Espa?a se vac¨ªa la primera noche del toque de queda
Las calles de Madrid, Barcelona, Sevilla y Valencia lucen desiertas tras la entrada en vigor de las restricciones nocturnas por el estado de alarma
Es pr¨¢cticamente la misma historia, contada por segunda vez. Espa?a parece haber retrocedido siete meses. Las ciudades de todo el pa¨ªs volvieron a quedarse desiertas esta madrugada tras el toque de queda impuesto por el Gobierno para tratar de controlar la pandemia. Es cierto que es solo por la noche, pero la sensaci¨®n en el ambiente era la del mes de marzo, cuando empez¨® la expansi¨®n del virus, con la gente encerrada en casa y los comercios con las persianas bajadas.
Los madrile?os volvieron a encerrarse casi por completo. Sergio S¨¢nchez, taxista de 27 a?os, sufri¨® las consecuencias. Siempre trabaja de noche y no cambi¨® su rutina pese a las circunstancias. Llevaba tres horas dando vueltas por la ciudad sin recoger a ning¨²n cliente. ¡°Llevo cero carreras¡±, dijo. ¡°Estoy por volverme a casa¡±.
El confinamiento nocturno es una de las principales medidas que ha conllevado el estado de alarma decretado este domingo por el Gobierno. Es obligatorio en toda Espa?a, salvo Canarias, durante los pr¨®ximos 15 d¨ªas entre las 23.00 y las 6.00, aunque las autonom¨ªas pueden acortar o estirar ese plazo una hora. Algunas, como Catalu?a, han anunciado ya que lo adelantan a las 10. Otras, como Madrid, que lo retrasar¨¢n a las 0.00.
La Gran V¨ªa, como la Rambla de Barcelona, volvi¨® a quedarse muda. Solo la cruzaban barrenderos con mangueras que lanzaban chorros para limpiar a fondo las aceras y, de vez en cuando, alg¨²n repartidor pedaleando. Gianfranco, venezolano, le pregunt¨® un rato antes ¡°a unos oficiales¡± si pod¨ªa andar con su bicicleta de aqu¨ª para all¨¢. Le pareci¨® que el anuncio del presidente era grave y que las medidas para atajar la covid-19 iban a endurecerse. Le dijeron que no hab¨ªa problema. Su empleo s¨ª ten¨ªa actividad, no le afecta el toque de queda: esta noche complet¨® 19 repartos. Cuando llueve se disparan los pedidos. En un par de horas, cuando todo se quedara en calma, se ir¨ªa en autob¨²s a casa, en Galapagar, a 30 kil¨®metros de la capital.
En una parada de autob¨²s, en medio de la nada, como si fuera una aparici¨®n, Ang¨¦lica Paulo, de 32 a?os, esperaba rodeada de bolsas. Reparte empanadillas por restaurantes del centro. Su rutina marca que acaba esos repartos a las 00.00. No tiene ning¨²n documento que acredite el reparto de empanadas, pero lleva preparada una respuesta por si la polic¨ªa le pregunta:
¡ªYa s¨¦ que hay muchas cosas prohibidas ahora, ?pero me van a prohibir ir a casa? No tiene sentido.
En Barcelona la estampa era muy parecida. El paisaje humano era un d¨¦j¨¤ vu de aquellas semanas de marzo y abril con las que comenz¨® la pesadilla del coronavirus.
Si a mediod¨ªa del domingo Pedro S¨¢nchez hab¨ªa anunciado el estado de alarma, horas m¨¢s tarde, la Generalitat decretaba que el toque de queda comenzaba a las 22.00 en toda Catalu?a. Cuando el reloj marc¨® la hora en que comenzaba la nueva restricci¨®n nocturna, las calles de la capital catalana han vuelto a convertirse en un solar. Igual que en primavera. En cualquiera de las arterias principales de la ciudad solo se ve¨ªan polic¨ªa, taxistas, autobuses vac¨ªos y mendigos. Las calles que ya hab¨ªan quedado heridas de muerte, el pasado 16 de octubre, despu¨¦s de que la Generalitat obligara a cerrar bares y restaurante han comenzado a agonizar esta madrugada.
