El d¨ªa m¨¢s fr¨ªo de Molina de Arag¨®n
Este pueblo de Guadalajara alcanz¨® 25,2? bajo cero con sus vecinos acostumbrados a temperaturas m¨ªnimas. Esta madrugada ha vuelto a registrar la m¨ªnima de Espa?a con 19,9? bajo cero

Jos¨¦ Antonio Garc¨ªa duerme bajo una s¨¢bana y una colcha aunque la noche de Molina de Arag¨®n alcance los 25,2? bajo cero. Este se?or con bigote, zapatos de vestir y ropa cl¨¢sica, apenas regula la calefacci¨®n para que se encienda cuando la temperatura de su casa baja de los 18 grados. Le gusta el fr¨ªo. ¡°?Yo m¨¢s feliz que nadie!¡±, exclama mientras se?ala unas ligeras gotas de sudor en su rostro moreno, con arrugas incipientes, provocadas por el sol que fracasa al intentar calentar un lugar de Guadalajara congelado en la noche del lunes.
Este registro tan extremo lo midi¨® una estaci¨®n meteorol¨®gica situada a unos pocos minutos del centro del pueblo, junto al ¨²nico colegio de la zona. La meteor¨®loga M¨®nica Valverde avanza entre la nieve mientras relata que este ¡°hito¡± se produjo a las 4.50, en plena noche. La ¡°tormenta perfecta¡± que propicia un evento de esta ¨ªndole se beneficia de que coincidan intensas nevadas previas y un anticicl¨®n, precisa la especialista, ¡°orgullosa¡± de que un suceso de estas caracter¨ªsticas se haya producido en sus dominios. La madrugada de este mi¨¦rcoles, el municipio volvi¨® a registrar la temperatura m¨¢s baja de Espa?a, en este caso 19,9? bajo cero.
Las explicaciones cient¨ªficas y los grandes n¨²meros negativos traen sin cuidado a una poblaci¨®n, de 3.500 habitantes, habituada al fr¨ªo. Rodrigo Agust¨ªn, con 75 inviernos en sus anchas espaldas y bast¨®n en ristre, comenta que nacer en estos lares curte y que el fr¨ªo ¡°es hasta sano¡±. Faltar¨ªa m¨¢s que en enero no hiciera fr¨ªo, reflexiona un hombre que conf¨ªa en la cocina de cuchara como ant¨ªdoto ante cualquier frescor. Ascensi¨®n Cambroneva, de 62 a?os y con cuatro d¨¦cadas en el lugar, no recuerda nada similar desde que naci¨® su hijo en 1984 y apunta que ella ha optado por preparar un buen cocido para calentarse por dentro. M¨¢s complicado es hacerlo por fuera, pues incluso a mediod¨ªa el mercurio se queda en cinco grados negativos y las manos se ti?en de rojo cuando intentan escribir en la libreta con un bol¨ªgrafo cuya tinta no brota hasta que se frota y se calienta.

La chimenea se convierte en la mejor aliada, para protegerse de estas calles donde la nieve se torna hielo y amenaza al profano con descalabrarse si se despista. Santiago Aragoncillo prepara por en¨¦sima vez la lumbre en su vivienda, con gruesos muros de piedra e incrustada en un terrapl¨¦n para defenderse de cualquier inclemencia que ose llamar a su puerta. Aragoncillo, coordinador de la cuadrillas de bomberos forestales, viene de trabajar durante horas en el instituto local junto a los equipos desplegados para despejar la nieve. ¡°Nosotros le damos a todo¡±, asegura este profesional acostumbrado a lidiar con incendios en verano y a acondicionar caminos bloqueados por las borrascas en invierno. Su equipo cumple a rajatabla el remedio para combatir el fr¨ªo: no parar de moverse. ?l conf¨ªa en un apoyo casero: unos calzoncillos largos que, combinados con ropa t¨¦rmica, contribuyen a sacar adelante estas tareas. Parte de sus rutinas de estos d¨ªas incluyen la asistencia a la gran cantidad de personas mayores que reside en esta envejecida localidad. ¡°El temporal ha conseguido que a los ancianos se les olvide el virus¡±, destaca el coordinador. Asimismo, detalla que tambi¨¦n han repartido alimento entre los transportistas atascados en ¨¢reas de servicio y se han desplazado hacia las farmacias en busca de medicamentos.
Tres efectivos de la Cruz Roja corroboran que estas fechas multiplican sus atenciones, que incluyen desde el reparto de men¨²s hasta ese respaldo invisible en forma de compa?¨ªa. ¡°Estos pueblos est¨¢n acostumbrados al fr¨ªo¡±, aseguran, y se sorprenden con los criterios de la poblaci¨®n local: una de las voluntarias alucin¨® porque hace unos d¨ªas un hombre de estas comarcas le dijo que una carretera estaba ¡°divinamente¡±, pero, cuando llegaron a ella, constataron que el panorama era bien distinto. Unos instantes despu¨¦s, este todoterreno da la vuelta para socorrer a una mujer, que les ha pedido que le carguen la bater¨ªa de su coche, que no ha logrado resistir las bajas temperaturas de las ¨²ltimas noches. Esta escena se repite en toda la localidad, donde varios conductores se afanan por forzar los motores adormecidos por la hipotermia que tambi¨¦n padecen las m¨¢quinas, aunque se quejen de otra manera.

Uno de los parroquianos del bar Casino, lugar de post¨ªn en Molina de Arag¨®n, muestra su boina y su abrigo de pana como armas incomparables contra cualquier tembleque. Se llama Jos¨¦ Luis Marco, tiene 50 a?os y se proclama ¡°de la tierra¡±. ¡°Llevo el fr¨ªo en la sangre¡±, presume, y subraya que lleva ¡°cuatro d¨ªas quitando nieve¡±, nada especialmente extra?o en los ocho a?os que lleva residiendo en Molina de Arag¨®n desde que acudi¨® all¨ª con su esposa: ¡°Pues tampoco hace tanto fr¨ªo¡±.
El fr¨ªo se ha colado hasta en las tripas de camiones de 40 toneladas. Escol¨¢stico Mingote, transportista natal de Molina de Arag¨®n y con medio mundo visto desde una cabina, aguarda a que un operario, venido expresamente desde Soria, cambie unos filtros para descongelar la parafina del combustible del cami¨®n. Este fen¨®meno solo lo hab¨ªa visto en la Alemania de hace 20 a?os, con veh¨ªculos pesados mucho menos avanzados que los actuales y con term¨®metros que alcanzaban n¨²meros entonces inauditos en Espa?a. Al menos al volante y con calefacci¨®n no lo sufre, bromea: ¡°Eso es vivir en las Canarias¡±.
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