todo eso tenga en tu acci¨®n pol¨ªtica. En la m¨ªa, m¨ªnimo. A m¨ª me interesa mucho la pol¨ªtica y muy poco el poder. Huyo de las facciones y no me gustan el conchabeo ni la maquinaci¨®n. Un partido no debe ser una estructura militar. Aunque s¨ª debe imitar algo b¨¢sico en el ejercicio castrense, que es la autoridad desde el ejemplo.
P. ?Qu¨¦ ha pasado, seg¨²n su versi¨®n de los hechos, en esta pol¨¦mica reciente con Teodoro Garc¨ªa Egea sobre el relevo de su colaborador, Gabriel Elorriaga, como director de la asesor¨ªa parlamentaria del PP?
R. Elorriaga ha sido destituido y eso me parece una mala noticia para el grupo [parlamentario], para el partido y desde luego para m¨ª.
P. Pero ?qu¨¦ ha pasado?
R. Yo no lo hubiera destituido. Ejerc¨ªa su responsabilidad con una notabil¨ªsima eficacia.
P. La direcci¨®n del PP mantiene que los estatutos no se han cambiado y que estos no permiten compatibilizar ese cargo de asesor¨ªa con ser diputado.
R. Los estatutos no establecen esa incompatibilidad. Su reforma se aprob¨® en una reuni¨®n plenaria del grupo el 6 de febrero. Esos estatutos, al igual que los antiguos, establecen que el nombramiento del jefe de la asesor¨ªa se realiza a propuesta del portavoz. Las tensiones entre el grupo parlamentario y el partido son un cl¨¢sico. Es natural que haya diferencias, pero creo que tambi¨¦n debe haber un respeto a la autonom¨ªa nacida de la confianza. En este caso, se ha producido una invasi¨®n de competencias sobre la que habr¨¢ que conversar para ver el modo de ser m¨¢s eficaces.
P. La realidad es que desde que la nombraron, hace un a?o, no paran de surgir especulaciones de que Pablo Casado y el PP le buscan sustituta entre el sector m¨¢s moderado. ?Por qu¨¦ piensa que sucede esto?
R. ?Habr¨ªa que preguntar a los especuladores! Yo estoy perfectamente acostumbrada a que haya una discusi¨®n sobre m¨ª, que empez¨® incluso antes de que fuera nombrada, y no me afecta en lo m¨¢s m¨ªnimo.
P. ?Ha puesto alguna vez en este a?o su cargo a disposici¨®n de Casado?
R. No, pero lo est¨¢ siempre.
P. ?Est¨¢ el PP siendo ¨²til para la pol¨ªtica espa?ola en estos momentos tan cr¨ªticos?
R. S¨ª. Y lo ser¨¢ a¨²n m¨¢s cuando construyamos la alternativa que Espa?a necesita, que no podr¨¢ articularse mediante la contemporizaci¨®n con los nacionalistas. Hay un terreno nuevo y f¨¦rtil para un partido que defiende la libertad y la igualdad: el de la batalla cultural. Cada vez son m¨¢s las voces de la socialdemocracia, progresistas, ilustradas y modernas que se alzan contra la espiral identitaria. Que rechazan la deriva reaccionaria emprendida por las ¨¦lites de izquierdas a finales de los sesenta y que hoy se expresa mediante la discriminaci¨®n, la intolerancia, lo que ahora llaman cancelaci¨®n. El PP tiene que ensancharse a esas voces y liderar el gran espacio espa?ol de la raz¨®n.
P. El 3 de agosto el rey em¨¦rito, Juan Carlos I, abandon¨® Espa?a, y hemos escuchado cr¨ªticas del PP contra el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, por su cuestionamiento de la Monarqu¨ªa. ?El Gobierno ha gestionado mal esta situaci¨®n? ?Qu¨¦ habr¨ªa hecho el PP?
R. Pedro S¨¢nchez est¨¢ haciendo, en relaci¨®n con la Monarqu¨ªa, un uso indecente de su tacticismo. Lo est¨¢ proyectando sobre los hechos presuntamente cometidos por el rey Juan Carlos. Hechos ciertamente lamentables pero que jam¨¢s debieron ser objeto de una negociaci¨®n pol¨ªtica. El rey Juan Carlos no debi¨® marcharse. Debi¨® someterse al escrutinio de la propia Casa Real y, por supuesto, dar una explicaci¨®n a los espa?oles. Su salida de Espa?a es un error y ha perjudicado al rey Felipe VI, que a lo largo de su reinado ha demostrado siempre una actitud ejemplar, profesional y valiente. Lo que en este caso apunta a una influencia nociva del Gobierno. A partir de ah¨ª hay una reflexi¨®n obligada: en Espa?a la discusi¨®n sobre la Monarqu¨ªa es una discusi¨®n sobre la Constituci¨®n. Y nuestra Constituci¨®n, imperfecta como todas, consagra varios anacronismos vinculados a derechos hist¨®ricos. La Monarqu¨ªa no es el ¨²nico. Ah¨ª est¨¢n tambi¨¦n los privilegios fiscales vascos. Todos los aprob¨® el pueblo espa?ol en 1978. Por tanto, que nadie intente aislar el debate sobre la Monarqu¨ªa del resto del pacto constitucional. Quien lo haga topar¨¢ con la l¨®gica y con la fuerza del PP, que tiene suficiente capacidad de bloqueo para desbaratar cualquier operaci¨®n t¨¢ctica abanderada por fuerzas que se dicen republicanas y no lo son.