¡°?D¨®nde va usted?¡±, era la pregunta con la que se topaban los pocos conductores que circulaban por la avenida del Paral¡¤lel. Los agentes de los Mossos d¡¯Esquadra colocaron estrat¨¦gicamente varios controles de polic¨ªa para alertar de que la situaci¨®n ha cambiado esta noche. En este control del Paral¡¤lel ¨Del Broadway barcelon¨¦s, donde hoy la mayor¨ªa de teatros ya han acabado las funciones¨D los agentes esta noche perdonaban la sanci¨®n. A partir de ahora, circular de noche puede suponer una multa de 300 a 6.000 euros.
En la esquina de Paral¡¤lel con la calle Nou de la Rambla un camello disimulaba, pero ya, a la desesperada, ofrec¨ªa droga a cualquiera que caminara por la calle y no tuviera pinta de polic¨ªa. A su lado, un vendedor ambulante ilegal intentaba vender bocadillos y empanadillas samosa. Ninguno de los dos ten¨ªa ¨¦xito. No hab¨ªa absolutamente nadie paseando. ¡°Estos d¨ªas ven¨ªan chicos a beber al parque pero hoy no¡±, lamentaba el vendedor con una caja repleta de bocadillos. En una de las calles que se adentra hacia el Raval, ocho j¨®venes extutelados buscaban un lugar donde pasar la noche al raso. Los sin techo se hicieron mucho m¨¢s visibles e infinitamente m¨¢s vulnerables.
La Guardia Urbana de Barcelona sabe d¨®nde se producen las concentraciones de personas. Uno de esos lugares es la plaza de los ?ngels justo delante del Museo de Arte Contempor¨¢neo de Barcelona. All¨ª media docena de j¨®venes beb¨ªan mientras otros tantos hac¨ªan piruetas con sus patinetes. ¡°No pueden estar aqu¨ª, m¨¢rchense¡±, advert¨ªan los agentes. Despu¨¦s, para evitar que sigan patinando, el servicio de limpieza reg¨® la plaza.
La Rambla es el lugar m¨¢s bullicioso de la ciudad de d¨ªa y m¨¢s canalla de noche. No se ve¨ªa un alma. Tampoco en el barrio pescador de la Barceloneta. El primer toque de queda en Barcelona se ha convertido en una copia de la primavera m¨¢s inquietante y silenciosa que sufri¨® la ciudad.
Sevilla vivi¨® un toque de queda casi id¨¦ntico, aunque m¨¢s madrugador. Todos los bares estaban cerrados desde las diez de la noche, tras el primer d¨ªa que se impone esta restricci¨®n en la ciudad hispalense; los ¨²nicos trabajadores que todav¨ªa quedan dentro de ellos ultiman las labores de limpieza antes de irse a casa. En el casco hist¨®rico de la capital andaluza el silencio era casi completo, solo interrumpido por la lluvia y el ruido de alguna vivienda.
Solo permanec¨ªan abiertos algunos locales de comida r¨¢pida, pero ¨²nicamente para realizar entregas a domicilio. Tres repartidores compart¨ªan el ¨²ltimo trozo de pizza, a la espera de recibir el ¨²ltimo pedido. ¡°Con el toque de queda vamos a tener m¨¢s trabajo¡±, dice Mar¨ªa, mientras miraba en su tel¨¦fono el pr¨®ximo destino en su navegador. Pasadas las doce la lluvia ya hab¨ªa cesado. Otros dos trabajadores volv¨ªan a casa en patinete el¨¦ctrico, con mascarilla, mientras dejaban atr¨¢s el ruido de los pocos coches que transitaban la ciudad.
Valencia se hab¨ªa adelantado 24 horas. La Generalitat decret¨® restricciones horarias y de movilidad que empezaron a la 1 de la madrugada y concluyeron a las seis de la madrugada del domingo. La normalidad fue la nota predominante a lo largo de la noche, seg¨²n fuentes policiales y pol¨ªticas. No hubo incidentes de especial relevancia. Los establecimientos cerraron a la misma hora que lo estaban haciendo con anterioridad y la gente se retir¨® a casa. La Polic¨ªa Nacional adscrita a la Generalitat propuso un total de 224 sanciones por incumplir la normativa anticovid, aunque menos de la mitad fue por el quebrantamiento del toque de queda. La Polic¨ªa Local de Valencia estableci¨® controles en diferentes emplazamientos y se levantaron siete actas a veh¨ªculos por no justificar su desplazamiento en el horario restringido.
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