Pablo Iglesias no promueve la rep¨²blica sino la erosi¨®n de la democracia. Es un republicano de hojalata, fake
P. ?Qu¨¦ son?
R. Espa?a exhibe una paradoja interesante. Hoy la figura que mejor encarna los valores republicanos es Felipe VI. Su firme defensa de la libertad, la igualdad y la fraternidad en Catalu?a soliviant¨® a quienes se hacen llamar republicanos y buscan la discriminaci¨®n por motivos identitarios y la conversi¨®n de vecinos en extranjeros. Lo mismo ocurre con Podemos. Pablo Iglesias no promueve la rep¨²blica sino la erosi¨®n de la democracia. Es un republicano de hojalata, fake. El problema es que Podemos forma parte de un Gobierno presidido por un hombre cuyo tacticismo se proyecta incluso sobre el orden constitucional.
P. Ha defendido usted que habr¨ªa sido bueno un Gobierno de concentraci¨®n del PSOE y el PP. ?Lo mantiene tras este episodio de la Monarqu¨ªa?
R. Un Gobierno de concentraci¨®n constitucionalista habr¨ªa evitado la grave crisis pol¨ªtica que vivimos y permitido encarar las profundas reformas que Espa?a necesita. El problema es que el PSOE emprendi¨® el camino contrario: hizo una coalici¨®n ultra con un partido rabiosamente radical, otro que particip¨® en un golpe de Estado y los herederos impenitentes de una organizaci¨®n terrorista.
P. ?Esa coalici¨®n constitucionalista todav¨ªa es factible? ?C¨®mo encajar¨ªa en la estrategia de oposici¨®n del PP?
R. Como proyecto moral espa?ol tiene sentido, es urgente y seguir¨¦ defendi¨¦ndolo. Es verdad que esas coaliciones entra?an riesgos para el partido menos votado, pero en determinados momentos esos riesgos devienen en sacrificios patri¨®ticos. El problema ahora es la involuci¨®n del PSOE. El gran obst¨¢culo para un imprescindible Gobierno de concentraci¨®n constitucionalista es la podemizaci¨®n de Pedro S¨¢nchez.
?Qu¨¦ es hoy el PSOE? Un mero instrumento de poder del que se aprovechan fuerzas antidemocr¨¢ticas para avanzar en sus objetivos. S¨¢nchez es el vanidoso ¨²til de Podemos y los separatistas
P. ?En esta fase pospandemia PSOE y PP no deber¨ªan sellar algunos pactos o reformas para la reconstrucci¨®n del pa¨ªs?
R. S¨¢nchez ha hecho una gesti¨®n trumpiana de la pandemia. Ha mentido de forma sistem¨¢tica. Ha manipulado sin pudor. Y su vicepresidenta primera, una presunta moderada, ha llegado a insinuar en el Congreso que Pablo Casado estaba tramando un golpe de Estado. Son actitudes que les invalidan para un gran acuerdo de fondo. S¨¢nchez coquetea con la ruptura mientras desprecia la reforma. La historia democr¨¢tica de Espa?a es la victoria del reformismo sobre la ruptura. Las fuerzas reformistas, de izquierdas y derechas, hicieron la Transici¨®n e impulsaron la modernizaci¨®n. Hasta el Partido Comunista de Carrillo abraz¨® la reforma. En la ruptura se quedaron los m¨¢s radicales: terroristas y antisistema. Hasta ahora. Hoy los antisistema est¨¢n dentro del propio Gobierno. Y la gran pregunta es: ?qu¨¦ es hoy el PSOE? Un mero instrumento de poder del que se aprovechan fuerzas antidemocr¨¢ticas para avanzar en sus objetivos. S¨¢nchez es el vanidoso ¨²til de Podemos y los separatistas.
P. Pero S¨¢nchez no solo se entiende con Podemos. Con Ciudadanos tiene ahora una relaci¨®n que hace poco tiempo pudo desembocar en un Gobierno.
R. Un Gobierno de Albert Rivera con S¨¢nchez sin Podemos ni ERC habr¨ªa ahorrado a Espa?a muchos problemas. Pero ahora S¨¢nchez no busca sustituir el Gobierno Frankenstein sino a?adirle un nuevo mu?¨®n.
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